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Mundo

13 de Julio de 2011

El millonario negocio detrás de la silla eléctrica

Vía De Todo Un Poco La invención de la silla eléctrica se debió a una disputa comercial entre George Westinghouse y Thomas Alba Edison. El primero partidario de de la corriente alterna de alta tensión y conducida por cables aéreos. Mientras que Edison quería dotar a las ciudades de EE.UU. de corriente eléctrica continua, de […]

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Vía De Todo Un Poco

La invención de la silla eléctrica se debió a una disputa comercial entre George Westinghouse y Thomas Alba Edison.

El primero partidario de de la corriente alterna de alta tensión y conducida por cables aéreos. Mientras que Edison quería dotar a las ciudades de EE.UU. de corriente eléctrica continua, de baja tensión, conducida por cables subterráneos.

Mucho en juego

Pero lo que estaba en juego, en realidad, era nada menos que el tendido y suministro eléctrico de las nuevas y grandes ciudades de los Estados Unidos.
La diferencia de la corriente alterna con la corriente continua, es que la continua circula sólo en un sentido y la otra (como su nombre lo indica) circula durante un tiempo en un sentido y después en sentido opuesto, volviéndose a repetir el mismo proceso en forma constante.
Lo cierto es que en 1881 un obrero murió carbonizado al tocar las terminales de un generador eléctrico. Lo que fue presenciado por el dentista Albert Southwick estaba caminando por una calle en la ciudad de Buffalo, al norte del estado de Nueva York.

Sorprendido por la rapidez del desenlace el dentista pensó inmediatamente que la víctima no había sufrido nada. No tuvo mejor idea, dadas las consecuencias futuras, que comentarle el episodio a un amigo, el senador David McMillan, que a su vez le relató la anécdota al gobernador de Nueva York, David B. Hill, justo cuando el gobernador estaba pensando en un método distinto al de la horca como forma de ejecución.

El obrero electrocutado trabajaba para Westinghouse y el generador que le causo la muerte era, por supuesto, de corriente alterna.

Edison ni lento ni perezoso comenzó a propagar la idea que la corriente de su contrincante era muy peligrosa. ¿Quién querría que un elemento de semejante poder destructivo fuese de uso urbano y doméstico? Obviamente, la electricidad que debía llegar a las casas de los estadounidenses era la suya, segura, confiable.

Para reforzar la idea Edison y sus seguidores montaron un grotesco espectáculo en el cual se paseaban por las ciudades electrocutando toda clase de animales amarrándolos a una especie de silla y aplicándole, por supuesto, ka corriente alterna de Westinghouse.

En 1888 el gobernador de Nueva York firmó el decreto que establecía la silla eléctrica como método legal de ejecución de criminales. Y se eligió la corriente alterna. Esto indignó a Westinghouse, quien se negó a prestar sus aparatos para matar delincuentes. No quería que su sistema quedara asociado con la muerte.

La primera ejecución en la silla fue la de un tal Ernest Chapeleau, un francés nacionalizado estadounidense, en la prisión de Sing Sing en Nueva York.

Edison parecía cerca de un triunfo espectacular. Pero así como la silla eléctrica funcionó con corriente alterna, la industria de la electricidad eligió la misma, la de Westinghouse, como sistema estándar de electricidad para los hogares estadounidenses. Por más segura y más confiable.

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