Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Deportes

9 de Septiembre de 2009

Soy hincha del Curi, al carajo lo demás

Por


Por Leonardo Salazar*

La frase de cabecera es: “Si esto es ser campeón, qué lindo es, pero siempre será más emocionante ser hincha del Curi”.

El partido donde más grité un gol no fue ante Colo Colo en el Monumental o cuando le ganamos a Católica en La Granja. Tampoco fue el del empate ante la U o el del “paragua” Rodrigo Riquelme, ante Puerto Montt, ese que nos dio el título de Segunda y el ascenso por primera vez al fútbol grande.

El gol que más he gritado en mi vida lo convirtió Ulises Rodrigo Sáez (hoy ariete de Lota Schwager) en Los Andes, el 2004. Fue para ganarle a Trasandino en Tercera División, y yo hasta me olvidé de mi panza blancucha y me saqué la polera para celebrarlo.

Fue ahí también cuando con el “Mono” -amigo al que antes, cuando era del Colo, le decíamos “Barti”- sellamos una especie de pacto. Todo era Curicó Unido y nos refregábamos en la cara quien lucía la camiseta albirroja en lugares más raros.

A veces creo que es injusto que el equipo no juegue torneos internacionales o no sea portada de algún pasquín. Pero termino convenciéndome que da un poco lo mismo. Que toda la gracia está en lo que el escudo significa para nosotros.

“El fútbol puede prescindir de todos: entrenadores, dirigentes, jugadores, simpatizantes, pero no puede seguir viviendo sin escudos, porque el escudo es lo que emociona”.

La frase es del gurú del momento, Marcelo Bielsa Caldera, ese loco tan sesudo como pasional, que llamó la atención: “Algún día un poderoso hincha de Colo Colo va a comprar la U y la va a cerrar”.

Ser hincha del Curi no es solo saltar en el tablón cantando con un tono argentino, o repetir de memoria la formación del 84, con Luis Martínez como estandarte. Ser del Curi no es decirlo, ni demostrarlo, ni siquiera sentirlo. No es solo decir que es más grande que el Real Madrid ni poner de nick la frase “no es una pasión, es un sentimiento”.

Ser del Curi es creer en el pueblo y arrogarse la definición de que el equipo “aunque sea perdedor, es nuestro”. Es creer en el progreso, pero sin dejar de lado el pasado. Es fustigar un rato a los poderosos y dar un tufillo de descreído con el sistema. Es cachetear a la eficiencia y la productividad, mandar al carajo el pragmatismo del capitalismo y darle un buen rato cuerda al ocio, a ordeñar en la mañana, pescar en la tarde y ver al Curi en la noche.

Ser del Curi es tener de ídolo a Sergio Matamba Reyes, ese que perdió toda su clase cuando fichó en General Velásquez.

Lo mejor de todo está, en realidad, más que en el gol de Sáez, en ese viaje casi mítico a Copiapó en bus, cuando lo único que hacíamos, con viejos de los que nunca supe su nombre, era discutir si debía jugar el Tal Tal Gutiérrez o Carlitos Espinosa. Lo mejor fue cuando el puente del Salto del Laja estaba vestido con largos lienzos del equipo.

Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.

Lo mejor está, parafraseando a Eric Pohlhammer, en decir la simple frase: “Yo vi jugar a Curicó Unido con mis propios ojos, y eso que todo lo que ven los ojos es ilusión. Ustedes no. Ustedes estaban en otra esperando algo. Algo intrascendente o la llegada del mesías. Yo ya había encontrado al auténtico mesías. Soy la persona más afortunada del mundo. Ustedes no vieron jugar a Curicó Unido. En qué andaban. Trepando posiciones, corriendo la carrera de las ratas. Jamás me cansaré de reiterarlo: Yo vi jugar a Curicó Unido con estos ojos de lince. Yo puedo morir en paz. El resto es literatura”.

* Autor de “Pídeme la luna. 35 años de Curicó Unido”, la historia del club.

Notas relacionadas

Deja tu comentario