Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

6 de Noviembre de 2009

“El comando de Frei es una bolsa de gatos”

Patricio Fernández
Patricio Fernández
Por

POR PATRICIO FERNÁNDEZ Y PABLO VERGARA • FOTO: ALEJANDRO OLIVARES
________________
Jorge Navarrete Poblete, alias «Pirincho», estudió en el San Ignacio, pero abandonó la religión. Sin embargo, reza todas las noches con sus hijas porque le reconoce a la fe una riqueza dificil de explicar y de la que no quisiera privar a su descendencia. Más concertacionista que DC, no está nada de optimista respecto del futuro de la coalición. Dice lo que piensa, habla redactado, admira a la generación de políticos que ahorita está llegando a su fin y no se cansa de demandarle a la suya mayor fuerza y decisión para tomar las riendas del poder. Hoy por hoy, más allá de quien gane las elecciones, le preocupa cómo diablos seguirá esta historia.
________________

¿Cuál es la verdadera pelea dentro de la campaña de Frei?

-Es una batalla circunscrita estrictamente a los egos personales. En el comando, hay básicamente tres tipos de grupos, completamente anulados y empatados entre sí: aquellos que acompañaron a Frei, incluso en los momentos en que nadie sospechaba que podía ser candidato, que hoy se agrupan en la dirigencia de Océanos Azules; otro a los que tildan de “los aparecidos”, los profesionales de la política, espacio donde están probablemente Halpern, Tironi, etc.; y los representantes de partidos. Y eso se expresa en una pugna de egos, de poderes personales, de influencias, respecto del candidato bastante bochornosas, cuando no obscenas. Varios de ellos están más preocupados de sus intereses que incluso de la suerte del propio candidato en diciembre.

¿No hay adentro distintas visiones de lo que la candidatura debiera ser?

-Probablemente en los márgenes. Pero vestir buena parte de estas peleas a partir de sensibilidades políticas distintas, es absurdo. ¿O alguien cree que en esa negociación maratónica que duró toda la noche entre el comando y representantes del Partido Radical se discutía la Educación Pública o la estatización del agua? No, era una pelea de cupos y de influencia en el comando. Y lo mismo sucede en algún sentido con Girardi cuando hizo un par de pataletas. Esta Concertación ha convivido con esas diferencias ideológicas, que en lo grueso tampoco son extremadamente sustantivas, y por tanto creo que fueron el disfraz o la pantalla para justificar algo que era bastante menos presentable ante la opinión pública.

¿Tienes la sensación que ha habido canalladas y deslealtades mayores que en otros procesos electorales de la Concertación?

-Sin duda. A diferencia de cuando las cosas andan bien, en estas otras condiciones afloran muchas de estas miserias. Y varios que en su inicio, en forma entusiasta, estuvieron por Frei, cuando las cosas se empezaron a mostrar más difíciles, no solamente manifestaron sus diferencias internamente, sino que algunos públicamente. Y otros, incluso, se desembarcaron, como Marcelo Trivelli, que no solo era miembro de la directiva del PDC, sino que en la última junta nacional proclamó a Frei. Y también de un mundo más de izquierda, más progresista, siempre vieron con dudas la postulación de Frei y ahora probablemente tratan de desligar responsabildiad respecto de un escenario que se ve bastante incierto, por no decir pesimista.

En el PPD han sido particularmente fuertes.

-Diría que a diferencia del PS que, con la conducción de Camilo Escalona -no muy elegante a ratos y en forma bastante bruta- ha mantenido todavía un nivel de disciplina notable, el PPD es distinto, porque creo que en los hechos no es un partido político como tradicionalmente los conocemos, sino una agrupación de personas que en su minuto no tuvo un espacio para hacer política dentro de la Concertación y que hoy está comandada por dos o tres personas que son finalmente los que deciden.

Si te dicen «has con la campaña de Frei lo que quieras», ¿qué harías para salvar este cuento?

