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Opinión

29 de Septiembre de 2011

El coronel Labbé

De algún modo, Labbé consiguió su cometido. Salió del triste anonimato alcaldicio, como sale un muerto de su tumba. Debe haber un montón de viejas pinochetistas tirándole besos, y amigotes golpeándole el homóplato, y susurrándole que ya no se ven tipos con huevos como él en este país de mierda. Altos dirigentes de la coalición […]

Patricio Fernández
Patricio Fernández
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De algún modo, Labbé consiguió su cometido. Salió del triste anonimato alcaldicio, como sale un muerto de su tumba. Debe haber un montón de viejas pinochetistas tirándole besos, y amigotes golpeándole el homóplato, y susurrándole que ya no se ven tipos con huevos como él en este país de mierda. Altos dirigentes de la coalición gobernante respaldaron su medida de cerrar los colegios, despreciar a los estudiantes de los barrios lejanos, y dejar en claro que hasta aquí no más llegó el bochinche.

Desde hace rato que se viene escuchando un rumor por la derecha, que reclama autoridad. Encuentran que este hombre –el presidente- no posee principios claros. Entre los maricas que volverán a marchar y un lote de mocosos lo tienen contra las cuerdas. Como dijo el coronel en Tolerancia Cero, esos energúmenos usurparon los colegios. Hubo unas cuántas frases que repitió varias veces a lo largo del programa: que mucho romanticismo pero…, que gobernar significa…, y que aquí se estaba violando el derecho de propiedad, entre otras.

Sin querer queriendo, con ésa última letanía el ex boina negra puso el dedo en el centro del problema. ¿De quién son esos colegios? ¿No es precisamente una revalorización de la educación pública lo que este movimiento persigue? Soy vecino de Providencia, y puedo decir que no son pocos los aspectos en los que el alcalde Labbé lo ha hecho bien. Ha instalado bicicletas azules a lo largo y ancho de la comuna, de aquellas que uno toma en un punto y devuelve en otro, y aunque todavía muy deficitarias, ha construido más ciclovías que la mayoría de los ediles.

En muchas plazas hay gimnasios que funcionan perfectamente y no es mezquino a la hora de conceder terrazas a los bares y otros espacios ciudadanos. Según me cuentan, tiene a los jubilados contentos con diverso tipo de distracciones. Se trata de un municipio anciano. Por otro lado, como le recordó Paulsen en el programa, decidió de lo más campante no recoger la basura de las calles mientras Pinochet estuviera preso. Había sido su guardaespaldas y por él participó en varios episodios oscuros que no se han terminado de aclarar. Las malas lenguas hablan de un pseudo parentesco entre ellos.

Fue comando y miembro de la DINA, según el propio Manuel Contreras. Patricio Navia, por twitter, defendió su legitimidad argumentando que fue electo por una mayoría, y tiene razón, pero eso en nada acalla el cuestionar sus comportamientos autoritarios. Eso que alguna vez se llamó “el orden”, aquí estaba siendo pasado a llevar. Puso en duda la existencia de un Estado de Derecho capaz de suplir sus funciones de Sheriff, como le llamó Alfredo Jocelyn-Holt. Pero en democracia, que a las finales es lo que los marchantes quieren más y más, gobernar no es, como dice Labbé, convertirse en la encarnación de la ley (“el que está con la ley está conmigo”), sino someterse a su imperio. Luis XIV murió hace rato, y el mesías también. Pero volvamos al comienzo: hay un mundo reaccionario que no tolera el descontrol y al que la democracia le cuesta. “Yo tengo las cosas claritas”, aseguró el coronel.

“Si todos los vecinos se estacionan sobre los jardines al mismo tiempo, les saco parte a todos”, le contestó a Villeguita, como si su convicción valiera más que la del conjunto de quienes votaron en su elección. Y no es que me guste la idea de arruinar los pastos, pero no son suyos. Según la última encuesta Cerc, sólo la mitad de los que votaron por Piñera volverían a hacerlo. Entre los frustrados, no han de ser pocos quienes lo consideran insulso. A ellos les habló el coronel Labbé, ni más ni menos que el guardaespaldas de Pinochet.

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