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Opinión

9 de Abril de 2010

Otra estación

Patricio Fernández
Patricio Fernández
Por

Por Patricio Fernández
El ambiente político está raro. Es una de esas semanas en que la discusión toma ribetes específicos, y la política, como lugar de encuentro de muchas conversaciones, pierde algo de vigor. Los adictos al tema le encuentran el lado pero, grosso modo, son otros los asuntos que reinan. La declaración del Cardenal Errázuriz de que acá los curas pedófilos “son poquitos no más, gracias Dios”, se apoderó de montones de sobremesas. Con el perdón de su eminencia, frase más ridícula, tonta y desafortunada no se había escuchado desde hace tiempo. Esto, claro, sin contar lo espantosa que puede llegar a ser en los oídos del padre o la madre de una de esas poquitas víctimas. Algo relamido y cruel al mismo tiempo resonaba en el diminutivo “poquitos”, algo que encubre, por otra parte, la sensación de impunidad que habita en la curia. Un amigo que vive en Francia me contó que por allá el asunto está siendo tratado en las páginas policiales, no como una suma de pecadillos, sino como delitos flagrantes, como se trata los crímenes en serie, como sería, acá también, por lo demás, si la institución involucrada en los escándalos fuera cualquier otra. ¿Se imaginan a un almirante declarando que en sus barcos, gracias a Dios, los grumetes violados son poquitos no más? ¿O al director del Sename, al jefe de gendarmería, al rector de un colegio, al dueño de un gimnasio diciendo algo semejante?

Pero decía que el ambiente político está raro. Pasaron coladas las declaraciones de Piñera frente al monumento a Jaime Guzmán, en las que por ganarse el favor de la Udi aseguró aspirar a “recuperar, fortalecer y restablecer valores que un progresismo ambiguo y, a veces, muy poco identificado con el alma de nuestro país, ha ido debilitando”. A continuación agregó: “yo quiero reivindicar los valores fundamentales, que son los valores por los cuales luchó Jaime Guzmán”. De haber existido aquí una centro izquierda viva, más allá de sus funcionarios cesantes, o al menos medios de comunicación liberales, por lo bajo se le hubiera pedido explicar a qué valores se refería. Porque convengamos que Jaime Guzmán, para muchos, no es precisamente la encarnación de lo que consideramos “valores fundamentales”. Habemos los que ponemos, por ejemplo, por encima de las ideologías y las beaterías, el respeto a la vida, la democracia y los derechos humanos. ¡Pobre Guzmán! Lo mataron otros que creían que había buenas razones para matar, el otro bando de una guerra fría, que fue capaz de congelar la humanidad. A estos funcionarios cesantes de la vieja coalición, en cambio, sólo les molestó la pluma con que les tocaron las orejas. “En 20 días –dijo Piñera- pienso que hemos avanzado más que en 20 años”. Y ahí sí que se enojaron.

Hoy, martes 6 de abril (*), comenzó el otoño. Amaneció nublado y con frío, y si bien despejó más tarde, a ninguna hora hizo calor. El verano se había prolongado más de la cuenta. Quizás mañana o pasado vuelvan a aparecer un par de días calurosos, pero ya serán las sobras de una estación que terminó. Han de caer todavía muchas hojas, antes de que la oposición supere los rezongos. Los que se preguntan “¿dónde está la Concertación?”, si la quieren ver despierta y no donde duerme hoy día, debieran buscarla bien lejos del asilo en que se halla recluída. Dicen que hará un cónclave a puertas cerradas: pues bien, ahí no está. Si se la ha de buscar viva, es afuera de su funeral.
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* El texto corresponde a la editorial del presente número impreso, cuya edición se cerró el martes 6.

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