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Cultura

2 de Julio de 2011

Menos Pendejo

Hace tiempo que Gonzalo León decidió convertir a Gonzalo León en el protagonista unánime de todo lo que escribe. Todos sus libros son, por una parte, una celebración de Gonzalo León, y por otra, una burla –a veces acerada, a veces apenas pueril– sobre Gonzalo León. El mayor problema con que se ha topado en […]

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Hace tiempo que Gonzalo León decidió convertir a Gonzalo León en el protagonista unánime de todo lo que escribe. Todos sus libros son, por una parte, una celebración de Gonzalo León, y por otra, una burla –a veces acerada, a veces apenas pueril– sobre Gonzalo León. El mayor problema con que se ha topado en esta empresa de autoanálisis es la falta de una voz que rivalice y ponga en verdaderos aprietos la percepción que tiene de su yo. Son relatos en los que vuelca lo que parece su intimidad con una violencia disfrazada de parodia, cuando en realidad esos pasajes justamente de lo que carecen es de intimidad: esa ilusión perfecta de un tiempo que se detiene por la presencia de otro, o del amor.

En “Vida y muerte del doctor Martín Gambarotta”, León intenta, aunque no lo consigue del todo, deshacerse de ese Gonzalo León monomaníaco y hasta un poco borderline que plaga, y arruina, su producción anterior. La novela quiere argumentar que su punto de partida es un alcance de nombres entre el poeta argentino Martín Gambarotta (muy real) y el homeópata argentino Martín Gambarotta (presumiblemente real). De esa coincidencia el narrador construye una suerte de fantasía o comedia de equivocaciones que a la larga lo llevan a una obsesión algo insana con el destino de un hombre que se llama como su amigo. El narrador teoriza, primero, que son uno y él mismo; luego, que podrían ser familiares; más adelante construye una feble hipótesis del médico como representación en una entrevista ‘muletta’ en la que el concepto de ficción es confundido con el concepto más clásico de idea. En ninguna de las variaciones el Dr. Gambarotta es un personaje plausible, más bien resulta ser una proyección desplazada de una figura paterna.

Si el lenguaje de esta reseña parece psicologista es precisamente porque es difícil concebir una crítica de otra forma a una novela tan rotundamente psicológica. Una novela que trata mucho menos de un alcance de nombres que de la pérdida de un ser querido. En sus libros León ha enfatizado la ausencia del padre como una traición cósmica; aquí no es distinto. En una de las mejores escenas que ha escrito, un infantil Gonzalo León sale a la calle de su pasaje con cámara en mano y descubre, apenas unas cuadras más allá de su casa, a su padre besando a otra mujer. Llama a su madre para que vea con sus propios ojos el adulterio, mientras él por su parte quiere sacarle una foto al momento y consignar así este momento como algo infinito, una miseria para revivir una y otra vez. Su madre, mucho más astuta de lo que se le da crédito en la novela, lo arrastra hacia la casa y le niega la fotografía. Si esta anécdota es real, y si no lo es da igual, se podría argumentar que ese fue el instante en que León se convirtió, para bien o para mal, en escritor.

Ese padre traidor era en sus otros escritos contenido por una madre comprensiva, que se imponía como una medida de cordura en ese mundo casi griego, o freudiano, del padre ausente. En esta novela la madre muere; el narrador no puede verla morir. Huye a Buenos Aires. Le pide a su amigo por correo que la cuide. Desaparece. La coincidencia de Gambarottas es como una droga, una forma escandalosamente literaria de escaparse de la realidad.

Como en los otros libros de León (“Pendejo”, por ejemplo), hay mucha obra gruesa: relatos que no vienen al caso (Gordi y Gorda), una prosa descuidada que mezcla modismos cuando no debe, usa verbos neutrales cuando los coloquiales serían más pertinentes y alusiones numerológicas que no pasan de ser divertimentos innecesarios. Una cosa está clara, eso sí: Gonzalo León ha escrito su mejor libro.

VIDA Y MUERTE DEL DR. MARTÍN GAMBAROTTA
Gonzalo León
La Calabaza del Diablo
2011, 130 páginas.

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