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Mundo

3 de Junio de 2011

“Julián Conrado”, el vallenato guerrillero de las FARC

Esta semana, el Gobierno colombiano informó que "Julián Conrado", el músico de las FARC había sido capturado en Venezuela, por lo que iniciaría los trámites para su extradición. Conrado fue dado por muerto el 1 de marzo del 2008, cuando Colombia bombardeó el campamento de "Raúl Reyes". En septiembre de ese año, The Clinic publicó un reportaje sobre la vida y obra del cantante subversivo que hoy deberá enfrentar a la justicia de su país.

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La escena del 29 de abril del 2000 es surrealista: vestidos con sus trajes camuflados verde oliva y sus botas de goma, acompañados de pistolas, fusiles y granadas -algunos incluso con metralletas M60 o armas de artillería-, miles de guerrilleros de las FARC bailan al ritmo del vallenato que uno de los suyos canta sobre un escenario.

Es el lanzamiento del Movimiento Bolivariano Por la Nueva Colombia, un proyecto político que busca la “reconciliación” del país. Y la fiesta ha estado precedida de desfiles militares y encendidos discursos de la cúpula guerrillera. El más importante, el de Pedro Marín Marín, alias “Manuel Marulanda Vélez”, alias “Tirofijo”, el anciano líder del grupo que por ese entonces bordea los 20 mil combatientes y que hoy está muerto.

En ese entonces Colombia se encontraba en la mitad de uno de los tantos procesos de paz entre la guerrilla y el gobierno de turno. En 1998 el presidente Andrés Pastrana les había entregado un territorio de 42.000 km2 como acto de buena voluntad para iniciar las conversaciones que terminarían en 2002 con un resultado negativo. Al menos para la paz, porque los cuatro años de negociaciones sirvieron a los dos bandos: a las FARC para incrementar su tropa y capacidad militar; a Pastrana, para soñar con el Nobel de la Paz.

El recital era en San Vicente del Caguán, un territorio liberado a los guerrilleros y que equivale a la I Región completa. La música que era del grupo Los Compañeros, una banda de guerrilleros liderados por un hombre alto y flaco de lentes redondos y bigotito negro conocido como “Julián Conrado” y reclamado por tribunales colombianos y norteamericanos por terrorismo, narcotráfico y secuestro, entre otros cargos.

“Campesino, campesino/ compañero, compañero/ eres flor de los caminos/ la vida de nuestros pueblos/ Eres el mejor amigo/ eres la mejor montaña/ que ampara a los guerrilleros,” cantaba esa vez Conrado arriba del escenario. La canción tiene un ritmo que mezcla vallenato con cumbia y es difícil no bailarla.

“Julián Conrado” no sólo es la voz de la fiesta. Aparte de haber estado en las negociaciones de paz en como miembro del Comité Temático, pertenece al Frente 19 de la guerrilla, históricamente liderado por  “Simón Trinidad”, condenado a cadena perpetua en Estados Unidos por el secuestro de tres norteamericanos. Los gringos –y los colombianos, claro- también quieren ponerle la mano encima al cantante. Lo acusan de terrorismo, extorsión, asociación ilícita, narcotráfico y porte ilegal de armas; el departamento de Estado de Bush lo acusa de dirigir y controlar las políticas de las FARC para la producción, fabricación y distribución de cientos de toneladas de cocaína a los Estados Unidos y el mundo. Ellos además ofrecen 2.5 millones de dólares por dar con él. Vivo o muerto.

 

NO ESTABA MUERTO

“Conrado” en realidad se llama Guillermo Ernesto Torres y tiene 54 años. A comienzos de marzo de este año el gobierno colombiano anunció medio en jolgorio que le había dado muerte en el bombardeo en territorio colombiano que a comienzos de marzo destruyó el campamento de “Raúl Reyes”, el segundo hombre de las FARC y su “canciller”.

El conflicto diplomático que originó el ataque colombiano -que incluyó un amague de guerra entre Quito, Bogotá y Caracas- alcanzó uno de sus puntos más álgidos cuando el ministro de defensa colombiano, Juan Manuel Santos, reconoció que el cadáver que el gobierno había exhibido como el de Conrado en realidad era el del campesino ecuatoriano Franklin Aisalla, muerto junto a otras 22 personas a causa del coctel de bombas teledirigidas colombianas.

