Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Poder

1 de Junio de 2011

El duro hombre blando

Con el ministro del Interior pasa algo curioso. Es fiero defensor de la seguridad, el orden público y el uso indiscriminado de la fuerza pública -a los pascuenses les quedó clarito- para mantener a raya cualquier grito disidente que ose tomar una calle sin antes pedir permiso, pero la consecuencia de sus palabras ha demostrado […]

Por

Con el ministro del Interior pasa algo curioso. Es fiero defensor de la seguridad, el orden público y el uso indiscriminado de la fuerza pública -a los pascuenses les quedó clarito- para mantener a raya cualquier grito disidente que ose tomar una calle sin antes pedir permiso, pero la consecuencia de sus palabras ha demostrado tener fecha de caducación.

Desde el inicio de su gestión adoptó un discurso duro, autoritario y a veces incluso beligerante en su “guerra contra la delincuencia” y sus órdenes se cumplieron por sobre la integridad de otros como pasó en Isla de Pascua o en Magallanes cuando le hizo el favor al biministro Laurence Golborne al aplicar la Ley de Seguridad del Estado; en el proceso a los comuneros mapuche y en la detención del paquistaní Mohamed Saif Ur Rehman.

Sin embargo, esa misma línea inquebrantable que aplica para el orden público y los casos policiales de resonancia mediática, está ausente en otro puñado de decisiones que emergen desde su oficina.

Recordemos.

El 17 de mayo y después de una polémica por los efectos de las bombas lacrimógenas en la salud de las personas, Rodrigo Hinzpeter anunció con el acento de siempre que “este ministro” había decidido prohibir su uso en el control de las manifestaciones.
Una larga lista de argumentos altruistas hilaron su discurso y el vicepresidente apareció entonces como el hombre que había vetado una de las herramientas más temidas por los manifestantes.

Tres días después “este ministro” anunció que se restablecía el uso del químico basado en un estudio que publicitó en Internet.
Una semana después el ministro montaba en cólera al enterarse de la fuga del número dos de Colonia Dignidad, Harmutt Hopp. Las acusaciones hacia la justicia, a la que ha recriminado de operar con una puerta giratoria, no se hicieron esperar.

Incluso el secretario propuso calcar la usanza estadounidense y adoptar el uso del brazalete electrónico para evitar nuevas fugas.
Por este mismo énfasis fue curioso que los abogados del Ministerio del Interior, parte querellante en la causa, no se presentaran en la audiencia en que un grupo de colonos obtuvo su libertad tras ser detenidos por presuntamente haber colaborado en la fuga de Hopp.

El brazalete electrónico que recordaba las palabras parecía estar fallando y lo firmado con la mano se borraba con la muñeca.

Las bombas y colonos quedaron atrás y, como el río siguiendo, siguió el ministro del Interior con su dureza: “No se juega en La Calera. Es definitivo”, señaló el lunes muy serio respecto al encuentro que disputarán Unión La Calera y la Universidad Católica por la semifinal del Torneo de Apertura de fútbol.
No fueron tres días. Con uno bastó para que el Gobernador de la provincia de Quillota, Jorge Ebner, anunciara que “se va a permitir el partido de acuerdo a las instrucciones que nos dio el ministro del Interior”. Su jefe.

Instrucciones recibidas.

Entonces ¿no es tan duro el ministro como declara en sus apariciones sobre guerras y luchas y batallas y cárceles y grilletes? ¿Es que acaso esa dureza sólo se aplica al ejercicio de la fuerza como una maniobra política ausente en otros planos? ¿Se es de una sola línea para la represión, pero multidiscurso en otras materias? ¿O quizás acaso, y más grave, es que la autonomía del ministro llega hasta que el gran jefe diga otra cosa?
Dudas quedan.

Antes del Día del Patrimonio se anunció desde La Moneda -con el ministro como presidente en ejercicio- que lamentablemente el Palacio estaría cerrado al público por “reparaciones” ligadas al terremoto de 15 meses atrás. La decisión duró poco: desde Italia, y como si sus vacaciones fueran selectivas, el presidente verdadero dio la orden de abrir las puertas de La Moneda y al ministro le tocó madrugrar el domingo. Buena cara y sonrisa para la foto acompañaron al ministro-guía por los salones del palacio.

No se trata de cerrarse en decisiones. Capacidad humana la de recapacitar, meditar y reconocer que no se actuó como se debía o al menos, de acuerdo a consciencia. Pero es esta misma capacidad de recapacitar la que extrañó Mohamed Saif Ur Rehman cuando el ministro se negó a pedir excusas tras dar a entender en la prensa y a quien quisiera escucharlo que era culpable del delito de terrorismo antes de que la justicia lo absolviera de cualquier cargo.

Ahora, en el día mundial contra el tabaco señala que “se acabó el tiempo para fumar donde quieran, como quieran y cuando quieran. Vamos a dar un paso y ponernos mucho más estrictos en la definición de los espacios donde no se puede fumar”. Habrá que ver si llegado el momento -o el arribo del presidente fumador- está decisión dura más de 24 horas.

Notas relacionadas