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Cultura

28 de Agosto de 2011

Cine, mil veces maldito

El primer desnudo mudo. La películas que se hicieron peinetas. La turgente irrupción de Marcela Osorio. La odisea para filmar Imagen Latente. El desconocido Ed Wood Chileno. Doce escenas del cine chileno que en mayo cumple 101 años con poca plata y poco sexo.

Por

Por Jimmy Alexis Quintana
1.- ¡LAS TETAS NO!
Damas pudorosas

Los primeros guardianes de la moralidad en el cine aparecieron en 1912, apenas dos años después de filmarse la primera película. En realidad no eran guardianes sino guardianas: una verdadera fuerza de choque, organizada bajo el nombre de la Liga de las Damas Chilenas. Sus inquisidores ojitos -católicos y de elite- caían a sesgo sobre el espectáculo que consideraban mas pernicioso: el cine.

Las damas publicaban listas de películas reprobables, pero la verdad es que el cine en sí mismo les parecía profundamente malvado. En sus proclamas lo acusaban de destruir la familia, pervertir a los hombres y dejar en los niños “surcos imborrables que los hacen desgraciados para toda la vida”, según escribió una de sus miembros en 1917.

La fiereza fiscalizadora de las damas era tal que una de sus militantes se aventuró en la entrepierna masculina, para detallar los efectos nocivos de las películas.

-Lástima que media humanidad adolezca de tal miopía espiritual y no llegue a ver los estragos que el cine causa en el órgano del hombre. Su sistema nervioso se agita, se exalta, se desencadenan de manera violentísima agitaciones nerviosas que producen estragos tremendos-, sostuvo la mujer.

El Mercurio las apoyaba en su cruzada. Durante años editorializó contra la exhibición de besos, de escenas de pasión e, incluso, en contra de la actuación de mujeres. En una nota de 1917, el decano advierte que los niños que se exponen al cine quedan “con el alma muerta y la inocencia asesinada”. El artículo terminaba con una declamación:
-¡Cine de cualquier clase que seas, seas mil veces maldito!

Desnudo mudo
La maldición contra el cine sobrevivió a la efímera Liga y terminó plasmándose en el estricto Consejo de Calificación Cinematográfica. Entre 1925 y 2001, ese organismo prohibió a los chilenos ver 1.090 películas y videos.

Pese a eso, numerosos directores se las ingeniaron para retratar el cuerpo. Antonio Acevedo dio el primer paso en 1924 con su película “Agua de Vertiente”. La trama es simple: dos hombres se disputan el amor de una mujer. Uno representa al bien y el otro, al mal. En la “tórrida” escena que fijó el nombre de Acevedo en la historia, la protagonista, Hilda Blancheteaux, se da un baño en un arroyo y exhibe algo de su anatomía.

Se trata del primer desnudo –un desnudo mudo, para ser precisos- que se perdió como gran parte del cine sin sonido filmado en Chile. Se presume que a lo más debió aparecer una espalda, y no toda. Se sabe sí, que la actriz se negó a mostrarse ante las cámaras, por lo que hubo que reemplazarla con una modelo de la Escuela de Bellas Artes.

New love

¿Se imagina a las chicas de Mekano en una película de paz y amor? Eso fue lo que llevó a las pantallas el director Álvaro Covacevich con “New Love” (1968). Sus protagonistas, recuerda el crítico de cine Luis Mora, eran bailarines del programa Música Libre. En la cinta hacen de hippies y buscan la felicidad bailando go-go y haciéndose tatuajes.

“New Love” tenía dos escenas “fuertes”: una fiesta donde las chicas muestran las tetas y un abrazo de la pareja principal desnuda del ombligo hacia arriba.

-Covacevich tenía que mostrar tetas a toda costa, pero las niñas se negaron– explica Mora. Agrega que “el director no encontró nada mejor que contratar unas putas feas, guatonas y charchas”.
La crítica calificó a “New Love” de hueca, artificial, inmoral y antisocial: un completo atentado contra los valores familiares, la patria y sus héroes. Si se permitió su exhibición fue por solidaridad con el cine nacional, según le dijo un miembro del Consejo de Censura a Covacevich.

Con toda esa publicidad en contra, “New Love” fue, obviamente, éxito de taquilla. Casi todo Santiago la vio, menos los protagonistas Giovanni Carelli y Josephine Guevara. Cuando iban al estreno, Carabineros les impidió el paso. ¿El motivo? La película había sido censurada para mayores de 21 y ellos tenían sólo 15 años.

Bodenhofer protector
En 1988, Gonzalo Justiniano desafió nuestro pudor patrio con “Sussi” donde una juvenil y turgente Marcela Osorio interpreta a una campesina de Chimbarongo. En la cinta, Marcela se enreda en las sábanas con Bastián Bodenhofer, una escena que dejó los pechos de la diva en el subconsciente de toda una generación de chilenos.

