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Cultura

22 de Agosto de 2011

Putas y pisco al desayuno: Raúl Ruiz según su discípulo, Cristián Sánchez

Como cualquier día de cualquier año, el 11 de septiembre de 1973 todo el mundo tenía algún plan. Cristián Sánchez, esa mañana, empezaba de asistente en el rodaje de una película de Raúl Ruiz que nunca se pudo filmar. Cristián, el discípulo, se quedó en Chile. Raúl, el maestro, se exilió. -Yo tenía familia, tenía […]

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Como cualquier día de cualquier año, el 11 de septiembre de 1973 todo el mundo tenía algún plan. Cristián Sánchez, esa mañana, empezaba de asistente en el rodaje de una película de Raúl Ruiz que nunca se pudo filmar.

Cristián, el discípulo, se quedó en Chile. Raúl, el maestro, se exilió.

-Yo tenía familia, tenía hijos y, por otro lado, parecía una especie de abandono. Era importante estar aquí porque estaban pasando cosas en Chile y, en ese tiempo, mucha gente que tenía formacion política -yo entre ellos- considerábamos que la gente que se iba, no los que los expulsaban, se estaban arrancando de la responsabilidad de estar acá y luchar contra la dictadura.

-¿Eso pensaste de Raúl?
-Jamás pensé eso de Raúl porque lo conocía, sabía de su militania socialista.

-¿La relación que él tenía media fracturada con Chile surge de ese tiempo o de antes?
-Yo creo que desde antes. Ruiz decía: hay que hacer cine contra Chile. Chile es una especie de peso de la noche que te trae hacia tierra y te impide. O sea, todos te quieren cortar las alas, todos quieren que tú seas el tipo del barrio que está con ellos y no despegues. No puedes ser universal.

-Él decía que vivía en Chile y viajaba once meses al año.
-Es que es conflictiva la relación porque Chile es conflictivo. Tenía esa relación con Chile como la que Joyce tenía con Irlanda, que decía: “esa cerda que se come a sus propios hijos”. Es tan despiadada esa patria, que amo, pero es odiosa porque hay elementos reactivos. Para Ruiz está el chaqueteo y mil lacras que sabemos cuáles son. En un comienzo había mucha hostilidad con él. ¿Por qué? Este tipo hace una poética personal, no se pliega a una idea política, porque siendo politico y siendo de izquierda, y siendo socialista no hace un cine militante estilo realismo socialista.

-¿Cómo cambió su relación con el socialismo en los años?
-Se fue distanciando. Sobre todo después de la pelicula “Diálogo de exiliados”, donde los chilenos afuera le hicieron la guerra porque consideraron que era una película que no tenía que ser hecha porque era una película que cuenta un poco la vida de los exiliados afuera, cómo recibían plata y -tenían que vivir- entonces se gastaban la plata que les pasaban para la gente que estaba acá, para crear las condiciones para la revolucion acá, y se la gastaban en cosas inútiles. Ahí le hicieron la cruz, entonces Ruiz se distanció y dijo: “Ah, ya, voy a hacer cine francés no más”.

-Igual le gustaba decir cosas bien políticamente incorrectas. Eso de que los chilenos éramos bien llorones porque a Pinochet, que había matado sólo a unos dos mil, le hacíamos fama de Hitler…
-Jajajaja. No hay que tomar tan en serio a Raúl porque siempre fue un provocador y, si notaba que tú eras muy reprimido, muy serio, muy solemne, entonces más le gustaba ese tipo de personas para agredirlos, para sacar pica, para sacar roncha. El arte de Raúl era sacar roncha pero en el fondo no creía eso en absoluto.

Pisco al desayuno

-Dicen que era bueno para tomar…
-Nunca lo vi pasado de copas. Como todos los chilenos, como parte de una cultura latinoamericana, se toma vino al almuerzo. Yo no era de bares. Yo pertenezco a la cultura que vino después, a la de la hierba, pero Raúl pertenecía a la cultura tradicional chilena. A la del vinito…

-Lo que sí, era putero ¿no?
-Jajajaja. Contaba, digamos, de unas niñas que sé yo. Él era de la cultura de los prostibulos pero me daba la sensacion -por lo que hablaba él y otros amigo Waldo- que era un juego: ir a los prostíbulos, bailar con las niñas, no tanto una cosa de acostarse o sexual, si no que más bien porque se daba eso en los prostibulos. Y eso alimentó la cosa de los bares y los prostibulos, alimento su imaginario.

-¿No lo acompañaste alguna vez?
-No, no, no. Yo habré ido por mi cuenta. Yo prefería ser solitario, no iba a ir en patota. A lo más fuimos a la casa de él. Una vez estaba enfermo y dijo: “Vengan para acá”. Y había una botellita de pisco ahí. En la mañana. A las once de la mañana. Fuimos yo y dos compañeros más, y empezamos a tomar, y nosotros no estábamos acostumbrados a tomar pisco en la mañana así, puro. A Raúl no le pasaba nada. Raúl era famoso. Podía tomar mucho y se iban curando los amigos e iban siendo reemplazados.

-No es que tomara poco. Es que no se curaba.
-Jaja. Tenía una capacidad grande de absorción.

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