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Opinión

17 de Julio de 2012

“Me hubiera gustado que el Cristián Precht valiente de ayer hubiera salido a enfrentar su verdad”

Cantellano es una de las 20 víctimas que acusan al ex vicario de la Solidaridad de abusos sexuales. Vive en Australia hace 23 años y la semana pasada hizo público su testimonio y una serie de cartas que le mandó a la Iglesia Católica contando su historia, que parte cuando participaba en comunidades cristianas en Pudahuel. En esta entrevista, que dio a The Clinic vía e-mail, explica las motivaciones de su denuncia y lo que espera del caso. “Lo de Cristián me violentó la fe en la Iglesia y en Dios”, dice.

Jorge Rojas
Jorge Rojas
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¿Cómo conociste a Cristián Precht?
-Lo fui conociendo en las actividades de la pastoral juvenil. Él daba charlas de formación en los retiros y jornadas de formación en Punta de Tralca, Pichidangui y en otros lugares. También hacía misa en las parroquias del decanato y frecuentaba mucho, o vivió por un tiempo, en la casa de don Enrique Alvear, donde vivía nuestro asesor juvenil, por lo cual lo veíamos harto.

¿Cómo definirías tu relación con él?
-A lo largo del tiempo se fue creando una relación de amistad y respeto. Conocíamos su papel en la Vicaría y lo valorábamos. En ese tiempo los curas hablaban de solidaridad y compromiso con los pobres, los Derechos Humanos, dar protección a los perseguidos. Quiero aclarar por qué, después de tanto tiempo, ahora doy a conocer lo que me pasó con Cristián. Estamos hablando de la juventud cristiana de comunas populares, entre 1976 y 1980. Fueron tiempos en que nos comprometimos en la lucha contra la dictadura. La izquierda y el movimiento social estaban muy derrotados y nos correspondió reenergizar el movimiento popular. Formamos bolsones de resistencia en varias comunas. Después muchos de nosotros aportamos de diversas formas en la lucha, como activadores públicos o clandestinos, principalmente del movimiento poblacional y de las orgánicas más combativas. Entonces, en este contexto hay que entender por qué en 1979 no grité más fuerte las contrariedades de Cristián Precht. Digo esto porque ahora la cuestión de Cristián no es sólo una pugna entre el clero más reaccionario con el menos reaccionario. Aquí hay una verdad y hoy están dadas las condiciones, en una nueva conciencia que condena el abuso sexual de menores y jóvenes a lo largo del mundo.

¿Cómo se te insinuó Cristián Precht?
-El contexto de la situación está en las cartas que le mandé a Precht y a la Iglesia. En la primera, dirigida a Cristián, digo: “Usted, al cual yo apreciaba con mucho respeto, apareció con su vaina desenfundada ofreciéndola como hostia celibatada”. Al parecer lo que expresé fue muy metafórico y se ha interpretado como tendencias exhibicionistas, que no fue mi intención. En realidad no le vi los genitales, pero alcancé a sentirlo en mi mano por un instante, y allí reaccioné y conversamos la situación. En esa misma carta dije: “… puedo dar testimonio de sus tendencias homosexuales. Y lo sé porque usted estuvo muy cerca de hacerme maricón”. No debí usar la última sentencia por la connotación homofóbica que tiene y porque la homosexualidad no se hace por situaciones, sino que -según entiendo- es una condición con la que se nace. No soy experto en este discurso, sólo quiero disculparme con la comunidad a la que ofendí por expresarme de esta manera. Ahora, quiero dejar en claro que en el pensamiento de un joven obrero de población, en los 70, el estigma de la definición sexual es algo de muchísima importancia. Por lo tanto, si por la razón que sea perdías tu condición de hombría involuntariamente eso te marcaba para el resto de tu vida. En ese contexto hay que entender la frase “estuvo muy cerca de hacerme maricón”, porque es algo muchísimo más grave que saberte homosexual de nacimiento. Por eso la gravedad que una persona con la imagen de peso moral, de líder, de representante de valores ideales, una autoridad en todos los términos, sorprenda a un joven en formación con una proposición sexual no solicitada.
El joven se paraliza, se siente pequeño, reacciona débil frente al momento, va a perder algo vital y no sabe cómo negarse, no encuentra las palabras, no le sale la voz, pierde la fuerza. Es algo que no estás escogiendo, es algo que está pasando contra tu voluntad. Quieres gritar y no te sale la voz, quieres pegar, pero los puños no se aprietan. Son momentos terribles. Con una voz baja y temblorosa, casi inaudible, sale el primer no, la mano empieza a tomar fuerza, se retira del pene no solicitado. De repente vuelves en ti, te reencuentras con tu fuerza, te sale la voz y dices con más fuerza NO, éstas son cuestiones de maricones y yo no lo SOY. Todavía tiemblas, estuviste a punto de perder tu dignidad, de ser lo que tú no eres. Tu mente se llena de pensamientos, escuchas como si estuvieran hablando a lo lejos, amor de familia, amor paternal, disculpas. Pero ya nada te importa. Te da asco, lo encuentras insignificante, sin moral, sin ética, al mismo que admirabas 10 minutos antes. Con él te decepciona todo lo que representa, su Iglesia y su Dios. ¡Madre! Yo pude parar ese momento, sacar fuerza de flaquezas, me imagino el dolor que acarrea de por vida aquel que no pudo reaccionar, aquel al que le roban su hombría porque sucumbe a la imagen de la autoridad. ¡MADRE! Cómo entiendo que alguien no quiera vivir con eso en su cabeza. Disculpa, pero me reencontré con un momento olvidado. Las circunstancias me han puesto en la necesidad de ser más explícito. A don Hector Precht le solicité que le pidiera a su hermano jurar con la mano en la Biblia lo siguiente: Yo no conozco a Jorge Cantellano. Yo no lo invité a dormir al lado de mi cama. Yo no le tomé la mano para que me hiciera cariño en el pecho. Yo no le bajé la mano para que me tocara el pene, que ya estaba duro. Yo no me justifiqué diciéndole que eran solamente cariños paternales. Espero que don Hector me dé buenas noticias. Eso me confirmaría que solamente arrastro una pesadilla mal soñada de algo que nunca sucedió.

