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4 de Septiembre de 2010

Los billetes perdidos del hermano de Augusto Pinochet

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* Dos hijos de Gerardo Pinochet dicen que a su padre le robaron una millonaria fortuna.
De la herencia de Gerardo Pinochet Ugarte poco se sabe. Mientra dos hermanos reclaman que la plata desapareció con la muerte de su padre, otro asegura que se gastó en tratar el cáncer que sufría. Hoy la familia está dividida y enfrentada. Acá, la historia del segundo hombre del clan Pinochet Ugarte y las cartas inéditas que le envió a su madre y a Augusto Pinochet en plena dictadura. El tema central del epistolario: el dinero. “Mamá, dígale a mi hermano Tito que me nombre en otra sección o departamento y ascendido. No estoy bien de sueldo y mezclado con gente veleidosa, peladores, envidiosos y rotos, que son pacos jubilados. No tengo la costumbre de mezclarme con esta clase de gente”, escribió Gerardo en 1975.

POR JORGE ROJAS G.

Dos semanas después de enterrar a Gerardo Pinochet Ugarte, su viuda y su hijo fueron a la Compañía de Seguros Chilena Consolidada. Era julio de 1993 y los dos querían empezar a hacer los trámites para cobrar la póliza que el hermano menor del ex dictador suscribió en 1964, apenas entró a trabajar al mineral de cobre de El Salvador. En la oficina ese día les dijeron que la plata bordeaba los 100 millones de pesos, pero que había que hacer la posesión efectiva, un papeleo que además –pensaban ellos- les permitiría acceder a todos los dineros que el muerto tenía repartidos en varios bancos: US$60 mil en el Banco de Brasil; $50 millones en el BCI y otros 50 en el Banco de Chile.

A las tres semanas, Arturo Pinochet Ubilla, el hijo de Gerardo, regresó a la aseguradora con la posesión efectiva. Lo atendió la misma ejecutiva. Pero no pudo salir de la empresa con los 100 millones. Le dijeron que ahora en los archivos su padre no figuraba como cliente.

El problema no sólo lo tuvieron allí. Gerardo Pinochet, según sus hijos, murió sin testamento y todo su dinero desapareció antes que el finado se enfriara. Hoy, después de 17 años de búsquedas infructuosas y de eternas discusiones con sus primos, los hijos del dictador Augusto Pinochet, sobre dónde está el dinero, ellos tienen sus sospechas de qué ocurrió con la herencia.

-Acá hubo manos negras. Mi padre tenía una fortuna, pero también creo que debe haber sido palo blanco, porque él tenía sus negocios con mi tío Augusto y con mi tía Isabel. Todos los abogados me han dicho que no pueden seguir adelante en la investigación de la plata porque hay gente muy poderosa. Él tenía dinero en distintos bancos, pero allá dicen que mi padre nunca tuvo plata. Mi madrastra fue a hablar con mi tío, pero él no la quiso recibir, y le mandó a decir que no le iban a dar más plata porque ya se habían gastado la que les había dejado mi padre -acusa Gerardo Pinochet Tobar, hijo único del primer matrimonio del difunto.

Del clan Pinochet Hiriart, Gerardo dice haber recibido algunas señales: “Augustito siempre me comenta que mi padre me dejó plata para la vejez, pero que no es el momento de pasármela. ¡Pero ya tengo 60 años! Ellos no les quieren dar a los Pinochet Ubilla porque siempre dijeron que una vez que falleció mi padre, habían pasado por la libreta familiar hasta a los perros de la casa, queriendo decir que todos se estaban colgando del apellido Pinochet”.

LAS FAMILIAS

Gerardo Pinochet Ugarte nació el 27 de febrero de 1917. En su juventud fue marino mercante y trabajó en una agencia de aduanas. En ese tiempo dejó embarazada a Adriana de las Mercedes Figueroa, una empleada que la familia tuvo en Viña del Mar. De ese encuentro nació Juan Leonel Figueroa Figueroa, hijo que nunca fue reconocido.