El ministro Santos, junto con reconocer que sus tropas habían muerto a un ecuatoriano en su país, debió sincerar que el gobierno no tenía idea de dónde se encontraba el guerrillero del vallenato. El error de la inteligencia colombiana sólo provocó que la leyenda alrededor del cantante creciera. Y que su música se expandiera por el resto del continente.

 

LA ESTRELLA

Apenas murió “Raúl Reyes”, una foto dio la vuelta al mundo. En ella aparecía la joven militante del Partido Comunista chileno Valeska López, junto al abatido guerrillero. El gobierno colombiano aseguró que ella y Manuel Olate, otro miembro del PC con quien había visitado el campamento, recibían entrenamiento militar. Semanas después esta versión fue desmentida y se estableció que ambos participaban de un congreso de la Coordinadora Continental Bolivariana que se desarrollaba en Quito y habían llegado hasta el lugar para entrevistar a “Reyes” para radio Bio Bio. Además de “Reyes”, durante la tarde que pasaron en el campamento, los chilenos conocieron a “Conrado”.

-Era la estrella del campamento, incluso más que “Raúl Reyes”. Conocía a mucha gente, todos se le acercaban, querían estar con él… – recuerda Olate, que describe al músico como un tipo carismático y alegre, de salidas rápidas y bueno para las tallas-. Yo había escuchado su música antes y para mí fue una sorpresa saber que él estaba en ese campamento. De hecho me tomé una foto con él, que ahora la tiene la inteligencia colombiana…jajaja.

“Conrado”, recuerdan Olate y López, además de cantar tenía la función de dar charlas políticas a la tropa.

-Era muy entretenido escucharlo, porque cuando hablaba decía “esto queda mejor explicado con una canción” y cantaba algo. Tenía una canción para todo -cuenta Valeska, que en estos días postula a una plaza en el concejo de Cerrillos.

Ambos relatan que en las fiestas de las juventudes comunistas los vallenatos de “Conrado” se escuchan y se bailan cada vez con más frecuencia.

 

MÚSICA Y BALAZOS

Nacido en Turbaco, un pequeño pueblo del Caribe al sur de Cartagena, “Conrado” es un músico autodidacta que ha seguido la escuela folclórica del norte colombiano, donde el cantante vallenato funciona como una especie de juglar que recorre los pueblos contando anécdotas y llevando noticias de pueblo en pueblo.

“Cien Años de Soledad es un vallenato de 300 páginas”, ha dicho Rafael Escalona, uno de los más importantes compositores vallenatos sobre la obra de García Márquez, un ferviente fanático del género musical. Incluso, estos dos fundaron un festival vallenato a fines de los años 60’s, en el que “Conrado” participó en 1975, cuando tenía 21 años y aunque su música no hablaba de la guerrilla, tenía una temática social que le valió el sobrenombre de Cantor del Pueblo.

-“Julián” se sentía orgulloso de haber participado en el festival, cuando estábamos en el campamento me contó la historia y también contó que no había ganado nada porque se presentó con una canción de temática social.-explica Olate.

Antes de entrar a la guerrilla, “Julián Conrado” era un músico en ascenso en el ámbito vallenato. En 1978 y cuando aún conservaba el nombre de Guillermo Torres, grabó su primer disco con Mariano Pérez, uno de los mejores acordeonistas de la época. El Nuevo Rey Sabanero, se titulaba el trabajo que constaba de 10 temas románticos y de temática popular, que incluía la canción de protesta Chonchito Altanero, en que aludía a Estados Unidos, criticando su posición colonialista. De esta época, su composición más sonada es Tristeza sobre Tristeza, un vallenato que habla de una mujer que lo dejó. En 1981, Alfredo Gutiérrez, otro músico importante de la corriente vallenata, grabó dos de sus composiciones amorosas. Pero a pesar de lograr cierto reconocimiento por sus composiciones, este se limitó a la costa norte colombiana y en 1983 el músico optó por dar más importancia a su militancia política, hasta el punto de ligarse a la insurgencia.

