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Cultura

30 de Agosto de 2009

Un ratón en la piscina

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Por Tal Pinto

“Los perplejos” comienza con un acertijo, o tal vez una parábola. La narradora sale a buscar el extraviado conejo de unos amigos. Encuentra, en cambio, un ratón ahogándose en una piscina. No hace nada por salvarlo. La escena puede interpretarse comoauna metáfora de la escritura de una novela: un novelista es un ente mínimo –un ratón– que se ocupa de temas gigantes –la piscina–. La imposibilidad de manipular los elementos de una historia, de darles orden y sentido, conduce al fracaso, al ahogo. “Un artista nada donde los otros se ahogan”, le dijo Carl Jung a James Joyce. Un escritor a veces no consigue nadar, pero al menos flota.

Uno de los grandes temas que la escritora chilena Cynthia Rimsky ha indagado es precisamente el del arte de la novela: cómo escribir una y por qué; cómo darle sentido a una narración y de qué escribir. Sus novelas se organizan como una investigación, y toman la forma de un viaje. En “Los perplejos” el viaje (la investigación) se arma para seguir los pasos del sabio judío Maimónides. Rimsky se ha ganado una beca del Consejo del Libro para escribir una novela histórica sobre el filósofo. Sus pesquisas la llevan a Córdoba, a Belgrado, a unas cabañas en Punta Brava. Mientras más información adquiere sobre Maimónides, menos clara es su visión de él. Ficción y realidad se entreveran. La novela de Maimónides, una de las líneas argumentales de “Los perplejos”, es escrita como un compromiso ineludible. Surge una segunda novela: la novela de la indagación. En ésta Rimsky vuelve a su pasado, viaja, mira el mundo con una serenidad y una economía lingüística envidiables. Prevalece el “spleen”. “Los perplejos” se transforma en una novela más cercana a la tradición mittleuropea que a la chilena.

El viaje en busca de Maimónides en cierta medida fracasa. Rimsky empieza a errar por Europa del Este. Conoce a un desertor de la guerra de Los Balcanes, a un enfermo de cáncer que se ha salvado para convertirse en un alcohólico, a dos amigas, una también alcohólica, en permanente tensión sexual. Anota las costumbres locales; “escribe para darle sentido a las cosas”, como le confiesa a uno de sus compañeros de bar en una pequeña ciudad en Montenegro donde nadie paga las cuentas, y la economía funciona a base de sobreentendidos. Como Maimónides vaga por el mundo en busca de un lugar donde estar. Y en cierta medida en ambos vagabundeos resuena el que ha sido uno de los grandes tópicos de la literatura judía: la diáspora, el viaje como una forma móvil del hogar.

La “novela de la novela” se apodera de “Los perplejos”. Escrita con una prosa calma y precisa, sugiriendo antes que deshaciéndose en explicaciones, evitando el discurseo, la vida de la narradora va reemplazando la biografía de Maimónides. En una época en que la novela histórica ha vuelto a ser casi nada más que la fórmula elegida por las editoriales para lanzar best sellers, Rimsky ha compuesto una versión paródica de este género, en la que el biografado y su historia son antes espejos de la propia experiencia que palabreos clichés sobre los años del mundo que los lectores de este tiempo no han vivido. 

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