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Nacional

10 de Noviembre de 2010

El día más triste: Carta a Eugenio Tironi y los demás a los que no nos entienden

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Por MATÍAS MEZA-LOPEHANDIA

“Lo q me pregunto es por qué se han llegado a depositar en [Marcelo Bielsa]… tantos ideales.” @eugeniotironi

“-¿Cómo se siente Sr. Nasur?
-Muy bien porque con este triunfo el fútbol es el que se fortalece….”
Miguel Nasur saliendo del Consejo de Presidentes de la ANFP tras la derrota de Harold Mayne-Nichols-

Acaba de terminar el 166° súper clásico del fútbol chileno. Acaba de terminar también una semana dura para los amantes del juego más hermoso del mundo. En estos días vimos abandonar la escena a dos grandes de nuestro balompié, hombres de otra época, con otros valores, enamorados del fútbol y su lírica, que intentaron hasta el final defender el último espacio gobernado por la idea del fútbol por el fútbol. Y lo hicieron, no solo con la hidalguía propia de los románticos, sino también con una incontestable eficiencia, que hizo su derrota sencillamente inexplicable, inesperada y por lo tanto, más dolorosa.
Se trata, como casi siempre, de una crónica anunciada. Anunciada desde el día en que la clase política informó al respetable, y a su coro de periodistas zalameros, la entrada en vigencia de la esperada Ley de Sociedades Anónimas Deportivas. A partir de ese histórico momento, la modernidad finalmente penetraba al fútbol: ahora, la vieja lógica del club, anquilosada e incapaz de hacerlo despegar, daba paso a una nueva forma de gobernar, el lucro. Se levantarían estadios primermundistas, infraestructura para escuelas formativas, el torneo elevaría su nivel para disputar el liderazgo continental, en fin, estaríamos dando otro paso al anhelado desarrollo. Y tal vez lo más importante, se erradicarían las mafias chupasangre que tenían a nuestro fútbol empantanado en lógicas pre-modernas y corruptas, las cuales serían reemplazadas por la pulcra casta empresarial.
Pasados cinco años de este hito, me digo a mi mismo, “mismo, menos mal que le entregamos el fútbol a los empresarios”. Si no, no tendríamos las deslumbrantes figuras que hoy brillaron en el gramado del Nacional remozado (por el Estado, pero bueno, nuestra pujante clase empresarial se merecía un último empujoncito ¿no?). Qué notable Wilchez, Carlos Bueno, Cámpora y ese Clara, ¡uf!, de otro planeta. Realmente una delicia.
Me aterra pensar que pudimos habernos quedado estancados en esa oscura década de los 90′s. Época de estadios rebalsados de público pelafustán, planteles con jugadores de poca monta como Pipo Gorosito, Beto Acosta, Charly Vásquez, Leo Rodríguez, Raúl Heriberto Aredes, Súperman Vargas, Tigre Traverso, Calamar Espina, Ivo Basay, Claudio Borghi, y un sinúmero de bataclanes que rellenaban los planteles de los equipos chicos como Marcelo Fraccia, Otto Arancibia, Gerardo Rabajda, Mario Lucca, Coto Sierra, Pony Ruiz, Pablo Caballero o Hugo Brizuela. Puros buenos para nada más que para la juerga, que nunca en su vida vieron un balón. Para qué recordar la escandalosa escena internacional, con papelones como Colo-Colo ’91, campeón de la Libertadores, Católica ’93, sub-campeón y los semifinalistas U de Chile ’96 y Colo-Colo ’97.
Gracias pulcros empresarios. Gracias al cielo, a dios y a la tierra que finalmente lograron extirpar lo último que quedaba de aquella época oscura, que se complacía con esas banalidades. Y pensar que la resaca de ese tiempo seguía enquistada en la ANFP, con un discurso patético de igualdad, ¡cómo si importara levantar a los clubes chicos para mejorar el campeonato! ¡qué ridiculez!
Lo bueno es que ahora estamos en manos de gente sabia y prudente. Personas que saben como repartir platas de manera que el club más rico y poderoso siempre tenga más y mejor y que el club pequeño y pobre siempre mantenga su sitial. Personas que sabrán comparar barato y vender caro, gracias a su secular experiencia de mercaderes. Personas que sabrán saquear las riquezas del fútbol chileno, como hicieron con el Colo-Colo 2006 sin que nos diéramos cuenta. Porque ahora lo que antes era un indeseable dirigente ladrón, hoy es un prestigioso empresario retirando utilidades. Y no nos confundamos. Mayne-Nichols siempre apoyó las SAD, pero lo hizo como una estrategia para desarrollar el fútbol, no como una forma de incrementar su propio patrimonio.
Por eso lloramos, Eugenio. No porque Bielsa o Mayne-Nichols sean unos santos, sino porque eran el último bastión contra la privatización a ultranza de nuestro fútbol. El último dique contra los que están en el fútbol para convertirlo en un negocio, en su negocio. Lo mismo que hicieron con la educación, con la salud, lcon la previsión y en general, con nuestras vidas. Por eso lloramos Eugenio.

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