-Creo que la principal deficiencia de esta campaña es que no cuenta con una épica y un relato que resulte coherente a los ciudadanos. Michelle Bachelet llegó al poder con una promesa, la de la Protección Social, y con un proyecto emblemático, el de la reforma previsional. La pregunta es cuál es la épica o la promesa de Frei, porque aquí se ha hablado de reforma constitucional, de educación pública, de reforma laboral, de aquellos problemas morales que tienen que ver con la vida moderna, en fin, todas cuestiones muy relevantes, pero sería difícil que alguien pudiera decir “ésta es la promesa de Frei”.

¿Cuál te gustaría?

-Creo que la gran promesa de Frei es mantener una obra y un legado concertacionista cambiando completamente los actores, sobre la base de gobernar con una nueva generación. Eso, en términos no solamente políticos y estratégicos, serviría para mostrar y justificar su candidatura. Porque más allá de todos los logros de esta Concertación, cuando ya se fue presidente el año 1993 resulta difícil explicarle a los ciudadanos por qué las mismas personas podrían hacer algo distinto a lo que ya no hicieron. Eso permitiría demostrar un proyecto que no sólo habla de su pasado, sino que también se proyecta al futuro.

¿Entonces, buena parte de los problemas de la candidatura de Frei, es Frei?

-Buena parte del problema de la candidatura de Frei es que él no logra transmitir esta esperanza, no logra convencer que es posible un quinto gobierno de la Concertación que haga algo cualitativamente distinto a lo que ya se ha hecho; no logra transmitir lo que reflejó primero la campaña de Bachelet y que después fue el resultado de su gobierno.

De las cartas que tenía la Concertación, ¿cuál te gustaba?

-Frei fue candidato porque los otros no quisieron, porque no estuvieron dispuestos a someterse a un proceso de primarias. La política no es un juego de méritos personales, sino de voluntad, de hambre, de condiciones, de paciencia. Y Frei es el candidato porque nadie más en esa generación estuvo dispuesto. Y respecto a las cartas de la nueva generación, me hubiera gustado que Claudio Orrego o gente como Germán Quintana o la Carolina Tohá hubieran tenido un poquitito más de hambre. La candidatura de MEO demostró que había bastante más agua en la piscina de la que creímos. Y esta generación política si sigue esperando que le regalen o que le hereden el poder, la verdad es que va a morir en el intento.

¿Cuáles son los políticos vivos que admiras?

-Admiro a Lagos. A Orrego, a Longueira, a la Carola Tohá.

¿Y los que más bien representan eso que no te gusta?

-Girardi, Novoa, Espina.


¿DC?

¿Tú eres más DC que concertacionista?

-No, soy más concertacionista que democratacristiano.

Un concertacionista medio chato, parece.

-Diría que un concertacionista crítico.

Si llegara a ganar Piñera, ¿contemplas que la DC termine gobernando con él?

-No veo a militantes DC gobernando con Piñera como ministros, subsecretarios, cercanos colaboradores. Lo que quizás veo es un conjunto de parlamentarios DC que puedan contribuir en aquellos proyectos razonables, coherentes y consistentes con la obra concertacionista, contribuyendo a articular y a generar amplias mayorías.

El 13 de diciembre va a haber un terremoto en la Concertación, especialmente si pierde Frei. Y probablemente sea más fuerte en la DC.

-En la DC hay un grupo importante de militantes y adherentes que se sienten un tanto maltratados de cara a lo que representa MEO. Cuando Marco insiste en nombrar a Frei como “el senador DC”, lo dice en un sentido peyorativo, porque él se ha cruzado con varios militantes DC en varios proyectos, sobre todo en el ámbito valórico. Y creo que lo que Marco no advierte es que en el mundo DC hay un profundo sentimiento reformista, a ratos incluso más progresista y de izquierda de lo que aparece en muchas de las expresiones que él y muchas de las personas que lo acompañan representan públicamente. Y es, además, estratégicamente incorrecto, porque si tiene la aspiración de pasar a segunda vuelta y ser competitivo con Piñera, va a requerir de cada uno de esos votos, incluso de los que ha ninguneado y denostado.

¿Crees que la DC es capaz de votar por MEO en segunda vuelta?

