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Mundo

17 de Julio de 2012

El turismo del terror del asesino de Toulouse

Vía ElMundo.es Viajó de campo en campo de entrenamiento, con la guía de turista en una mano y el fusil preparado para disparar en la otra. Mohamed Merah, el islamista que mató a siete personas en Toulouse y Montauban el pasado mes de marzo, se movió a sus anchas por el mapa mundial del terror, […]

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Vía ElMundo.es

Viajó de campo en campo de entrenamiento, con la guía de turista en una mano y el fusil preparado para disparar en la otra. Mohamed Merah, el islamista que mató a siete personas en Toulouse y Montauban el pasado mes de marzo, se movió a sus anchas por el mapa mundial del terror, se coló en los países donde se forma a terroristas con un objetivo: enrolarse en Al Qaeda.

El diario francés ‘Libération’ publicó el martes las transcripciones de la conversación que el fanático mantuvo con el agente de la Dirección Central de Investigación Interior que le seguía durante el asedio a su casa que acabó con su muerte.

Si la televisión TF1 ya había difundido algunos extractos que desvelaban la motivación del terrorista a la hora de matar, los nuevos documentos revelan el proceso de transformación del monstruo. El camino que el francés siguió desde que decidió comprar la pistola hasta que apretó el gatillo por primera vez, desde que a los 19 años entró en prisión “por una tontería” hasta que se convirtió en uno más.

El argelino siempre fue revoltoso. Todo comenzó cuando le apresaron por un robo “absurdo”. Tenía 19 años. Logró evadir el castigo por varios delitos “gracias a la ayuda de Alá”. “El 18 de febrero de 2008 me convertí seriamente a la religión”, dijo.

Visitar monumentos para despistar

Se acordaba bien el francés del aniversario. Como también del itinerario turístico que emprendió entonces y que detalló al agente. Desde el principio Merah se hizo pasar por un viajero, a pesar de que algunos de sus destinos tenían poco de vacacional. Su objetivo era aprender a matar, enrolarse en Al Qaeda. Para pasar desapercibido, “visitaba monumentos y todo, para ser visto”, según relató.

Primero fue Argelia, su país de origen. Como era difícil encontrar instructores, probó suerte en Siria. “Mi objetivo era recorrerme los país vecinos, como Líbano o Turquía. Sabía que no eran lugares en los que iba a encontrar lo que buscaba, pero así tenía muchos sellos en el pasaporte y podía hacerme pasar por un turista. Así fue como ocurrió con vosotros”, le dijo al agente.

Al francés no le falló el plan. Logró sortear la vigilancia una y otra vez, en cada una de sus escalas. Fue arrestado en Argelia y liberado después. La coartada del viajero coló. También en la ciudad afgana de Kandahar, a pesar de que fue interrogado por soldados americanos. Misma mentira, mismo resultado en Mosul. Confiado, siguió la brújula de su mapa asesino rumbo a Irak, Palestina y otra vez Afganistán.

“Mi objetivo como turista era que me secuestraran los talibán, por eso cogía rutas peligrosas. Pero Alá no lo quiso así”, dijo al agente. Merah volvió a Francia. De nuevo la operación visado para volver a Pakistán. “No me lo podían denegar porque ya había hecho demasiados países. Me lo dieron y a partir de ahí todo fue, muy, muy, muy fácil para encontrarlos”.

Mejor el rifle que las bombas

Atravesó las montañas de Waziristán en moto, hacia las zonas tribales, donde se unió a los talibán. En el relato al policía galo, el terrorista reconoció que había cometido un “grave error”, enviando correos a su madre para advertirle de que estaba bien. “Tendrías que haber llamado a los ciberpolicías”, le dijo, burlón, al agente.

“Me propusieron las bombas, pero no quise”. El pistolero prefería el tiro en la frente. Se entrenó con todo tipo de armas y después decidió volver a Francia para practicar en casa lo aprendido. “Yo trabajo con Al Qaeda, no estoy solo. Tengo superiores, pero en Francia sí trabajaba solo. Pero fui enviado por Al Qaeda. Hay toda una organización detrás».

Durante el asedio, Merah también relató a los agentes cómo asesinaba y por qué. Contó que la primera vez fue “agotador” pero que después se empezó a sentir “cada vez mejor”. El segundo asesinato, cuando ya tenía “el corazón tranquilo”, le llevó a querer multiplicar sus acciones. Porque él tenía un mensaje que transmitir.

“Si hubiera matado civiles la población hubiera dicho que era un loco de Al Qaeda que mata civiles. Pero mi mensaje era diferente, he matado judíos porque ellos matan a los palestinos y a los militares porque asesinan en Afganistán. No pueden decirme nada, es defensa propia”, dijo, “lo único que lamento es no haber podido matar más”.

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