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Mundo

6 de Marzo de 2012

El muñeco de Chávez contra Superman

Por Arolas Uribe En Venezuela se puede conseguir un mini-mi de Chávez, un atlético muñeco de 60 cm que al ser tocado discursea. Busca quitarle terreno a Batman, Superman y la Mujer Maravilla. ìYo llegué aquí para hacer todo lo humanamente posible, para ser útil al pueblo venezolano en su sueño, en su esperanza y […]

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Por Arolas Uribe

En Venezuela se puede conseguir un mini-mi de Chávez, un atlético muñeco de 60 cm que al ser tocado discursea. Busca quitarle terreno a Batman, Superman y la Mujer Maravilla.

ìYo llegué aquí para hacer todo lo humanamente posible, para ser útil al pueblo venezolano en su sueño, en su esperanza y en su empeño de ser libres e iguales”, dice Hugo Chávez cuando le aprietan la espalda. Chávez no sólo enfrenta a sus enemigos desde su podio de presidente o tirando tweets contra el neoliberalismo, ahora también ataca a escala, como un muñeco de acción de 60 centímetros, como un Max Steel del socialismo. Importado desde la China comunista, el muñeco de Chávez es una réplica ni tan fiel del mandatario, porque aunque respeta la verruga de su frente y su tez morena, le sobran calugas en el abdomen y -como buen y respetado Ken- no hay nada debajo de sus pantalones.

Algunos venezolanos compran muñecos de Chávez como los cristianos compran estampitas del Padre Hurtado. Probablemente, por las mismas razones: para atesorar a quien sienten que es un salvador. Uno que se les está agotando. Entonces salen a la calle con sus Chávez en miniatura, posan con él en fotos, le cambian la ropa. Juegan a las muñecas con el mandatario, no sólo por diversión, sino como una nueva herramienta para “combatir al imperialismo yanqui”.

MERCHANDISING SOCIALISTA
Los “Chavecitos” se encuentran en muchas tiendas en Caracas, pero el día del trabajador fue una fecha ideal para venderlos. El día anterior, Chávez aprobó una nueva ley del trabajo, así que el uno de mayo fue movido en Venezuela. La capital caribeña se convirtió en un desfile de personas vestidas de rojo, mucho bailoteo tipo Carnaval de Río, carritos de comida como los de Franklin y vendedores ambulantes con todo el merchandising socialista: fotos del Che, boinas rojas, poleras del Partido Socialista Venezolano y Chavecitos, muchos Chavecitos.

Una señora llegó a vender muñecos en un camión, a 60 bolívares cada uno -los dejaba en 50 si le caías bien- algo así como 3 mil pesos chilenos. Tenía tres modelos para escoger: Chávez vestido de militar camuflado, Chávez vestido con un traje verde oliva parecido al de Fidel Castro y Chávez de civil, con camisa y boina roja; pero sólo le quedaban dos del último tipo. Le compré todos los que le quedaban.

-¿No le molesta que un extranjero compre un muñeco de Chávez, no es como una falta de respeto?, le pregunté. “No, al contrario, queremos que nuestros chamos jueguen con nuestros héroes. ¿Por qué van a divertirse con muñequitos de Batman o Superman? Nosotros tenemos a Francisco de Miranda o a Simón Bolívar, que fueron héroes de verdad”, me explicó.

La señora piensa igual que Chávez, quien cuando salieron sus mini-mi a la venta, dijo a través del canal oficialista que le parecían graciosos, creativos y un aporte “importante de la lucha cultural contra Superman, Batman y Robin y La Mujer Maravilla que nos metieron en los huesos y con la que nos pusieron a admirar a los yanquis”.

Quizá eso explique que las tiendas estatales venezolanas (librerías, cafeterías, supermercados) estén ornamentadas con muñecos de acción de unas versiones bastante guapas y esculturales de los héroes patrios. En Chile, los importadores de Meiggs podrían virar a este nuevo mercado, encargando a China muñecos de Piñera. Si no se venden por estima, al menos servirán como vudú.

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