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Por Patricio Araya G., periodista
Que unos cuantos pelagatos eufóricos (bueno, menos de 300, en todo caso), confabulados por quién sabe qué razón, hayan alzado sus manos este sábado 24 de enero, en la sede del ex Congreso –en el marco del XXX consejo nacional del PPD–, para nominar al senador DC Eduardo Frei Ruiz-Tagle, como su abanderado presidencial –sumándose a similar procedimiento utilizado días antes por democratacristianos y socialistas–, no es sino la máxima expresión de la mezquindad cupular de unos pocos, y en modo alguno, representa la opinión de las mayorías inconsultas.
Así, sin más, entre los estrechos pasillos de su democracia tuerta, resulta que los pepes, las antonietas, los ramones, las ximenitas, los ricarditos, las carolinas, el guido, y toda esa tribu obsecuente de agitadores-agoreros, no encontraron nada mejor que usar de papel higiénico esa gabela de la manoseada soberanía popular, y de un solo golpe, pasársela por su posteridad, alzándose con el privilegio de decidir quién –según ellos– es el mejor abanderado oficialista para suceder a la Gordi. ¡Qué vergüenza! Imposible imaginar semejante práctica antidemocrática en algún país que se precie evolucionado. Estamos, ni más ni menos, que en presencia de un acuerdo oligopólico, ajeno a la voluntad masiva de los electores. Esta columna no es contra Frei, ni a favor de Gómez; es contra la pudrición que afecta a la política, es a favor del juego democrático decente, civilizado, moderno.
Porque, de lo contrario, resulta incomprensible que –mientras millones de chilenos y chilenas a esa hora de aquél sábado 24 realizaban sus compras para el almuerzo, o se rompían el lomo en un trabajo de mierda, mal pagado– unos cuantos ociosos se disputen en medio de un meeting pseudo participativo, el botín de su representatividad, y decidan, según su religión monoteísta del progresismo de moda, que Eduardo Frei Ruiz-Tagle, es el hombre capaz de derrotar a Sebastián Piñera en diciembre, en desmedro de la opción del senador PRSD, y miembro de la Concertación, José Antonio Gómez.
¡Qué atroz y errático ensayo de participación ciudadana! ¡Qué manera de involucionar! ¿No es esto lo mismo que se le criticó en su momento a Pinochet, cuando éste eligió a Hernán Buchi como su delfín, en 1989? ¿Acaso no se le enrostra a la Alianza su escasa vocación democrática, en especial a la hora de elegir sus directivas, o al propio Piñera como su representante? ¿Hasta cuándo vamos a escuchar la palabra “exclusión” en boca de sus mentores y cultores?
Ya han surgido voces al interior del PPD, como la del diputado Jorge Tarud, llamando a Gómez para que baje su pre candidatura presidencial en favor de Frei, con el mezquino argumento de que el ex mandatario concita mayor consenso al interior de esa tienda y su electorado, y que en virtud del escaso tiempo que resta para las elecciones, habría que utilizarlo en potenciar la opción elegida por ellos. No sólo eso. También ya escuchamos otro argumento: “el enorme costo económico” –un millón de dólares– que significa una primaria; peor aún, en vista de la insistencia de los radicales, se explica que éstos deberían financiar la mitad del gasto, sólo por darse el gustito de sentirse considerados.
¿Qué mayor costo para la Concertación que aquel proferido por su propio desprestigio, al renunciar a una instancia anunciada como democrática, toda vez que sus correligionarios se llenaron la boca con la realización de aquélla?. ¿Tanto cuesta a la Concertación mandar a imprimir unos cuantos volantes más –según ha manifestado el diputado DC Roberto León–, y así servir el compromiso de honor de elegir al mejor candidato? La Concertación tiene que ser consecuente, actuando con seriedad frente al país; unas primarias abiertas, libres e informadas, son una oportunidad imperdible para demostrarles a los chilenos su real voluntad de escuchar a todos. De paso, podrían incluir al diputado Marco Enríquez en la plantilla primaria, y a cualquier otro que pida una vela para ese entierro.
A estas alturas uno se pregunta por qué la política chilena no se decide a escuchar a las personas de carne y hueso, quienes en diversos foros ciudadanos manifiestan a diario su rechazo a toda forma de centralismo, nepotismo y arreglismo políticos. Una encuesta realizada por UCV TV, recogió este martes 27 dos datos a tener en cuenta: un 64% de los televidentes opinó que José Antonio Gómez no debe bajar su candidatura, mientras que un 36% dijo lo contrario; la misma encuesta, esta vez por internet, aumentó a 91,3% la opción para que el senador radical se mantenga en carrera, contra un 8,7%, que considera inviable su candidatura.
Este modus operandi (operan de manera incierta y errática) de las directivas DC, PS y PPD, tiene su correlato con su modus vivendi: son desconfiados y poco confiables a la vez, es decir, no confían ni ellos mismos. Así los percibe el país. No sólo a ellos, aquí cabe toda la clase política. Incertidumbre y desconfianza que se traslapa a los votantes, quienes hoy deben estar preguntándose, por ejemplo, qué habría sucedido con las anunciadas primarias si Ricardo Lagos y José Miguel Insulza no hubieran desistido de participar. Y si a ese hipotético escenario igual se hubiesen sumado los nombres de Frei y Gómez, y otros. Con toda seguridad hoy estaríamos presenciando un festival de presiones, de llamados al orden, y sobre todo, de mucho muñequeo, con tal de eludir la temida opinión de los chilenos de carne y hueso.