En 1947, Gerardo Pinochet se fue a la salitrera Pedro de Valdivia, donde conoció a Mirza Tobar Villavicencio, una telefonista del lugar con quien tuvo a su segundo hijo en 1951: Gerardo, el único descendiente de ese matrimonio, que acabó en 1956, cuando el segundo hijo de los Pinichet Ugarte regresó a Viña del Mar, donde conoció a Olga Ubilla. Ocho años después se instaló en el mineral de El Salvador, trabajando para Codelco. Con Olga Ubilla tuvo cinco hijos: Arturo, Marcelo, Jacqueline, Ana e Isabel.

Mientras Gerardo trabajaba en el norte, Olga cuidaba de los hijos en Santiago, en la casa de Campo de Deportes que había comprado. Pese a que sus hermanas sí aceptaban su nueva relación y también a los hijos nacidos de ella, su hermano Augusto Pinochet y su esposa Lucía no soportaban que Gerardo se hubiese emparejado con otra mujer y menos a los hijos de la pareja.

-En alguna oportunidad, mi tío se trató de acercar. Me enviaron donde una secretaria que me preguntó cuáles eran mis intenciones. Yo le dije que necesitaba trabajar. Me dijeron que me esperara un tiempo, pero nunca más volvieron -recuerda Arturo Pinochet Ubilla.

Con Gerardo, hijo del primer matrimonio, el ex dictador tenía un trato preferente, aunque tampoco lo ayudó nunca. Había cariño. Poco, pero había.

-Antes de meterme a la Armada, en 1972, le fui a pedir trabajo a mi tío. Él ya era comandante en jefe. Yo quería entrar a la ENAP, pero él no me quiso recomendar. “No me quiero quemar, porque después más adelante van a ver las consecuencias con estos rotos”, me dijo. Al final me echó de la comandancia diciendo: “ándate, que ya no tengo tiempo” -recuerda Gerardo Pinochet Tobar.

HERMANO, AYÚDAME

El 27 de mayo de 1975, Gerardo encabezaba una carta a su hermano así: “Excelentísimo señor Presidente de la república de Chile, General de Ejército Don Augusto Pinochet Ugarte, Edificio Diego Portales, Santiago; Querido hermano Tito”. La carta era para pedirle plata al dictador. Decía: “Hermano, ésta tiene por objeto para recordarte sobre lo que conversamos en tu casa cuando me invitaste a almorzar sobre mi aumento de sueldo y nueva calificación de ayudante del delegado de gobierno, que solicitó el capitán de corbeta señor Jorge Ibarra Gálves. Pero el nuevo gerente general Carlos Soto Soto se opuso terminantemente a mi mejoramiento, en cambio a la gente que quedó de los otros gerentes anteriores todos están mejorados… Yo hermano estaba muy contento por estos pesos que iba a aumentar servían para aumentarle la mesada a nuestra mamá”.

La mayoría de las cartas de Gerardo tienen ese fin. Siempre le está pidiendo plata a Pinochet. Entre sus papeles, también hay una manda a la Virgen (ver recuadro).

Igual que su hermano, Gerardo era anticomunista. Hay vestigios de eso en sus cartas. En una, fechada en septiembre de 1976, le cuenta que en su trabajo sus jefes “han colocado a mucha gente de la UP comunistas y de la DC de izquierda”.

Su hijo también recuerda episodios:

-Una vez peleé con mi padre porque me invitó a comer y yo llevé a la casa a un amigo que era comunista y cuando estábamos en la mesa, con dos copetes, salió la discusión del comunismo. Al final terminó corriéndolo. Le dije que si corría a mi amigo yo también me iba y nos fuimos. Pero mi papá se enojó. Me dijo: “Preferí a los comunachos” -recuerda Gerardo jr.

