Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Nacional

27 de Julio de 2011

Las pellejerías del estudiante acusado de intentar matar a un carabinero

Con la ayuda de sus amigos y trabajos esporádicos, Recaredo Gálvez se mantenía estudiando en la Universidad de Concepción mientras fue arrestado. De una familia de escasos recursos y una madre con una enfermedad compleja en avance, el “Reca” sigue preguntando por las demandas estudiantiles y comienza a ser atendido por médicos, cinco días después de su detención.

Por

Cinco días después de la detención, Jacqueline Carrasco entró al módulo de primerizos de la cárcel El Manzano a ver a su hijo. A poco menos de una semana de ocurrida la detención de Recaredo Gálvez, Jacqueline tuvo la oportunidad de entrar al penal por 45 minutos junto a su hijo menor, Gerardo, tras una gestión de los senadores Ximena Rincón y Alejandro Navarro. Fue un encuentro emocionante después de todo lo que había pasado, según los presentes. Jacqueline no había ido antes porque sencillamente no podía.

Los poco más de 150 kilómetros que separan Cauquenes de Concepción no son un simple problema. A la ya compleja situación financiera de la familia se suma el hecho de que Jacqueline sufre un cáncer que le impide visitar a su hijo, el dirigente estudiantil imputado de homicidio frustrado a carabineros que alega inocencia y aleona a sus compañeros a través de sus cartas. Un joven muy querido en su ciudad natal que hoy, entre jaquecas y pérdidas temporales de memoria, sigue preocupándose por el movimiento estudiantil desde su celda.

Los mismos pantalones

La mala suerte de Recaredo viene de hace más o menos un mes. A fines de junio, la casa que comparte con otros tres amigos en Concepción fue asaltada. Los ladrones se llevaron varias especies y para mala suerte de Gálvez, desde sus apuntes hasta la ropa que tenía en su closet. Lo único que pudo salvar fue su notebook, porque lo andaba trayendo con él.

En esa casa, Recaredo es el que paga menos arriendo. Sus amigos saben de la precaria situación de él y su familia, por lo que decidieron “becarlo”. Y desde esa vez del robo es que Recaredo había quedado sin más ropa que la que ocupaba. Sin ir más lejos, el único pantalón que le quedaba es el que llevó el día de la detención y el que apenas ayer, después que las visitas le llevaron cambio y un par de zapatillas, pudo sacarse.

“El día que se lo llevaron andaba con el mismo pantalón que lo hemos visto hace varias semanas. Era la ropa que andaba trayendo y fue lo único con lo que se quedó. Por suerte andaba con su notebook en la mochila, porque si no también se lo roban”, dice Cristián Arancibia, presidente de derecho en la U. de Concepción y uno de sus amigos más cercanos.

No había como cambiarla antes. En la universidad Recaredo estudia con crédito y beca. El año pasado trabajaba los fines de semana como empaque del supermercado Santa Isabel de San Pedro de las Casas y con eso financiaba lo que podía. Este año dejó ese puesto y entre trabajos esporádicos salvaba como podía, mes a mes. Por eso luchaba con tanta insistencia por una educación gratuita, uno de sus grandes anhelos.

Calle Recaredo

Desde la cárcel, Recaredo ha seguido medianamente atento el movimiento estudiantil. Entre las jaquecas y los dolores de los moretones que aún están frescos, el “Reca” incluso se dio tiempo para discutir junto a sus compañeros de federación sobre los últimos acuerdo tomados en la Confech del sábado pasado. “A pesar de perder la memoria a veces, se mantiene muy atento y pregunta por todo lo que está pasando. Lo único que quiere es que las tomas y el paro no se bajen”, dice Esteban Valenzuela, vicepresidente de la FEC y uno de los que más lo ha visitado en el penal de Concepción.

Ayer, después de presentar la apelación a la prisión preventiva y una denuncia por violencia injustificada de que firmaron su madre, el presidente de la FEC y los senadores Rincón y Navarro, Recaredo fue llevado al hospital penitenciario del penal. Mediante esos recursos y para demostrar la tesis de la defensa de Gálvez, mañana será llevado al Servicio Médicoo Legal de Concepción para que le sean tomados los exámenes que durante la urgencia no se le hicieron y los funcionarios del Hospital Guillermo Grant Benavente denunciaron.

A la espera de esos exámenes para demostrar la negligencia del actuar de carabineros, el defendor de Recaredo, Humberto Alarcón, espera unir los cabos sueltos de una investigación que, hasta el momento, sólo tiene como pruebas para la imputación del dirigente las declaraciones de dos suboficiales y un mayor de carabineros.

“Con los antecedentes que ya hemos recabado, sólo vamos a confirmar la tesis de Recaredo”, dice Alarcón. La senadora Ximena Rincón, en tanto, dice que viendo las pruebas se ha hecho “la convicción de que no hay nada que pueda culpar a Recaredo de los cargos que se le imputan”. De hecho, señala que presentará un requerimiento para que el ministerio del Interior se pronuncie por éste y otros actos de violencia innecesaria en que ha incurrido carabineros durante las manifestaciones del último tiempo.

“Este no es un hecho aislado y el ministro del Interior debe responder por esto. Lo que le ocurrió a Recaredo es parte de una conducta reiterada por los efectivos policiales en el último tiempo que evoca, lamentablemente, a los peores años de la dictadura”, dice.

Mientras tanto, la Universidad de Concepción, sus académicos y un importante número de organizaciones sociales penquistas ya comprometieron su apoyo al dirigente que se manifestaba por la represión sufrida en el campamento El Molino de Dichato. En esa localidad, ya esperan su salida y preparan un homenaje para el que consideran un compañero caído por sus demandas: Una calle llamada Recaredo Gálvez Carrasco en la aldea de damnificados del terremoto más grande del país.

Notas relacionadas