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28 de Junio de 2009

Carta renuncia de Carlos Ominami al PS

Por


Señor:
Camilo Escalona
Presidente
Partido Socialista de Chile
Presente.
Santiago, junio del 2009

Compañero:

Le comunico que con fecha 30 de junio del 2009 concurriré al Servicio del Registro Electoral para desafiliarme de la institución que usted dirige.
Aunque nunca pensé que tendría que escribir una carta como esta, lo hago con una infinita tranquilidad. He sido, soy y seré de por vida, militante de la izquierda chilena y a mucha honra. Esta es una definición que sólo le pertenece a mi conciencia.
He tomado esta decisión luego de agotar todas las instancias para hacer ver la grave situación a la que ha sido conducido el Partido Socialista. La verdad es que sin expresarse formalmente, el partido ha entrado en el último tiempo en un agudo proceso de atomización. Expresión de ello es que teniendo tantas opciones presidenciales propias para someter a consideración de la ciudadanía, la dirección condujo el proceso de un modo tal que dejó a los socialistas sin ninguna. Como lo hice presente en mi intervención en el Comité Central de enero del 2009, ésta es la primera vez, en la historia, que el socialismo, sin mediar una decisión colectiva, deja de competir, simplemente por no presentación.
En la elección de 1989, deliberadamente decidimos no llevar candidato, apoyando a Patricio Aylwin. Fue a todas luces una decisión correcta. Pero esto no tiene nada que ver con la situación actual. Si algún precedente histórico tiene la que hoy día enfrentamos, hay que remontarse muy lejos hasta 1952, cuando el socialismo, arrió sus banderas para plegarse a la candidatura del General Carlos Ibáñez del Campo. Esto, dejando por cierto de lado, las enormes diferencias entre el ex dictador que luego devino en Presidente y el Senador Frei Ruiz-Tagle. En esa oportunidad hubo alguien que finalmente se convertiría en el mejor de los nuestros, que no se dejo arrastrar: Salvador Allende, que con su disidencia inició la larga marcha, por todos conocida.
Milito en la izquierda chilena hace más de cuarenta años y he trabajado intensamente durante los últimos treinta para hacer del socialismo renovado, la casa común de la izquierda. Lo hice desde el proceso de convergencia y renovación del socialismo en un primer momento, luego desde una de las orgánicas existentes para participar después activamente en la unificación del Partido Socialista en 1989. No necesité de la caída del Muro de Berlín para hacerme parte de la opción por un socialismo democrático. Los socialistas saben de mí. Me conocieron en los tiempos duros del exilio y de las luchas democráticas para derrotar a la dictadura recorriendo Chile. Me conocieron también como Ministro socialista del primer gobierno democrático y desde hace muchos años como uno de los senadores que trata con rigor, de mantener en alto las banderas de la izquierda y el socialismo en el Senado de la República.
He sido junto a muchos otros, un actor del proceso que nos permitió derrotar pacíficamente a la dictadura y abrir paso a la reconstrucción de la democracia en Chile. Me siento responsable, tanto de sus aciertos como de sus limitaciones. He puesto en esto todas mis energías y he dado pruebas en forma individual y colectiva desde ya hace muchos años, de que he buscado enmendar nuestros errores y superar nuestras insuficiencias.
No siempre opte por las vías más fáciles. Concurrí a la fundación de la Concertación de Partidos por la Democracia, cuando muchos insistían en avanzar por caminos manifiestamente inconducentes. Todavía me emociona pensar en las cosas grandes que hicimos en ese período. Siento, sin embargo, que esa Concertación a la que dediqué buena parte de mis mejores esfuerzos ya no es la misma. Veinte años de ejercicio del poder la han desgastado y no logra disimular su fatiga producto de su dificultad para renovarse.
Mi alejamiento es una decisión forzada. Tengo el convencimiento de haber hecho todo lo posible para no llegar a esta situación. Mi último esfuerzo lo hice el lunes 15 de junio del 2009 en la reunión de la Comisión Política.
Allí reiteré que no demando ninguna garantía particular. Insistí, por el contrario, en la necesidad de reconocer las complementariedades de las tres candidaturas presidenciales surgidas del socialismo, la del Ex Presidente del Partido, Jorge Arrate; la del Diputado Marco Enríquez-Ominami y la del Senador Alejandro Navarro, con la que encabeza el ex Presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle.
Destaqué en mi intervención la opción del Diputado Enríquez-Ominami por la profundidad y extensión que ésta ha alcanzado en la ciudadanía. Apoyo a Marco porque es mi hijo, pero sobretodo porque comparto su disposición a renovar la política. Si su vocación fuera otra o contradijera mis valores la situación sería distinta o si se quiere se daría de otra manera, porque los hijos son siempre los hijos. Pero más allá de mi particular condición, creo que ha llegado el momento de iniciar una nueva etapa en Chile y que el impacto ciudadano de su campaña expresa una profunda necesidad de cambio que no sólo comparto, sino que me emociona y entusiasma.
