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19 de Agosto de 2009

Arenas, el diputado iracundo: Hijo de conductora del noticiero menos creíble de la historia de Chile

Por


JPB
Pamela Hodar es un nombre familiar para la mayoría de los televidentes ochenteros. No es que se tratara de un rostro o una voz imborrable en la memoria. Todo lo contrario. Era una rubia sin mucho condimento que, por razones misteriosas, tuvo una boyante carrera televisiva durante la dictadura militar. Rostro del noticiero 60 Minutos de Televisión Nacional durante la segunda mitad de la década (esa que ahora todos aman recordar, pero que nadie quisiera volver a vivir). Hodar incluso animó el Festival de Viña por 4 años consecutivos en aquel tiempo.

Nuevamente no resta mucho que decir de su participación en el certamen. Todo lo memorable no parece haber pasado por ella. El Puma Rodríguez se ponía “arrecho” porque la alcaldesa designada no le quería dar su gaviota en medio de la atronadora exigencia de la galucha. “A veces hay que escuchar la voz del pueblo”, decía el cantante echando mano a la más palmaria lógica política. La alcaldesa Garrido se ponía dura y el gallito seguía. Ahí estaba Hodar, en un costado, esperando instrucciones superiores. Y si había que terminar por darle algún premio al Puma para que no estallara la democracia festivalera, ella iba, hacía de tripas corazón y se lo entregaba.

“Arroz graneado”, esa frase la dijeron cientos de opinólogos de la época, que entonces se llamaban simplemente comentaristas. El acompañamiento fomeque de un bistec. El relleno de huaipe de un colchón. Escenografía hecha de mujer, de maqueteada ama de casa sacada de una publicidad de lavadoras. Y contra ese estigma se revelaron todas las animadoras que siguieron después, en un mínimo desplante de igualdad de género. Llegaron y dijeron “yo no quiero ser arroz graneado”, que era casi lo mismo que decir “yo no quiero ser Pamela Hodar”.

¿Entonces cuál era el misterio de su presencia diaria en los televisores? ¿Todo era por ser familiar del general Pedro Ewing Hodar, secretario de la Junta de Gobierno y ministro del SEGEGOB (encargado del manejo de los medios) en los tiempos más rudos de la dictadura? ¿Por estar casada con un oficial? ¿Por ser aria y alemanoide? ¿Por ser facha? ¿Por leer en el noticiero los informes sobre personas muertas en “enfrentamientos” sin comerse las “eses”? ¿Por comerse todas las heces? No se sabe.

Ahora es concejal de la UDI por Viña del Mar, tras haber sacado algo más del 4% de los votos. Y su hijo, que se formó políticamente en en la Fundación Jaime Guzmán, es la nueva cara furibunda de la derecha de Malleco. Ayer el muchacho hizo un amague de agarrarse a golpes con el ministro Edmundo Pérez Yoma, hijo a su vez de otro secretario de gobierno del pasado. Así se tejen las dinastías de nuestra política y así se hilan sus odios y amores. Sentimientos promiscuos y atávicos de una elite de lujo.

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