-Yo voy a votar por MEO si llega a segunda vuelta, lo dije hace más de un año. Pertenezco a una cultura política que se crió percibiendo lo peor de la derecha, y creo que buena parte de ese proyecto permanece intacto. No votaría por Piñera ni en segunda, ni en tercera ni en cuarta vuelta. Soy, como Eduardo Engel dijo en su columna de La Tercera, de los que les da miedo que la derecha vuelva al poder después de 20 años, porque creo que han aprendido bastante menos de lo que a ratos parece.

¿Te da miedo un posible gobierno de MEO?

-Más que miedo, me da algo de incertidumbre. Tengo por Marco aprecio personal, no diría que somos amigos, pero le tengo simpatía. Tiene cualidades indispensables para la política de hoy: un gallo directo, rápido, frontal, con sentido del humor. Sin embargo, tengo dudas de su persistencia. Nunca he sabido si estamos en presencia de una personalidad política en potencia o de un personaje.

¿Crees que esto pudo haber sido un antojo?

-Estoy convencido que esto se inició como un antojo y que en la medida en que se fueron consolidando las cifras y se fue viabilizando el proyecto, él y sus más cercanos se convencieron. Mi duda respecto a Marco es su capacidad para sostener esto en el tiempo, para ver cuánto significa más allá de un capricho y si efectivamente esto es un proyecto político en ciernes. Si Marco resultara hipotéticamente elegido presidente, gobernaría probablemente con los mismos que gobiernan hoy. Con una generación distinta, quizá, pero los mismos.

BOLSA DE GATOS

Se supone que Frei iba a ser puente de generaciones y uno ve bien poco eso. Y según dicen los rumores, más bien les han puesto la pata encima a los jóvenes que reclutaron.

-A estas alturas, negar que esa promesa se ha diluido sería una tontera. La razón para eso tiene que ver con tres cosas: es que frente a resultados electorales no muy auspiciosos, lo natural fue volver a las viejas recetas y, además, las nuevas generaciones cometieron el error de tratar de asimilarse a los políticos tradicionales. Y, evidentemente, hay mucha demanda y poca oferta de poder en ese comando. No son pocos los que más allá de los abrazos y sonrisas públicas, se han encargado de torpedear, dificultar y derechamente boicotear la tarea de estos representantes de estas nuevas generaciones en el comando.

Eso es una bolsa de gatos.

-Eso es. Una bolsa de gatos, sin duda.

¿Por qué no pone Frei un generalísimo? ¿Está medio traumado con esto de los círculos de hierro de antes?

-Frei siempre tuvo una cualidad: se rodeó de personas de gran competencia y con una clara idea del sentido del poder. Y ahora, probablemente por la misma forma en que se gestó su candidatura, ha tratado de transitar en un equilibrio bien peligroso. Y eso es quedar bien con dios y con el diablo. Ha convivido con grupos que tienen ideas distintas respecto de cómo debe hacerse una campaña. Si hay una cuestión evidente en esta campaña es la ausencia de decisiones. Nadie zanja una discusión, nadie finalmente resuelve. Y por eso es que cuando uno escucha a Frei o a sus asesores más cercanos en el área programática, a uno le da la impresión que las cosas que salen de su boca son más el fruto de una negociación interna que del obvio corolario de un proyecto común.

¿Es una catástrofe si pierde Frei la primera vuelta?

-Voy a hacerte una confesión: mi principal problema no es perder. No me desvela pensar que el 14 de diciembre la Concertación no esté en la segunda vuelta. Lo que más me preocupa a estas alturas es cómo perdemos. Soy de los profundamente orgullosos de lo que se ha hecho en estos 20 años, y me gustaría contárselo a mis hijas con la frente en alto. Y el cómo uno pierde una elección es importante respecto a cómo se interpreta lo que se hizo. Si la Concertación pierde dividida, con recriminaciones, con vergüenza, cabizbajos, va a influir en cómo se interprete la historia. Y más allá del tremendo esfuerzo que ha hecho el gobierno de Bachelet por mejorar ese final, creo que todavía hay mucha gente en la Concertación que no reconoce su militancia y habla de la obra de esta coalición no con mucho orgullo. Y eso me molesta y me pone triste.

¿Cómo se explica eso?

