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Cultura

28 de Abril de 2010

A y B

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Por Juan José Tohá / elquintopoder.cl

Con tal de evitar que personas con las mentes distorsionadas busquen asociaciones con la realidad donde no las hay, utilizaré la metodología propuesta por Roberto Bolaño: mis protagonistas se llamarán A y B.
A es una mujer de izquierda, socióloga de la Universidad de Concepción y apasionada por el trabajo comunitario y los temas de género.
B es de derecha, si bien dice que desde que descubrieron las cuentas de Pinochet se hizo apolítico. Lo suyo es la eficiencia y la excelencia, para lo cual estudió ingeniería comercial en la Universidad de Desarrollo, donde además hizo un MBA. Al igual que Pato Navia, cada 10 palabras dice una inglés.
A habita uno de los pocos departamentos antiguos que resisten en las cercanías de la Plaza Ñuñoa, donde vive sobre 140 metros cuadrados de parquet con su pareja y su hija Ana de 8 años.
B vive en la colonia las Vertientes de La Dehesa, en una casa “tipo colonial”, que entre otras gracias tiene piso flotante fácil de limpiar y como dicen sus propietarios “uno ni se da cuenta que no es madera”. Su señora también es ingeniero comercial y si bien trabajó tres años en Procter & Gamble, ahora se dedica a criar a sus tres hijos: Isidora de 6, Matías de 4 y la recién nacida Blanca.
Los amigos de A llevan 20 años escuchando sus críticas a la Concertación en cada una de las reuniones sociales. Conocen de memoria su teoría del pacto de las elites, a través del cual el empresariado consiguió que la izquierda gobernara para sus intereses.
Los amigos de B son muy parecidos a B. Hacen asados, pero no hablan de política, sino de emprendimiento, de sus acciones en la bolsa y de sus recuerdos del voluntariado, experiencia que los marcó profundamente.
A quiere apasionadamente su trabajo, aunque es muy crítica de sus jefes. Pide más compromiso y sobre todo políticas sociales más radicales. A solo ha trabajado en la administración pública y en el fondo lo suyo es lo colectivo.
B es bueno en su trabajo. Tiene nada menos que la responsabilidad de gestionar las relaciones con los proveedores de una importante cadena de supermercados. B valora la oportunidad que le dio su empresa y sus jefes reconocen el importante aporte de B.
A acaba de perder su trabajo, la despidieron en nombre de la excelencia. Si bien tiene un post grado en equidad de género, su currículum no habla de una persona dedicada a empujar la carreta de la eficiencia.
B acaba de renunciar a su trabajo para asumir una importante responsabilidad en el FOSIS. La tarea es devolver la excelencia a un servicio plagado de operadores y de gente incompetente. B está entusiasmado ante la posibilidad de servir a su país, si bien se desempeñará en un servicio que no sabía que existía.
A es orgullosa. No entiende las razones de su despido, pero en silencio guarda sus cosas, incluída la foto del Cardenal Silva Enríquez y deja su oficina. Sus compañeros solidarizan con la mirada.
B llega a su trabajo nuevo. Su pequeña oficina con muebles anticuados y la alfombra gastada le parece motivante. Llama a una reunión con sus subalternos para hacer un “brainstorming” y así sacar el “mainstream” de lo que será su trabajo, por lo menos, por los próximos cuatro años.

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