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Nacional

15 de Febrero de 2012

Informe de Contraloría advirtió fallas de seguridad en líneas del Metro antes del descarrilamiento de San Miguel

En enero pasado, la Contraloría advirtió una serie de anomalías en los contratos de mantenimiento -con un costo de más de $ 279 millones- de las líneas del Metro que podrían derivar en problemas de seguridad como el que el 8 de febrero terminó con un vagón del tren urbano en el patio de un […]

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En enero pasado, la Contraloría advirtió una serie de anomalías en los contratos de mantenimiento -con un costo de más de $ 279 millones- de las líneas del Metro que podrían derivar en problemas de seguridad como el que el 8 de febrero terminó con un vagón del tren urbano en el patio de un condominio en San Miguel.

El documento -que publica The Clinic Online- revela que la empresa no hizo cumplir cabalmente las bases con la firma Balfour Beatty, lo que produjo una serie de fallas en la estructura, como también en las vías.

Una de ellas es precisamente en las cocheras de San Lo Ovalle, donde ocurrió el accidente de la la semana pasada que destruyó varios automóviles y unos juegos infantiles.

Otros problemas también fueron detectados por el organismo fiscalizador en la zona de San Eugenio, donde el año pasado se produjo otro descarrilamiento, cuya existencia quedó al descubierto precisamente por el accidente de San Miguel.

Problemas reales

En septiembre de 2011 la entidad revisora halló problemas en las “pistas de rodado” tanto en San Eugenio como en Lo Ovalle. En ambos casos, consigna el informe, infringió los contratos. Además en San Eugenio se descubrió un desnivel en las mismas pistas de rodado, violando las especificaciones técnicas.

Metro respondió que no era posible mantener el terreno plano en el tiempo, debido a la flexibilidad del mismo, algo que la Contraloría no aceptó, porque los argumentos de la empresa no fueron suficientes “para justificar el incumplimiento de la especificación técnica”.

En los talleres de Neptuno y San Eugenio, también detectaron problemas con la aplicación de PVC, ya que la “barra guía, presentaba roturas y falta de adherencia”, aún cuando los contratos señalan que deben ser “mantenidos en perfecto estado de continuidad”.

La empresa confirmó el problema y culpó a la falta de tiempo para hacerlo, ya que las vías deben permanecer desenergizadas, pero aseguró que no afecta la seguridad ni la operación de los trenes. Pese a estos descargos, la Contraloría mantuvo la observación porque Metro no adjuntó documentación que respaldara sus argumentos.

Lo mismo sucede en las estaciones La Cisterna y en Escuela Militar. La respuesta volvió a ser que los arreglos no se hacían por restricciones de tiempo, que la falla no reviste problemas de seguridad y que dichas reparaciones “no han sido estimadas prioritarias, considerando trabajos de mayor criticidad para la operación”. En todo caso, la empresa aseguró que ejecutará un plan para subsanar el problema, que debiera estar listo recién en junio de este año.

Y si de ruidos molestos se trata, el informe señala que Metro tampoco veló por el cumplimiento del contrato en lo relativo a la aplicación del lubricante que impide la fricción, llamado “keltrack”.

Este último se aplicó a la mitad de los rieles y tampoco se hizo en forma continua ni en las curvas, donde se produce una mayor fricción con los rieles, señala el informe. El descargo indica que no se cumplió porque la operación se hace -insólitamente- con un rodillo.

La brocha

En septiembre de 2011, la Contraloría descubrió que la aplicación de lubricante en los rieles sólo se hacían en una de las caras -se debe hacer en ambas- en las vías de Maipú, Los Domínicos y Baquedano, precisamente las zonas con alta concentración de usuarios.

En su respuesta a la entidad, Metro admitió la anomalía y explicó que la aplicación del líquido se hace a mano con brocha. Indicó que notificó a la empresa del problema, pero pese a ello la Contraloría le mantuvo la observación.

Para el caso del “mantenimiento correctivo de vías”, hubo más problemas. Sucede que existe una máquina que debiera estar siempre operativa para estas labores. Si esta última falla, existe otra manual. Sin embargo, Metro tampoco cumplió con lo establecido en los contratos. En La Cisterna, la Contraloría descubrió que la corrección de los rieles, pese a existir una máquina automática, era hecha con la máquina de menos tecnología, por lo que le mantuvo la observación.

Por último, la auditoría descubrió que los funcionarios que participan del mantenimiento no usan las medidas de seguridad como protectores faciales o máscaras.

“En mérito de todo lo expuesto, se concluye que, en general, las medidas de control adoptadas por… Metro resultan insuficientes para salvar las objeciones formuladas en el cuerpo del presente informe, manteniéndose en su integridad, respecto de las cuales deberá arbitrar las medidas tendientes a subsanarlas y dar estricto cumplimiento a las normas reglamentarias que rigen la materia”. Más claro, echarle agua.

Revisa el documento:

Informe Final Contraloría sobre anomalías en Metro

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