-Porque no entendimos algo obvio: salvo experiencias no muy dignificantes de contar, en el mundo son pocos los casos de coaliciones que hayan estado más de 20 años en el poder. Nos cuesta comprender que esto no era eterno. Y que así como uno se preparó para gobernar y lo hizo bien, también había que prepararse para cerrar el ciclo y reconstruir el próximo. Y buena parte de esa pega no la hemos hecho. No estamos sicológica ni políticamente preparados para perder. Y esa es la razón por la cual uno advierte algo de desesperación, de desazón y desorientación.

¿Es MEO el cuervo que le saca los ojos a la Concertación? ¿Tiene también los pecados de la Concertación encima?

-Sin duda, más allá de todas las cualidades de Marco, y lo decía Carlos Peña el domingo, MEO es también el fruto del hastío y del cansancio de los ciudadanos respecto a muchas prácticas de la coalición, que son completamente deleznables. Marco en algún sentido también es fruto o el niño símbolo del deterioro de la dirigencia concertacionista. El que Marco esté donde está hoy es responsabilidad también de la intolerancia, de la poca flexibilidad y del acabronamiento de buena parte de los cuadros políticos que hoy toman las decisiones. Hay una cuestión que me molesta del discurso de Marco, y es pensar que todos, incluido él, no tenemos pasado. Marco llegó a ser diputado probablemente como muchos de los que él hoy critica, con un fuerte subsidio, que poco tenía que ver con sus méritos personales. Soy escéptico de que la candidatura de MEO represente todo esto nuevo que se pone frente a la opinión pública. Más bien creo que ahí se replican muchas prácticas que son las que él mismo denosta de la coalición que lo vio nacer y que le permitió estar donde está.

LA DERECHA

Dijiste que le tenías miedo a lo que la derecha le puede hacer a Chile. Háblame de los miedos a la derecha. Por qué te carga.
-No le creo a la derecha. Nosotros no hemos sido capaces de denunciar cierto travestismo de la derecha política. Que Piñera conteste en un debate que los bancos abusan y que él propone una suerte de Sernac financiero, cuando se han opuesto sistemáticamente a mayores regulaciones y él hizo su fortuna en este sector, me parece francamente increíble. Que diga de buenas a primeras que su promesa para los próximos cuatro años es crecer en promedio al 6% o generar un millón de empleos, es un carril que los propios economistas de la Alianza en privado reconocen. O que hoy se muestre entusiasta de la protección social, cuando hace menos de un año decían que esa era la razón por la cual Chile no crecía. El debate público ha sido de una laxitud y de una impunidad verbal impresionante.

Piñera vende en buena medida ser algo así como el menos derechista de la derecha. ¿Te lo compras?

-Creo que de las cosas que me importan, la derecha de Piñera es mucho peor que la que representa Longueira. Piñera representa esa derecha promiscua en las relaciones políticas y en las económicas; esa derecha algo intolerante, que mira por arriba, que no escucha, pisotea; calculadora, práctica, del proyecto individual y no la del sueño colectivo. Y es una derecha a la que le tengo mucho más miedo que a la de Longueira.

¿Y cómo crees que sería un gobierno de Piñera con la UDI?

-A estas alturas, creo, mucha gente en la UDI se da cuenta de los peligros que significa que Piñera llegue al poder. El éxito de la UDI en los sectores populares, que la llevó a ser el partido más grande de Chile, es lo que está en peligro si Piñera llega al gobierno. Detrás de Piñera no hay un proyecto de país, no hay un sueño que tenga que ver con un cierto ideario de la derecha. Piñera en esto siempre ha sido un travesti. Pudo haber sido perfectamente un DC si el año 90 le hubieran dado el cupo a senador que le negaron. De verdad no creo que Piñera quiera ser Presidente para trabajar por la gente más modesta.

Para qué entonces.

-Porque probablemente es lo último que le falta. Ha conquistado buena parte de las cosas que en la vida quiere y el poder político le ha sido esquivo. Y por eso ha persistido y va a seguir perseverando si pierde esta elección. Por poder. Este es el poder que a él le falta y el que le falta a la derecha.

Notas relacionadas