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Planeta

29 de Noviembre de 2011

Aldo Duque: “La campaña de drogas del gobierno no es un llamado de auxilio, es un llamado a delatar”

Esta es la imagen: un vehículo impacta violentamente con un paradero del Transantiago. Esta es la asociación: la muerte con el consumo de drogas. Ese tipo de relaciones, ese tipo de efecto emocional seudo didáctico hace que la campaña de drogas del gobierno sea patética. Simplemente patética. Jugar a las políticas del terror en estas […]

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Esta es la imagen: un vehículo impacta violentamente con un paradero del Transantiago. Esta es la asociación: la muerte con el consumo de drogas.

Ese tipo de relaciones, ese tipo de efecto emocional seudo didáctico hace que la campaña de drogas del gobierno sea patética. Simplemente patética. Jugar a las políticas del terror en estas materias es absurdo: revela falta de creatividad, revela desconocimiento absoluto de las realidades sociales, del fenómeno de la droga en Chile. Y las campañas del terror nunca han funcionado -ni en política ni en prevención del delito- porque son criterios sesenteros para solucionar problemas contemporáneos que, al final, se traducen en una especie de cruzada moralista contra la droga y lo único que traen es el despilfarro de los recursos públicos y cero efectos prácticos.

Y esto pasa porque el gobierno toma el camino de responder a ciertos estándares morales que son los que orientan a su núcleo más profundamente conservador, que no se dan cuenta de que a la droga hay que enfrentarla como una realidad y no como una especie de quinto jinete del apocalipsis que ha venido a cortar las cabezas de la juventud chilena.

Entonces si la pregunta es ¿Hay que hacer campaña? Sí. Pero aceptando que la droga llegó a Chile para quedarse. Primero: hay que enseñar a diferenciar entre drogas blandas y duras. Por ejemplo, se ha probado que la marihuana es tanto o más inocua que un cigarrilo. Es obvio: no es lo mismo la pasta base que la marihuana pero se las coloca en el mismo saco. Segundo: hay que hacer una campaña en la que se llame a la población a entender realmente la consecuencia fisiológica de las drogas. Tercero: hay que entender que la campaña contra las drogas debe ser fo-ca-li-za-da. La droga que se consume en La Dehesa no es la misma droga que se consume en La Pintana, por lo tanto no se puede hacer una campaña genérica ni valórica contra las drogas en circunstancia que la droga representa diferentes realidades sociales.

Por eso, un spot de drogas debería mostrar a consumidores de los diferentes estratos que hablaran con la comunidad. Pero, sobre todo, debiera hacer muchísimo hincapié en que la drogadicción en Chile sería imposible, como en cualquier parte del mundo, si no hubiera organismos que la transmiten. Todos los organismos de este país, como en gran parte del mundo occidental, están absolutamente permeabilizados por la droga. Partiendo por la policía: en Chile el setenta por ciento de la droga que entra circula impunemente. Eso es un escándalo porque hablamos de los consumidores como si fueran los culpables de todos los males y el problema, el problema real, es cómo llega la droga a los consumidores. Yo no puedo consumir si no está en el mercado. ¿Y quién es el responsable de lo que está en el mercado? Por ahí parte la campaña. No pongan la carreta delante de los bueyes. Un spot debiera partir de capitán a paje.

Y, lo peor: decir “ayuda al drogadicto a pedir ayuda”. Porque, con eso, lo que se está haciendo es dar un mensaje indirecto a la delación compensada. La campaña no es un llamado al auxilio, es un llamado a delatar. Opera como mensaje subliminal: en el fondo te están diciendo que si tú ayudas lo haces para ayudarles.

Es un mensaje propio de un estado no democrático.

Aldo Duque es abogado de Anita Alvarado, Francoise Perrot, etcétera.

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