¿Hasta antes de que sucediera el abuso habías escuchado de otros casos?
-En relación con Cristián, no; impensable. Pero sí sabíamos de otras situaciones en que curas o profesores les tiraban los calzoncillos a los cabros. Cada cual aprendía a defenderse.

¿Se comentaban en ese tiempo los abusos de Cristián Precht?
-Una tarde vinieron unos jóvenes, que vivían en la casa de Mariano Puga en Cerro Navia, a visitar a un religioso en la población Arturo Prat, en Lo Prado. Allí, un amigo que trabajaba como júnior en la Vicaría Oriente, contó que Precht se le había tirado en el auto, cuando lo fue a dejar al metro. Según este amigo, Precht entre sus disculpas le dijo que había estado más cerca de cometer ese error conmigo. El religioso dueño de casa, preocupado de lo que nosotros comentábamos, lo habló en la Vicaría de la Zona Oeste. Allí alguien me hizo saber que Cristián había ido al extranjero para someterse clínicamente por su debilidad. No estoy seguro si fue nuestro asesor en la pastoral juvenil o alguien más, pero estoy seguro que fue en la Vicaría de la Zona Oeste. Pasado el tiempo, la lucha contra la dictadura ocupó todas las preocupaciones de mi vida. Fui relegado al sur de Chile en 1980, fui detenido en el Pudahuelazo en 1984, y fui una de las personas buscadas en los allanamientos de Valparaíso en 1986. Es decir, ya tenía bastante con mis problemas. Quizás lo de Cristián no me perjudicó la vida, porque la dictadura ya nos había negado la juventud. Pero sí es claro que lo de Cristián me violentó la fe en la Iglesia y en Dios.

¿El Cardenal Silva Henríquez no debió haberlo nombrado Vicario de la Solidaridad?
-No sé, depende si el Cardenal sabía o no de este problema o si Cristián tenía esa práctica en aquel momento. Si me preguntas si la Iglesia debió mantenerlo como Vicario de la Solidaridad después que en la Zona Oeste se supo lo que me había pasado con él, deja responderte de la forma en que miré esto en aquel tiempo. Entendí que Cristián había tenido su caída solamente con nosotros. Él me ofreció disculpas y yo las creí sinceras. Luego se dejó tratar clínicamente para superarse. Entonces, hay una actitud de remediar. Por lo tanto la respuesta es que sí está correcto que siguiera aportando en su Iglesia. Quiero dejar en claro que el aporte de Cristián en la Vicaría de la Solidaridad llegó hasta principios de 1979. Después él cumplió otros roles. Hoy, el nombre de Precht es sinónimo de la Vicaría de la Solidariad. Su mística de caudillo apagó a los vicarios que le sucedieron e hizo invisible a quienes trabajaban allí.