Para el golpe, Gerardo estaba en El Salvador, trabajando en Codelco. El que su hermano se tomara el poder le permitía descargarse de lo que veía en su trabajo:

-Me corresponde moralmente reiterarte lo que acontece en el momento actual con la maleza que quedó de la UP y la DC en la Compañía de Cobre El Salvador. Resulta que el gerente general, Carlos Soto Soto, que llegó de Lota y fue nombrado por Andrés Zausquevich y el ex-ministro de minería, general Agustín Toro Dávila, sigue los mismos pasos de los antecesores en el cargo, Arturo Barriga C. y Gastón Veloso Fiol, que son antimilitares y hacían reuniones clandestinas en el mineral. Te puedes dar cuenta que este señor está muy aleonado por toda esta pandilla para seguir el mismo camino -le escribió en una correspondencia fechada el 8 de mayo de 1975.

Pero la tónica de las cartas es mandar el zarpazo. Aunque había sido ascendido a supervisor en 1975, le seguía llorando al dictador porque consideraba que se merecía más. En agosto de 1976 le escribió a Augusto:

“Tito, nuevamente tendré que molestarte y quitarte un poco de tiempo para recordarte el gran favor que te pedí tiempo atrás sobre la compra de casa o departamento, como tú sabes soy el más empelotado de la familia, cada vez que salgo de vacaciones tengo que pagar las ganas en pensión y dejar hasta el último cobre juntado durante el año, por no tener un lugar donde llegar, por eso hermano sería muy esencial que tú me ayudes en la compra de este favor que yo te pido, espero que algún día te lo pagaré con la ayuda de la Virgen del Carmen”.

En paralelo, Gerardo también se quejaba con su madre, Avelina. “Mamá, dígale a mi hermano Tito que me nombren en otra sección o departamento y ascendido. El motivo es que no estoy bien de sueldo y además mezclado con gente veleidosa, peladores, envidiosos y rotos, que son pacos jubilados. Yo no tengo la costumbre de mezclarme con esta clase de gente”, le escribió a la mujer el 15 de julio de 1975. 15 días después le agregó con resignación: “mamacita en vista que mi hermano Tito no arregla su montepío y tampoco quiere o no puede arreglarme el aumento, dejémoslo a la voluntad de la Virgen del Carmen… si yo hubiese sido el Tito, lo primero que habría hecho habría sido arreglar su montepío y con una buena mesada. Para la madre no hay que fijarse”.

Pese a las cartas, Arturo Pinochet Ubilla niega que a su padre le interesara la plata. “Mi padre decía que no había que aprovecharse de que el hermano fuera presidente. De hecho cuando lo ascendieron a supervisor le correspondía cambiarse de casa al sector donde estaban los americanos, pero él se quedó en el mismo lugar, porque era más tirado al pueblo”, dice. Pero su hermanastro Gerardo asegura que a su padre le gustaba mucho el dinero:

-Mi padre lo único que quería de mi tío era que él lo ayudara, que quiero plata, que aquí, que allá. Mi padre tenía plata, pero era llorón. El viejo era avaro -dice.

Otra carta a Augusto, de marzo de 1978, reafirma eso:

“Hermano resulta lo siguiente: yo llevo como dos años estancado en la misma escala 5, con más de 14 años de servicio en la empresa. En cambio, empleados supervisores que ayer entraron, entran con una buena escala de 8 ó 9. Yo tiempo atrás te hice ver a ti de esta injusticia y la respuesta que tú me diste fue que hay que aplicar el escalafón, en circunstancias que era tu hermano el que te lo pedía, en cambio para otros no hay escalafón… Tú comprenderás hermano que yo tengo 4 niños y mi mujer donde hay que vestirse, comer y soy yo el único que tengo que afrontar. También con decirte que hace varios meses que no he podido ayudar a nuestra madre”.

A pesar de los lloriqueos, no hay constancia en las cartas que Augusto Pinochet lo pescara mayormente. Pero la fortuna que el hombre tenía en 1989 podría indicar lo contrario. Aunque la plata esté desaparecida.

LA FORTUNA

La fortuna del hermano de Pinochet está tan llena de interrogantes como la del general. Y sus hijos divididos sobre ella: mientras Arturo y Gerardo no tienen claro cuánto dinero tenía su padre al momento de morir -ni cómo llegó a obtenerlo, ni tampoco cómo lo perdió-; su otro hijo, Marcelo, está seguro que toda la plata se gastó en tratar el cáncer terminal generalizado que sufría.

