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Nacional

4 de Octubre de 2010

Escándalo por abusos sexuales del “cura Pancho”: Está la zorra en Putaendo

El cura la llevaba en el pueblo y hasta algunas feligresas lo encontraban buenmozo. Organizaba bailes, procesiones, dirigía una radio y lo habían declarado hace poco HijoIlustre de San Felipe, la capital provincial. Pero todo se le derrumbó la noche que los detectives lo tomaron preso acusado de abusos sexuales y violación.

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El sábado 9 de septiembre, los habitantes de Putaendo, en la V región, se amanecieron con la noticia de que su querido “Cura Pancho”, Francisco Valenzuela Sanhueza, de 49 años, estaba preso desde la noche anterior acusado de abusos sexuales, violación y estupro contra tres niñas que participaban en el coro de la iglesia.
Desde entonces que el pueblo no ha vuelto a ser lo que era. A los enjambres de reporteros que antes de las fondas irrumpieron en la plaza y en la misa, se han sumado ahora los cotilleos del vecindario.

Y la incredulidad.

-El cura Pancho era muy preocupado por la gente. Se le tiene que haber metido el diablo -explica una vecina.
Es que a los putaendinos les cuesta convencerse de que el mismo sacerdote que inventó la Fiesta San Antonio de Padua en el pueblo y que los convocaba para una procesión multitudinaria cada 1 de noviembre hasta el cementerio que cerraba en una misa de difuntos, hoy esté preso por abusar sexualmente de niñas cuyas familias eran cercanas a su iglesia.

Estamos hablando de una autoridad, que recién este año había sido nombrado ciudadano ilustre para las fiestas de aniversario de San Felipe, la capital provincial y que al momento de su detención era capellán de varios colegios del pueblo, además de director de Radio Encuentro de San Felipe y ocasional columnista del diario El Observador. Valenzuela Sanhueza ya había doblado su período en Putaendo, quedándose bastante más de los seis años de estadía que estaban establecidos inicialmente y justo la semana antes de ser detenido había organizado un baile de beneficencia pro reconstrucción de la iglesia de 281 años, clausurada desde el terremoto de febrero. Su misión, dicen los vecinos, era arreglar la iglesia y después se iba.

-Esto fue muy impactante para todos, porque el cura ayudaba mucho a la gente. Hacía misas muy lindas. Desde el día que lo detuvieron la gente anda callada, no quieren tocar el tema. Siguen llorando por él, porque fue mucho el impacto -dice la putaendina Marta Araya.

El cura era carismático. Algunas vecinas hasta dicen que “buenmozo”, a pesar de su gordura y canas. “No era nada de feo”, dicen otras.

Atractivo o no, Valenzuela Sanhueza hoy espera en una celda de la cárcel de San Felipe el término de los noventa días que durará la investigación que lleva adelante la Fiscalía. El día que lo formalizaron sólo hizo un comentario: “voy a reconocer mis errores”.

SALÓN DEL PERDÓN

El “Salón del Perdón”. Ahí dicen los fiscales que se cometían los abusos. Benjamín Santibáñez, el fiscal del caso, dice que lo que se ha podido reconstruir hasta ahora es que todo comenzó cuando los padres de JVGO, de 16 años, fueron alertados por un cercano a la iglesia de los abusos a los que el cura sometía a su hija.

Incapaz de declarar, dos semanas antes de la detención del cura Pancho, la niña escribió en una carta lo que había estado viviendo desde el 2004.

-Esta menor llegó a la iglesia precisamente para prepararse para hacer su primera comunión. Termina su primera comunión y pasa a ser acólita -explica Santibáñez.

Entonces, cuando ya era acólita de la iglesia, es cuando se habría registrado la violación que hoy se investiga.

Iniciada las pesquisas, la PDI encontró otros dos casos de jóvenes abusadas por Valenzuela: una de 19 y otra de 21 años, quien tiene un hijo de 4. Aunque las dos hoy son mayores de edad, los cargos contra el cura Pancho son por abusos sexuales realizados cuando ambas eran menores de 18.

-Las tres víctimas fueron acólitas en la parroquia San Antonio de Padua, cercanas a la iglesia. Trabajaron en las misiones que se efectuaban en los distintos sectores. En ese contexto el cura las conoce y ahí empieza un acercamiento hacia las menores, hasta que comienza a abusar sexualmente. En dos casos hay acceso carnal, es decir, violaciones -explica el fiscal Santibáñez.

Los abusos, el sacerdote los realizaba en la casa parroquial y en el dormitorio de la oficina parroquial, un lugar que llamaba “la sala del perdón”.

El fiscal se encuentra tomando declaración a otras acólitas, al tiempo que se realizan pericias sicológicas al sacerdote y un examen de ADN al hijo de la joven de 21 años, que determinará la paternidad del niño.

-Respecto de la paternidad, la joven tiene dudas de que pueda efectivamente el sacerdote ser el padre, pero no tiene certeza plena, por lo que hay que hacer las pericias pertinentes. El sacerdote dice que la niña le había dicho que el padre era otra persona. Lo más probable es que haya que pedir prórroga, más tiempo de investigación, porque un examen de ADN se demora alrededor de seis meses en estar listo -dice el fiscal.

El cura Pancho, explica el fiscal Santibáñez, arriesga hasta diez años de cárcel por abuso sexual, bastantes más de los 4 de condena que le dieron hace algunos años al vecino sacerdote Juan Carlos Orellana Acuña, cura de la parroquia de la comuna de Santa María. Orellana fue condenado por abusar de una joven de 17 años, a quien besaba en el altar de la iglesia, en una casa de Los Molles y en su auto.

Mientras dure la investigación, Putaendo tiene nuevo cura: Pedro Salinas, que llegó desde Llay Llay a reemplazar a Valenzuela el mismo fin de semana de su detención. En la casa parroquial permanece el San Bernardo del sacerdote preso, “Toñito”, ladrando a través de los barrotes de la reja.

Y el pueblo intenta acomodarse a la nueva situación. Gracias al nuevo cura, no faltaron misas en Putaendo. Y vecinas que comentan las cosas. Una de ellas cuenta:

-El domingo en la misa, la niñita que denunciaba los abusos figuraba igual cantando en el coro. Y la mamá llora toda la misa.

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