Esperando los penales

Por Sergio Aravena J.

Ayer, en el Encuentro Empresarial de la Araucanía realizado en Temuco, coincidieron Marco Enríquez-Ominami y Sebastián Piñera. Lo más interesante de este choque entre dos de los tres interesados con posibilidades de llegar a La Moneda fueron las tallas realizadas en base a parentescos y juegos de palabras con sus pomposos nombres. Marco aludía a su oponente con el mote de “Juan Miguel Sebastián” mientras que el otro lo comparaba con Marco Antonio, el marido de Cleopatra. El resto, palabras contra el gobierno por su actuar en el conflicto mapuche (”Viera Gallo es intelectualmente flojo y muy cobarde”, dijo MEO) y propuestas tan genéricas como impractibles (Piñera presentó su vacuo Plan Araucanía) ¿Y Frei? En Puerto Montt, bien, gracias, hablando con señoras.

¿No hay problemas en Chile? ¿No hay diferencias profundas más allá de los chalecos con rombos que apoyan a Piñera, la izquierda filo-cocainómana detrás de Marco y los pesados culos que caminan con Frei? Si no se enfrentan ahora ya, se no se tiran puteadas de verdad y no presentan propuestas inmediatas que los identifiquen como alternativas decisivas, seguirán siendo miles los que lleguen a votar en diciembre tirando una raya al boleo. Los tres están jugando a mantener el cero y esperar la definición a penales, donde la suerte, la gracia divina y hasta una champa de pasto son los que llevan la batuta. La pregunta es ¿Estamos dispuestos a mamarnos el partido entero sabiendo que nadie va a hacer nada por marcar en el arco contrario? Así se vacían los estadios, desaparecen los talentosos y permanece el mediocre.
En el fútbol, como en la política, triunfa a la larga el que juega para adelante y en equipo, el que se debe a su público, el que no da pelota por perdida. Puede perder un partido, quizás un campeonato, pero va a ganarle a la vida