En los años ochenta, ser de izquierda en Colombia representaba una amenaza de muerte. La persecución por parte del Estado, paramilitares y narcotraficantes forzó el ingreso a la clandestinidad de miles de dirigentes políticos, como fue el caso de “Conrado”. Antes de entrar a las FARC perteneció a la Unión Patriótica –la UP colombiana-, un partido político formado por varias corrientes de la izquierda a mediados de los 80’s. Con presencia del Partido Comunista y la entonces débil guerrilla de las FARC, la Unión Patriótica no logró crecer como movimiento político pues sus miembros fueron víctimas de una cacería que dejó entre 3.000 y 5.000 muertos, entre los que se cuentan dos candidatos presidenciales, ocho senadores, 13 diputados, 70 concejales y 11 alcaldes. Los asesinatos selectivos de los miembros de la UP le valieron al Estado colombiano una demanda por genocidio ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en 1993, que aún hoy se encuentra en proceso.

Ante el panorama de muerte o clandestinidad, el entonces músico popular y representante de la Unión Patriótica en Turbaco, Guillermo Torres, optó por el fusil y el cambio de nombre. Y como suele suceder entre los miembros de la guerrilla, Torres tomó su nombre de guerra de un amigo caído en la lucha. El verdadero Julián Conrado fue un médico y vallenato militante de izquierda nacido en Santa Marta asesinado por paramilitares en 1982.

“En Colombia es más fácil organizar una guerrilla que una junta de acción comunal”, dijo “Julián Conrado” en 2005 durante una entrevista con la emisora clandestina de las FARC, Cadena Radial Bolivariana. “Me metí a la guerrilla cuando empezaron a matar a los compañeros que me habían acompañado en unas luchas por meras reivindicaciones sociales”, explicaba entonces.

Acompañado de acordeón, tambor y guacharaca, “Conrado” ha sabido mezclar el vallenato, la cumbia y el merengue para disparar consignas contra Estados Unidos, alabanzas a Chávez, canciones de aliento a sus compañeros, metáforas sobre la selva y la revolución, e incluso temas que le hablan al ejército (“vuelca tu arma contra la oligarquía”, les pide en una de ellas). En su repertorio también se encuentran crónicas de los combates y despedidas a los caídos. Acerca de la temática medioambiental en sus canciones, Manuel Olate recuerda que conversaron ese tema y el guerrillero se mostraba muy preocupado por ese tema y decía que en las FARC había normas al respecto:

– Él decía que no sólo se trataba de tumbar las avionetas que fumigan con glifosato, si no, por ejemplo no tumbar más árboles de los que necesitas, no estancar el agua o no pescar con dinamita.

El rol de “Conrado” es recorrer los distintos frentes de la guerrilla dando charlas de instrucción ideológica y predicando la revolución con su música a la tropa. Lo mismo hace con los campesinos cuando las FARC se toman un pueblo y la situación les permite un momento de distensión.

Como es característico del costeño colombiano, Conrado tiene fama de ser bueno para el trago y el carrete. Según recuerdan los chilenos que lo conocieron, entre canción y canción hacía una pausa para tomar un trago de una petaca que supuestamente tenía ‘agüita de toronjil’.

-Yo no sé que tenía ahí, pero seguro era algo mezclado con alcohol fuerte, aguardiente quizás, porque los guerrilleros se reían cuando tomaba.-dice Manuel.

Y el carrete una vez casi le vale ser capturado por el ejército. Fue en 1986, cuando llegó de sorpresa a su pueblo a visitar a su mamá. Ésta llamó a los músicos amigos y organizó una parranda en su casa que duró varios días, hasta que le avisaron que el ejército iba por él. Sus amigos le consiguieron un disfraz de monja y lo montaron a un auto, en el que se cruzó con los soldados a quienes saludó amablemente como “Sor Conrado”.

-Él se burlaba de esa anécdota, la contó cuando estábamos en el campamento y cantó una canción sobre eso. Yo lo imaginaba y él es un tipo grande, que no pasa desapercibido -dice Olate.