Es muy desilucionante constatar como la Dirección del partido ha sido totalmente incapaz de reconocer la enorme fuerza que de manera anónima y casi espontánea se ha venido gestando en torno a esa candidatura. ¿Por qué tanta obcecación?¿Por qué tanta ceguera?, ¿porqué no querer ver a los miles de personas de todas la edades, aunque preferentemente jóvenes que han concurrido a inscribirse en los registros electorales para luego adherir a esta postulación?¿Por qué tanta incapacidad de reconocer lo nuevo tratando incluso de denostarlo?, ¿Por qué esta imposibilidad de enmendar errores?
Un partido así se condena progresivamente al aislamiento y a la marginalidad.
Quiero dejar claramente establecido que no le estoy pidiendo a nadie que siga mi camino. No quiero encabezar nuevas divisiones. Basta con las que ya existen. Llamo simplemente al pueblo socialista a reflexionar y manifestar lo más fundamental de su esencia: su rebeldía y sentido crítico. A los miles de compañeros y compañeras que se quedan en el partido, les pido que no se dejen amedrentar y que actúen en conciencia, siempre poniendo por delante sus valores y principios.
Mi decisión es individual. Agradezco mi proclamación como candidato a senador por la V Región Cordillera, por parte de la Comisión Política el lunes27 de abril recién pasado. Pero, como tuve ocasión de señalarlo en esa misma instancia, mi problema no es de cupos sino de convicciones.
Durante estos días usted Presidente, ha afirmado profusamente que el Partido Socialista no va a tomar ninguna medida disciplinaria y que no va a forzar ningún tipo de alejamiento. Pretender que abandone la opción presidencial que he asumido, garantizándome como contrapartida una condición de Senador, prácticamente designado, por falta de competencia, es simplemente no conocerme.
Tengo plena conciencia de las consecuencias de mis decisiones. He resuelto someterme al pronunciamiento soberano de los electores de las 26 comunas que constituyen mi circunscripción, consciente que al mantener mi opción presidencial, la dirección del Partido Socialista me impediría, por la vía burocrática y cupular, someter mi postulación a consideración de la ciudadanía.
Con todo respeto, debo decirle que su afirmación de que aquí cada cual tiene derecho a actuar con total libertad, no es efectiva. Es más, no es de socialistas eludir responsabilidades y menos adoptar el lenguaje de los fariseos. No es un misterio para nadie que de no mediar mi desafiliación antes del plazo legal sería condenado por la dirección que usted dirige a una derrota por secretaría.
Sin embargo, mi decisión no se reduce a una cuestión electoral. Hay temas mucho más de fondo involucrados en mi salida. No quiero seguir bajo la tutela de una Dirección cuya mayoría se comporta de manera abusiva y arbitraria. No quiero seguir siendo parte de un partido controlado por pequeños grupos de poder que se alían principalmente para asegurar sus posiciones burocráticas en el Estado, en base a un pragmatismo vulgar que privilegia un tipo de alianza oportunista con la Democracia Cristiana y practica un clientelismo a menudo descarnado. Y me duele decirlo, no quiero ser parte de una organización en la cual algunos se permiten, para resolver disputas políticas, el uso de métodos absolutamente repudiables.
Estoy convencido de que muy pronto volveré a militar, pero lo haré en una fuerza progresista más amplia, consecuente y unida que el actual partido socialista. Estoy convencido de la urgente necesidad de unificar las fuerzas progresistas para abrir paso a una nueva etapa en el país, haciendo realidad lo que comprometimos hace más de veinte años: construir un bloque por los cambios, desde una izquierda renovadora en una sólida alianza estratégica con el centro político. Reitero mi compromiso hoy día con esa causa, asumiendo los riesgos de enfrentarme al sistema binominal que tanto hemos criticado, pero del cual algunos tanto se aprovechan.
Chile necesita una nueva Concertación y quizá más que eso, de una Nueva Mayoría que nos permita: mejorar la calidad de la política y de la democracia, recuperar el dinamismo económico perdido hacia finales de los 90, superando para ello el financierismo que hoy día estrangula a vastos sectores del aparato productivo. Hay que abrirle espacio a las fuerzas de la creación, de la producción y de la innovación. Chile no puede continuar siendo un terreno fértil para los abusos y las desigualdades. Hay que liberar muchas energías que están contenidas pasando a llevar a los monopolios de toda especie que tanto en la política como en la economía se resisten a los cambios.
En estos tiempos de crisis internacional, cuya salida nadie todavía avizora, un país pequeño como el nuestro, dotado de un sistema político prestigiado frente a la ciudadanía puede emprender medidas audaces que nos permitan darle un sustento más sólido a los avances en protección social, materializados principalmente en los gobiernos de los Presidentes Lagos y Bachelet y avanzar con paso más seguro por el camino del desarrollo, la libertad y la igualdad social.
Espero sinceramente, que en la consecución de esos objetivos, nos volvamos a encontrar la gran mayoría de los que sentimos que son causas justas por las cuales vale la pena continuar luchando.

CARLOS OMINAMI P.
Senador de la República

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