Según Gerardo, su padre recibió en 1982 cerca de $300 millones por la venta de unas minas que tenía en sociedad con su hermano Augusto y su hermana María Inés. Esa, dice, fue la base de la fortuna. También es el argumento por el que sus hijos creen que su padre puede ser considerado uno de los palos blancos que el dictador ocupó para ocultar sus platas, avaluadas en unos US$ 21 millones, de las cuales la justicia chilena ha determinado que el 93% no tienen un origen fundamentado. En los expedientes del caso Riggs, sin embargo, no existe alusión a Gerardo como parte de la red que ayudó al general (R) a esconder dineros.

-Mi papá me comentaba que mi tío tenía sociedades con él, decía que había muy buenos negocios y que por eso había que cuidarlo. Pero nunca supe cuáles eran esos negocios, salvo que habían minas y propiedades -recuerda Arturo Pinochet.

Gerardo durante la década de los 80 se dio la gran vida, sin dejar de trabajar en el norte. Y aunque se quejaba con su hermano dictador que se merecía algo mejor, lo pasó bien.

-Mi padre tenía dos o tres nanas. ¡Al viejo le gustaba vivir bien! Le gustaba la buena mesa, juntarse con sus amigos a comer unas buenas parrilladas afuera de la casa o a hacer fiestas, porque era muy bueno pa’ ponerle -recuerda Gerardo.

Si los $300 millones fueron una buena base para empezar, en la familia de Gerardo recuerdan que el otro gran hito fue la jubilación, que ocurrió “coincidentemente” el 30 de diciembre de 1989, tres meses antes que su hermano dejara La Moneda. En el finiquito se consigna que se trató de una indemnización por 25 años de servicio, además de una “indemnización adicional especial” por otros 15 años.

En total, Gerardo Pinochet se llevó poco más de $31 millones de la época, en efectivo. Como los billetes eran tantos y no los podía meter en el bolsillo, la plata llegó a su casa de Campo de Deportes en un camión de seguridad.

-La plata de la jubilación llegó en un camión Brinks. Mi padre quería asegurarse y decía que había que tener algo con qué defenderse, porque justo mi tío se estaba yendo -recuerda su hijo Arturo. Gerardo, el hermano, agrega: “mi padre era muy desconfiado. Él no usaba billetera, sino que envolvía los billetes en papel de diario o en bolsas plásticas y se los metía al bolsillo. Siempre manejó mucha plata”

Pero así de espectacular como llegó la plata, así se fue. Y también en un camión de seguridad, un año después. Según denuncian los hermanos Gerardo y Arturo, su padre tuvo que sacar la plata de la casa porque el resto de sus hijos se la estaban robando de la caja fuerte, sin que él lo notara.

-En 1991 mi padre se dio cuenta que la plata que tenía en la caja fuerte se la estaban robando. Mi hermano Marcelo Pinochet Ubilla, una vez que mi padre estaba medio copetiado, le sacó la llave y se la mandó a hacer. En ese momento él habló con su hermano y llegó otro camión de seguridad y se llevó la plata -recuerda Gerardo Pinochet. Y agrega: “Marcelo era drogadicto y todas las cosas que robaba las vendía o se las gastaba en drogas. Por eso mi padre lo desheredó. Ahí fue cuando le pegó un balazo al perro policial de mi padre y se lo mató delante de él. De puro malo. En ese momento mi tío le dijo a mi padre que sacara la plata de la casa”.
Marcelo Pinochet niega esta historia. Reconoce haber consumido drogas, pero en ningún momento -dice- le robó plata a su padre, ni menos le mató el perro:

-Un tiempo estuve metido en la droga, pero esas son etapas, pero nunca le saqué plata a mi padre porque lo que yo le pedía a mi padre él me lo daba. Si me están acusando de robo quiero pruebas de eso. Yo no maté al perro, porque a los animales los adoro.

