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Cultura

13 de Mayo de 2010

Recuerda la última novela de John Le Carré: El misterio del paquistaní

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THE CLINIC
Lo del lunes en la embajada de Estados Unidos más parece película de espías. La detención del ciudadano paquistaní Mohammed Saif Ur Rehman, de 28 años, es de las cosas más raras que han ocurrido en el último tiempo. Su detención en la embajada de Estados Unidos, acusado de haber estado manipulando tritalita, colocó a los sistemas de seguridad nacionales más que nerviosos. El tranquilo estudiante de hotelería que vivía en una pensión de Erasmo Escala y que quería renovar su visa para viajar a Estados Unidos, se convirtió en foco de una investigación por terrorismo internacional.

El joven es un enigma. Maneja al menos cinco idiomas: indi, pashtun, urdu, inglés, francés y algo de español. Lo describen como culto y muy reservado, con algo de rigurosidad. Según quienes han accedido a él, no se ve desesperado. Sus respuestas, dicen, son casi de manual, algo frías.

La forma en que él ha descrito las circunstancias de su detención también mueven a inquietud. Concretamente, el detenido ha dicho que fue citado por la embajada por problemas en la visa que estaba pidiendo para entrar a Estados Unidos, por un problema que había con su nombre. Según su versión, fue detenido por los guardias y luego de una revisión de su bolso y ropas le “aparecieron” trazas de explosivos. Él no ha explicado la presencia del compuesto en sus manos y ropa.

Su historia comprobable es igual de extraña. Según se ha determinado, llegó a Chile desde Islamabad, en Paquistán. Aunque antes había estado en Londres, donde trabajó en un Mc Donald’s y al parecer ya reporta un viaje a Estados Unidos, donde tiene un hermano. En su casa, además, la policía no encontró nada sospechoso.

El tema es que en el actual estado de la investigación pocas cosas son descartables. Y que hasta dan para novela de espías. De hecho, parte de la historia recuerda a la última de John Le Carré, “El hombre más buscado”, que es la historia de un joven que llega a Alemania y que cae en manos de espías demasiado celosos que lo suponen un terrorista profesional y que se lo disputan a otros que pretenden condenarlo, reclutarlo y convertirlo en doble agente para después mandarlo a infiltrarse a un grupo radical islámico. Y a esto hay que sumarle equipos de la CIA trabajando el caso a su modo, en el más fiero de los secretismos.

Bueno, dicen los investigadores de este asunto, esto está recién partiendo y puede tener sorpresas, porque algo no cuadra mucho, como sienten hasta los vecinos de Mohammed Saif Ur Rehman en Erasmo Escala, que lo recuerdan como alguien que se tomaba un jugo en el café Che Ricardito y leía. O el arrendatario de la pensión que lo recuerda jugando con su hija de tres años. “Me han preguntado incluso si andaba con turbante! Jajá, piensan que rezaba todo el día o que era un Osama. ¡Era un tipo súper normal! Uno nunca tiene que meter las manos al fuego por nadie, pero si me piden mi opinión, no creo que él estuviera haciendo una bomba. Ayer cuando allanaron su pieza no encontraron nada que indicara eso”, dice el hombre. Y en eso no le falta razón, porque por lo que se ha recopilado, el hombre según se han enterado era religioso, guardaba los viernes y oraba todos los días, pero le gustaba mirar chilenas.

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