La actriz cuenta: “ensayamos todo con poca ropa y luego hicimos la toma completamente desnudos. Demás está decir que Bastián fue de lo mas correcto, cuidadoso y protector”.
Osorio recuerda con orgullo esa escena que la convirtió en la primera y única sex symbol del cine chileno. “¿O hay otra?”, pregunta. Claro que no, Marcelita.

2.- MALO Y FREAK

El Rumpy de los ´60
S
in siquiera tener una historia propiamente tal, la película “Ayúdeme usted, compadre” de Germán Becker (1968) tuvo durante más de 30 años el récord de público: 400 mil espectadores. Sólo logró derrotarla, en 1999, “El Chacotero Sentimental”, vista por más de un millón de espectadores.

Así como El Chacotero tenía como eje el programa ra-dial del Rumpy, Ayúdeme usted, se basaba en un popular programa de TV que conducía Becker. Siguiendo esa línea, la película resultó un potpurrí de lugares comunes sobre las tradiciones y el patriotismo. Aparecen militares, centros de madres e infinidad de instituciones de la época. También, las celebridades del momento: Los Huasos Quincheros, Don Francisco, Gloria Simonetti, Pedro Me-ssone y Los Ramblers, entre muchos otros. Al final de la cinta, todos ellos desfilan ante la cámara al más puro estilo circense. Seguramente, lo mas freak de nuestro cine.

El cura director
“El Cuerpo y la Sangre” (1962) es, seguramente, el bodrio más perfecto del celuloide nacional. Su autor: el sacerdote Rafael Sánchez. Su productor: el Instituto Fílmico de la Católica. La trama: Cómo se aplica la misa a la vida diaria.

Repleta de símbolos teológicos, la película casi no tuvo público, lo que confirma la tesis de que los grupos católicos son buenos para censurar, pero les da mucha lata ver lo que dicen que les gustaría ver.

Otra particularidad de la cinta fue el casting que se hizo para llenar uno de los papeles centrales: el de una devota niña. Se presentaron más de 200 postulantes, pero salió elegida la hija del camarógrafo de la película.
A todos les quedó claro que el casting no fue muy pío.

El Ed Wood chileno
Las críticas de cine generalmente no son constructivas. Pero las que recibió la cinta “Las apariencias engañan” (Víctor Álvarez, 1940) superan todos los límites. La película trata de un vividor que se enamora de una inocente jovencita. Ella resiste los embates hasta alcanzar un final predecible y feliz. Faltó poco para que la revista Ecran –la voz más influyente entre los cinéfilos de esa época- llamara a linchar a Álvarez. Aquí, unos párrafos de una crítica mucho más perdurable que el trabajo de Álvarez.

“No. Las apariencias no engañan. Todo lo que aparece en esta película es auténticamente desastroso, desafortunado y paupérrimo (…) El espectáculo de esta cinta es acongojante y desolador. Dan deseos de llorar un responso fúnebre sobre tan lamentable cadáver. Porque eso es: un cadáver cine-matográfico. Afortunadamente, los cadáveres se entierran y desaparecen, pero éste ha exhibido su desnudez mortal”.

“No se trata ya de condenar una cinta, sino de condenarnos a todos por habernos sometido a la tortura de soportar tantos metros de celuloide imbécil e irresponsable”.

“Ramplón, mediocre, sin vida ni animación. (…) Es como si todos los tontos del mundo se hubieran reunido para hablar por boca de ‘Las apariencias engañan’. (…) No creemos que nadie haya logrado despertar mayor aversión al cine que el señor Víctor Álvarez. Creemos sinceramente que es el director más malo del mundo”.
Ya nos gustaría en The Clinic despedazar a alguien así.

3- GRANDES CONDOROS

Películas peineta
Es probable que Chile tenga el récord mundial de destrucción de películas. Según los catálogos disponibles, entre 1916 y 1934 se realizaron 83 producciones de cine mudo. Sin embargo, la única sobreviviente es “El Húsar de la Muerte” de Pedro Sienna (1925), basada en las aventuras de Manuel Rodríguez. No fue la censura la culpable de esta destrucción, sino el negocio del peinado. Las películas eran de nitrato, un material básico para la fabricación de peinetas. Así, buena parte de las cintas explotadas comercialmente, terminaron generando una ganancia extra en la cabeza de los chilenos.

Las que se salvaron de eso no sobrevivieron a la ignorancia de los coleccionistas privados. Olvidaron que el nitrato se quema con facilidad y buena parte del patrimonio fílmico chileno terminó en llamas.

¡Corten!
La llegada del sonido impuso desafíos a las producciones nacionales que no fueron fáciles de resolver. Un ejemplo es la película “Hombres del Sur” (1939), melodrama campesino que describe la relación sentimental entre el hijo del patrón y una empleada. La cinta dirigida por Juan Pérez Berrocal está salpicada de improvisaciones. Tanto así que al final de una escena se escucha a Berrocal gritando ¡CORTEN!