 

LA COMPAÑERA

A fines de los ochenta el secretariado de las FARC le encargó una misión a Conrado: crear un foco guerrillero en la Sierra Nevada de Santa Marta, una cadena de montañas en la costa norte, muy cercana al pueblo de donde es oriundo. El conocer la zona y las costumbres le facilitó el trabajo, pero también fue de gran ayuda la compañía de su mujer, Estrellita Guevara. Unos quince años menor que él, es una mujer alta, de piel blanca y pelo claro, a quien Manuel Olate describe preciosa. A pesar de la rigurosidad de la vida clandestina, Guevara y Conrado se las han arreglado para llevar una relación sentimental de más de veinte años. Tienen un hijo del que no se sabe mucho, salvo que debe rondar los veinte años y no se encuentra en las Farc.

-Es una mujer extremadamente cándida, en el tiempo en que compartimos, ella irradiaba lealtad, cariño, amor hacia su compañero. Todo de una manera que yo nunca había visto en una persona -la describe Valeska López. La mujer aparece en la mayoría de las canciones del guerrillero. Además, cuando a él se le olvidan las letras, ella suele guiarlo .

 

FARIANO

En 1989 las Farc no tenían mayor peso en el plano político e insurgente colombiano, dominado por el M-19. Los rebeldes tenían tanto peso en el país que obligaron al gobierno a convocar a una asamblea constituyente a cambio de su desmovilización. Asamblea en la que lograron un 60% de los escaños legislativos.

Ese año “Julián Conrado” grabó su primer disco después de haber ingresado en las FARC. Se llamó Mensaje Fariano, un disco doble en vinilo y cuya autoría comparte con el también músico y guerrillero Lucas Iguarán, muerto hace dos años en combates con el ejército.

Jacobo Arenas, uno de los fundadores de las Farc junto a Tirofijo, fue el impulsor de la grabación como una estrategia política para la difusión de su ideología. “Arenas me llamó un día a su caleta, abrió una botella de vino y me preguntó qué hacía yo en la guerrilla. ‘Aquí cualquiera se tira un discurso político y tenemos guerrilleros pa’ que echen plomo a la lata, pero tú debes irte a grabar canciones’, me dijo”, explicó “Conrado”.

Y así fue. “Conrado” escribió Candelón, unas de las canciones más famosas de ese disco que dice “Estallará y la hora no está lejana/ las masas oprimidas se levantarán/ con palo y piedra, con lo que sea peleara/ me imagino esa llamarada humana”. Los once temas son bailables y suenan con acordeón caribeño y arpa de los llanos orientales. El disco cierra con “Batalla Final”, en que “Conrado” se imagina el fin de la guerra: “…Y bajarán cual río de aguas verde olivo/ turbulento embravecido llegará/ día domingo de rosas rojas entrará/ el ejército del pueblo boleando tiros/ guerrilla, obreros y campesinos/ sólo el pueblo unido triunfará…”.

Su segundo disco, ya en formato digital, fue Arando la Paz, nombre que lleva también la canción más conocida del guerrillero y que está dedicada a Tirofijo y su trayectoria guerrillera.

Además de estos dos, Conrado grabó otros cuatro discos: Respirando Dignidad, 500 años, Canto de los Pobres y Versos Bolivarianos. Este último destaca por la fusión que hace entre distintos ritmos folclóricos del continente, incluido el son cubano.

Aunque algunas de sus canciones son grabadas con grabadora y cassette en la mitad de la selva, varios de sus trabajos han sido remasterizados en estudios clandestinos y se rumorea que muchos de los músicos que participan en la grabación de sus discos son secuestrados algunos días mientras se graban las pistas y se culmina el trabajo. “Conrado” una vez se refirió a eso y reconoció que “no todos los músicos de mis grabaciones pertenecen a las FARC, pero la mayoría son buenos amigos de orquestas famosas que gustan de grabar con nosotros…”.

De la labor en combate de “Conrado”, no hay muchas proezas. Entre sus compañeros, el músico es conocido por su mala puntería. Algo que el mismo “Julián” le comentó a Olate la tarde que se encontraron en la selva:

-Si le disparo al mundo, te aseguro que no le doy.

 

 

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