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Cultura

28 de Diciembre de 2009

Raúl Mautz (70), acordeonista valdiviano: “Uno es ciego pero no tonto”

Por

ENTREVISTA Y REDACCIÓN: MACARENA GALLO

Es uno de los personajes más queridos en Valdivia, que todos los días toca en la esquina de la Plaza de la República. Inspiró un grupo en facebook donde todos cuentan anécdotas “del viejito del acordeón”. Aquí cuenta las suyas.
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Mi nombre es Raúl Mautz Manzano y mi sueño sería tocar acordeón navegando por el río y, ya más imposible, conocer la casa de Beethoven en Alemania. Con eso no querría más; de paso aprovecharía de conocer a mis parientes que están por allá.

Quedé privado de la vista a los ocho días de edad. Contraje un contagio en el hospital que me dejó ciego. En esos tiempos, 70 años atrás, no existían los antibióticos. La persona que se infectaba la vista, estaba condenada a morirse ciega. No conozco otro mundo que no sea el de la oscuridad. Pero eso no quiere decir que no pueda imaginarme las cosas tal como quiero que sean. Eso nos diferencia de los normales, que tienen que resignarse a lo que ven, nomás. Por eso nunca me resigné a nada.

Estudié, formé mi familia y soy feliz.

Soy profesor, titulado en la Escuela Normal de Valdivia el año 1960. Trabajé, siempre enseñando música, en varias escuelas con alumnos físicamente normales, y nunca tuve problemas. Pero para la dictadura me echaron del trabajo, cuando era director de la Escuela de Ciegos Nº 72 de Valparaíso. Pinochet fue la peor desgracia que le pudo pasar a Chile. Los profesores quedaron desamparados y nunca les han pagado la deuda histórica. ¡Es terrible! De ahí estuve en varias escuelas hasta quedar cesante.

Llegué a la calle porque toqué todas las puertas posibles, desde escribirle al presidente Aylwin hasta escribirle a la Bachelet, y nadie me dio trabajo. Pedí audiencias con el señor alcalde, pero me cerró la puerta en las narices. Decía que no representaba a una organización, ¿pero cómo? ¿Acaso mi familia no es una organización? Me aburrí de hacerme tiras las manos tocando puertas y me vine a la calle a tocar acordeón! Porque necesito mantener a mi gente y vivir yo.

Llegué a la música siendo profesor. A nosotros se nos exigía saber algún instrumento musical. Yo aprendí a tocar violín, pero desde chico ya sabía tocar acordeón innatamente. Nadie me había enseñado y eso vale la pena destacar, porque ¡nadie! ¡nadie! ¡nadie me dijo éste es el DO y éste es el FA! Yo toco por oído y solamente tengo la virtud de poder interpretar algunas cosas. Es difícil aprender música siendo ciego, y mucho más es enseñarlo. Pero así y todo, tuve varias satisfacciones y, a modo de homenaje a los profesores, toco siempre con mi delantal blanco de profesor. Nunca me lo he sacado ni lo pienso hacer.

Me gusta el acordeón porque no es tan fácil tocarlo y a mí me gustan las cosas difíciles. Me encantaría interpretar música selecta, Mozart, Beethoven, pero lo triste es que comercialmente no es muy rentable, mamita. En este momento, ¿habrá algún músico de verdad rico? ¡Lo veo difícil! Al final, toco la música que le gusta a la gente, pero pura música antigua. No toco música de ahora, como el reggetón, ¡no!, ¡noooo!, ¡Eso no! En estas fechas, por ejemplo, toco puro navideño, pero de los temas que se tocaban antes, porque la gente que me coopera no es el niño que pasa, sino el papá o la mamá, que se emocionan y cooperan porque les traigo recuerdos.

LA CALLE

Trabajar en la calle no es tan fácil. Hay personas a las que les gusta tu trabajo, pero hay que lidiar con otros que no están ni ahí y pasan de largo. Felizmente nunca me han asaltado. Pero un día le alcancé a agarrar la mano a un tipo que me estaba robando unas monedas y llamé a los carabineros. Cuando lo iban a detener, negó todo y lo soltaron. Fue una injusticia tremenda, porque yo sabía que me robó. Si uno es ciego, pero no tonto. Hay veces en que personas me tiran monedas y me llegan a la cara, a la boca, a la frente… Yo no puedo decirles nada, porque creo que no lo hacen con mala intención. Igual es penca.

También hay otros que me piden un tema y se van. Ni siquiera dan una moneda y menos un chao. Al final pasa que comienzo a hablar como loco, ¡pensando que estoy con alguien y no, po!

Yo soy radioaficionado también. Y todos los días, cuando los chicos, que cuidan los autos, comienzan a hacer sonar las alarmas, en su afán por molestar, aviso por radiotransmisor a los carabineros. No lo hago en mala onda, sino que, como además de ser ciego soy sordo, uso un audífono que aumenta los decibeles, así que ¡imagínate, mamita, cómo me llega el sonido de las alarmas! Así que si te vas muy lejos, mamita, ¡no te escucho nada, por Dios!

Ahora que se vienen las elecciones, tengo mi voto seguro. Soy de la Concertación de toda mi vida. Así que votaré por Frei. Soy un partidista disciplinado, de esos que faltan en muchas partes. Ningún candidato, eso sí, se ha preocupado de los ciegos. Aquí hay un candidato de apellido De Urresti (PS), al que mi señora le permitió que pusiera un cartel en la casa a cambio de este mundo y este otro, pero este tipo pasa al lado mío y ni me saluda. ¡Con ese ñato, nunca más! Tengo la visión clarita. Esa gente no sirve y punto. Por aquí pasa el alcalde, el intendente, el gobernador y nunca se han acercado a ver si pueden ayudarme ¡y eso que llevo 16 años y ya todos me conocen! Ni siquiera lo estoy pidiendo como ciego, sino como músico.

Pero más que la política, que es aburrida, me gustan mucho las mujeres. ¡No le veo la razón al mundo sin ellas! Me gustan rubias, morenas, flacas, estilizadas, con buen cuerpo, que se le note la cintura, ¡las gordas no! No me gustan las mujeres de la tele y menos que aparezcan en la farándula. Eso lo encuentro lo más estúpido, ¡oooooohhhhhhh! Fíjate que hay un periodista que se llama Pedro Carcuro o Canguro, que tiene o tenía un programa que se llama “De Pé a Pa” y que un día dijo que para él su programa era uno de los mejores programas que tenía. Y resulta que en el programa anterior había tenido una gran discusión por saber si una equis mujer de la televisión tenía o no calzones. ¡Imagínate, el tipo de cosas! ¡Y él dice que es el mejor programa! ¡está loco! ¿Qué le importa al otro que la mujer tenga o no esa prenda, pues! Hay personas que les gusta la lesera esa. ¡Y no lo digo de cartucho! Porque no es así.

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