Otro ejemplo es “Norte y Sur”, de Jorge Délano, la primera película sonora hecha en Sudamérica (1934). La trama gira en torno a un triángulo amoroso que se desarro-lla en Chile y Estados Unidos. Su mayor gracia -el sonido- fue también su mayor problema.

El estudio era un garaje en plena Alameda y todo el ruido ambiente quedaba grabado. La solución fue trabajar de madrugada. Pero surgió otro inconveniente:

-Todas las noches, a las dos de la mañana, comenzaban a cantar los gallos – dijo Délano a la prensa de la época. “Nadie puede imaginarse la sensación que experimentábamos, cuando en plena filmación se oía el canto del primer gallo al que seguían todos los de la vecindad”.

4.- LA POLÍTICA ES ENTRETENIDA

Los monos de Alessandri
Alguna vez la política fue importante para los chilenos. Eso explica por qué el primer corto de dibujos animados se hizo sobre un cambio de mando presidencial. Y por qué tuvo éxito.

El autor fue Alfredo Serey Vial. Con 20 mil dibujos retrató la llegada de Arturo Alessandri Palma a La Moneda el año 20. Lo tituló “La transmisión del mando supremo” y comenzó a exhibirse en 1921.

El diario en el que colaboraba Serey publicó algunos dibujos de la película y eso es todo lo que queda de su trabajo. En uno de los cuadros, Alessandri se encuentra con las arcas fiscales sin un peso, llenas de telarañas y ratones. Dice: “¡Así, a cualquiera le dan ganas de quitarse la banda!”

El León llamó a Serey a La Moneda y éste acudió pensando que recibiría una buena callampeada por sus irreverencias cinematográficas. Pero Alessandri no andaba con los monos y los felicitó.

¡Qué divertido es censurar!
El golpe del ´73 dejó a mucha gente del cine cesante o detenida. Silvio Caiozzi y Pablo Perelman, en cambio, tuvieron un curioso golpe de suerte. Un día apareció un distribuidor de películas chinas interesado en filmar una historia de lesbianas, accidentes de auto y tiroteos. Para Caiozzi y Perelman, la idea era una estupidez. Pero, además de empleo, el proyecto les significaba tener una cierta protección ya que el de la idea, Enrique Cood, era hijo de un ge-neral de la FACH.

“Lo que se proponía Cood”, recuerda el crítico Luis Mora, “no tenía ni pies ni cabeza. Era absurdo e irrealizable”. Incluso, los censores de la época, todos uniformados, lo rechazaron.

Sin historia y pagando sueldos, Cood tuvo que aceptar una idea de Caiozzi y Perelman. Ese fue el origen de “A la sombra del sol”, que ambos dirigieron en 1974. Basada en un hecho real, cuenta la historia de dos delincuentes que se aprovechan de la bondad de los habitantes de un pueblo, violan a dos muchachas y terminan linchados por la gente.

Perelman recuerda que un día, mientras montaba la película en Chile Films, oyó risas provenientes de la sala de proyección que estaba al lado.

-Era un grupo de milicos con sus esposas que veían Palomita Blanca, de Raúl Ruiz- explica Perelman. Agrega que, luego de gozarla, el publico uniformado recomendó que la película no se exhibiera.
Dicho y hecho, Palomita Blanca sólo llegó a las salas 19 años después.

Producción pordiosera
El ejemplo más dramático de la falta de recursos para filmar en los años de la dictadura fue “Imagen latente”. (1988) “Una producción completamente pordiosera”, según la define su director Pablo Perelman.
-El material, las locaciones, todo era regalado o prestado-, agrega. Actuaban Bastián Bodenhofer, Gloria Munchmayer y Héctor Noguera y nadie cobró un peso. Para almorzar, el equipo hacía una vaca.

La cinta se basa en la historia del hermano de Perelman detenido en 1975 y desaparecido desde entonces. Según el director, la película fue posible gracias a que la gente del cine le tenía simpatía al proyecto.

También cree que influyó el hecho de que “para los actores que estaban en teleseries, participar en ‘Imagen latente’ era una reivindicación personal, debido al asco que les daba estar en televisión”.

La filmación se realizó entre 1986 y 1987, “con mucha discreción, ya que no se podía tratar el tema de los detenidos desaparecidos abiertamente”, explica Perelman. Recuerda que el atentado a Pinochet y el reestreno del toque de queda los pilló filmando.

-Estábamos obligados a seguir toda la noche. Dijimos “¿qué chucha hacemos?” Decidimos continuar y por suerte no pasó nada.

Una vez terminada la película, la censura metió la cola. El Consejo de Calificación Cinematográfica la rechazó por ser “una visión parcial e interesada de la realidad, que no contribuye al concepto de reconciliación y promueve la vigencia de la teoría de clases”.

Nada sorprendente, en todo caso, para un organismo que tenía entre sus misiones rechazar “las películas
que fomenten o propaguen doctrinas contrarias a las bases fundamentales de la patria o la nacionalidad… y las que sean contrarias al orden público, la moral o las buenas costumbres”.

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