Plata robada o no, los descendientes de Pinochet tampoco se ponen de acuerdo sobre qué pasó con los dineros. Mientras Marcelo sigue convencido de que nunca hubo minas, ni negocios con éstas, que la plata de la jubilación se gastó toda en la enfermedad y que todo es una fantasía de Arturo; Gerardo y Arturo creen que en el destino final del dinero algo tuvieron que ver sus primos: los Pinochet Hiriart.

¿DÓNDE ESTÁ LA PLATA?

La viuda de Gerardo Pinochet Ugarte, Mirza Tobar, murió al mes que su marido, en agosto de 1993. Ni el tiempo ni los fracasos han conseguido que Arturo y Gerardo se den por vencidos en la búsqueda de los supuestos millones que quedaron dando vueltas. El más comprometido es Gerardo, que 17 años después no se resigna a creer que no existan bienes, porque su padre alguna vez le dijo que él sería su único heredero: “Por eso también imagino que mis hermanastros me empezaron a tomar mala”.

Con el familiar que sí se llevaba bien, dice Gerardo, es con el general. Tanto, que el ex dictador, antes de su detención en Londres, lo ayudaba con $400 mil mensuales para tratarse una enfermedad. Los gestos siguieron al regreso de Inglaterra, aunque según Gerardo, su primo Augustito comenzó a “cortarle la cola” a los “cariñitos” que le hacía su tío. The Clinic trató de conocer la versión de los Pinochet Hiriart, pero Augusto II declinó referirse al tema.

-Él nunca quiso que yo estuviera al lado de mi tío. Una vez me regaló una camioneta cero kilómetro y Augustito la vendió y me pasó una camioneta del año 60 que venía casi sin motor. Otra vez, mi tío me iba a mandar cuatro millones de pesos para que me comprara un terreno. Mi primo me hizo firmar el cheque, lo fue a cobrar y nunca más apareció con la plata. Mi tío pensaba que yo recibía la plata, pero nunca la recibía o sólo a medias, porque Augustito se quedaba con la mitad. Y los escoltas de mi primo me decían, porque ellos se daban cuenta. Me decían: ‘oiga, don Gerardo, su primo se lo está cagando con la plata que le manda su tío’ -recuerda Gerardo.

Gerardo no para en sus quejas contra Augustito. Aunque también reconoce sus errores y sincera que anda buscando el dinero “porque estoy bien cagado porque me metí con puros huevones chantas”. Y ahí reaparece su primo, porque él culpa de todo a Augusto II:

-Estuve trabajando en importaciones, pero me metí con huevones chantas, los mismos amigos de Augustito. Ellos me abrieron cuentas y pidieron créditos a mi nombre. Hoy debo como $8 millones en los bancos y estoy metido hasta el fondo. Es que yo soy muy franco para mis cosas y también muy huevón, porque soy muy abierto.
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LA MANDA DE GERARDO
El 20 de mayo de 1975, Gerardo Pinochet Ugarte hizo una manda a la Virgen del Carmen. En ella colocó diez penitencias para que se le cumplieran sus deseos. La oferta a la virgen era que él cumpliría este régimen durante siete años. Entre las tareas más raras están:
-Tomar solamente 2 ó 3 copas de vinos en las comidas y almuerzo.
-Tomar solamente un Borgoña en fiestas o pichangas, ya sea con frutillas, duraznos, damascos, guindas, cerezas, ciruelas, melones, chirimoyas, plátanos, piñas y chichas. Una vez que ya me sienta un poco mareado, no tomar más.
-Tener relaciones con mi mujer cada 10 días, los 7 – 17 – 27.
-Día por medio durante 20 minutos, en las mañanas levantar 3 veces las pesas, de muñecas, la mediana y la grande.
-Después de esos ejercicios ducharse con agua helada un buen rato.
-Seguir el número reservado de la Polla de Beneficencia el 0775, hasta completar los 7 años de la manda.
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LAS CARTAS
Aprovechando la cosa tecnológica, reproducimos aquí la totalidad de los textos a los que The Clinic tuvo acceso y que aparecen extractados en este reportaje.

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