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Cultura

25 de Enero de 2011

Babyshower: Un arquetipo de la maldad

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El guionista de teleseries Pablo Illanes (“¿Dónde está Elisa?”) asumió el desafío de realizar su primer largometraje, “Baby shower”, sin guardarse nada. Fiel a la idea de que en la ópera prima el realizador debe volcar todo que es y, en especial, sueña y teme, Illanes se concentró en una prolongada escritura de guión, sumamente privada según él mismo ha contado, y luego emprendió la tarea de rodar la película en una ficticia localidad rural, Los Cipreses.

Hasta ahí llegan cuatro mujeres treintonas a visitar a una amiga que se apronta a dar a luz a un esperado hijo. La embarazada Ángela (Ingrid Isensee) recibe entonces en su casa campestre a Olivia (Claudia Burr), Ivana (Sofía García), Manuela (Francisca Rojo) y Claudia (Francisca Merino), para celebrar el “baby shower” del retoño que viene. Todo parece normal, salvo que en las cercanías de la parcela una secta liderada por Soledad (Patricia López) se entrega a extraños ritos.

Dividida claramente en dos partes, “Baby shower” es más un viaje a la pesadilla de la carne y el deseo que una estricta película de terror. En la primera parte, marcada por la acción en la casa de Ángela, el clima entre las amigas se enrarece cuando entra en escena un joven capataz sin camisa y luego se pone más denso cuando la dueña de casa revela que su marido tiene planeado irse de viaje, precisamente, con una de sus amigas. Esta situación recuerda a la película de terror “El descenso” (2005) pero también al insigne clásico de J. L. Mankiewicz,”Carta a tres esposas” (1949). Y es que Illanes, que sabe de teleseries, conoce bien el melodrama y los conflictos femeninos. Y los disfruta. Aquí “Baby shower” fluye y se nota cómo el novel director busca la toma precisa y el ritmo correcto; asimismo, las actuaciones de Claudia Burr y Francisca Rojo ayudan a que la narración consolide su interés.

No obstante, desde la aparición de un violento sicópata, garrote en mano, la película opta por la masacre, deriva al terror sado-maso e hipoteca buena parte de sus atractivos. En esta pesadilla sanguinolienta, Illanes explora de forma gráfica (apoyado por bien logrados efectos especiales) la destrucción y putrefacción de la carne a través de torturas, mutilaciones, violaciones y una eventual castración. Pero se le olvida que para que un relato sea efectivo, de Hitchcock a Polanski, siempre un personaje debe funcionar como los ojos del espectador, debe ser su guía en el laberinto de los fantasmas mentales del director. Aquí eso no ocurre, porque en realidad la protagonista es Soledad, mujer obsesionada con una ilusión perversa de la maternidad y la trascendencia, y con ella las posibilidades de sentirse identificado son más bien nulas.

También se le olvida a Illanes otro fundamento hitchcockiano: “Mientras mejor sea el malo, mejor será la película”. El sicópata aporta muy poco, al ser un arquetipo de la maldad y no un personaje en sí. De este modo, tras el recorrido algo gratuito por ese sótano de los horrores, se llega a un desenlace menos sorprendente de lo esperado.

A medio camino entre la búsqueda autoral y el cine de género, entre el melodrama y el terror menos compasivo, “Baby shower” es una primera película visceral, más catártica para su realizador que efectiva en su apuesta artística.

BABY SHOWER

Dirección: Pablo Illanes

Chile, 2011

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