¿Quedaste muy afectado por lo que te sucedió?
-Acuérdate que a los presos políticos se les torturó, los colgaban y sometían a vejámenes inhumanos tremendos. Le introducían objetos y animales por el ano y la vagina, y muchas otras cosas denigrantes. Nosotros sabíamos que los jóvenes cristianos arriesgábamos ser sometidos a toda clase de torturas. Por lo tanto, lo de Cristián me pareció solamente una desviación intolerable, porque él sabía que aunque estuviera en mi discernimiento vocacional igual me gustaban las muchachas. Y él no lo respetó.

Inmediatamente después de que él se te insinúa ¿a quién se lo contaste?
-Miguel Ortega y el otro cura que vivía allí escucharon y se dieron cuenta de ese mal momento. La casa era de madera así que él que no escuchaba es porque no quería escuchar.

¿Qué pudo haber pasado por la mente de Cristián Precht como para cometer todos los abusos de los cuales se le acusa?
-No sé, no soy sicólogo. No conozco la experiencia de las otras personas que declararon, pero en ninguno de los casos hay penetración. Es posible que Cristián piense que eso no constituye relación sexual. Es decir un “Clinton”, aunque tampoco estoy seguro que sus incursiones hayan incluido chupeteos o no.

¿Cuándo decidiste denunciar?
-Nunca quise denunciar, lo que intenté hacer fue un diálogo, pero hasta ahora ha sido un monólogo, porque Cristián no tiene la valentía de conversarme de vuelta. Decidí invitarlo a que dijera su verdad en el momento que vi que con cara angelical decía que su “conciencia estaba tranquila” en el contexto de la denuncia presentada por la familia Vela. En algún momento alrededor de 1991 recibí una carta de Cristián en Australia, donde me contó que había visitado a Vela en EE.UU. y quien luego se había suicidado. Yo intuí que con Vela pasó algo similar a lo que me sucedió a mí, y por eso se preocupó por saber cómo estaba.

¿Estás casado? ¿Tienes hijos? ¿Cuándo se enteraron ellos de este abuso?
Estoy casado, tengo dos hijos y dos nietos. Con su amor me sentía completo, muy realizado en mi vida, hasta que reapareció la cuestión de Cristián. Mi esposa ya lo sabía antes de casarnos y mis hijos se enteraron cuando mandé la carta a Cristián. Ahora ellos comprenden por qué les advertía de los riesgos con los profesores, los entrenadores y los religiosos. Ahora saben por qué no fueron bautizados y no tienen ningunos de los sacramentos de la Iglesia.

¿A qué autoridades de la iglesia les contaste tu caso antes de hacer la denuncia el año pasado?
-Así como autoridad, a ninguna; porque para mí Cristián era una autoridad de la Iglesia. Nunca pensé que era algo denunciable a la justicia, teniendo en cuenta que nosotros veíamos todas las instituciones como funcionales a la dictadura, y especialmente la justicia estaba allí para castigarnos y no para defendernos. Incluso después que me alejé de la pastoral juvenil, igual tuve que estar en los espacios de la Iglesia porque era el único espacio que teníamos en las poblaciones en el accionar del movimiento popular contra la dictadura. Nos costó mucho crear organizaciones poblacionales fuera de la Iglesia.

¿Qué debe hacer Cristián Precht?
-Me hubiera gustado que el Cristián Precht valiente de ayer, hubiera salido a enfrentar su verdad. Me gustaría que antes que Cristián acepte el castigo del Vaticano, recorra los decanatos como lo hacía antes y se reencuentre con los laicos y jóvenes a quienes les debe explicaciones.

¿Esperabas que se defendiera como lo está haciendo?
-No lo he visto defenderse. No ha desmentido lo que yo le dije en la carta de octubre de 2011.
Todo esto ocurre en dictadura ¿Es posible que los organismos de inteligencia de la dictadura supieran de estos abusos?
-Creo que ningún agente de la dictadura vio esto como abuso. Para ellos seguramente que el cura Precht, al igual que todos los curas, era maricón. No lo vieron como violador de niños, porque seguramente nunca abusó de niños menores de 14 años. Si lo vigilaban, era para detectar algún contacto que le sirviera a la policía política para llegar a los núcleos clandestinos que resistían a la dictadura o alguna conspiración más grave.

¿Cómo hay que mirar la obra de Cristián Precht luego de conocer estos nuevos antecedentes?
-Creo que Cristián fue un instrumento en una institución que defendió los Derechos Humanos cuando Chile estaba sufriendo uno de los períodos más oscuros de su historia.

En una de las cartas tú acusas a la Iglesia ¿Qué autoridades sabían de tu caso?
-Así como se me dijo que Cristián estuvo en tratamiento por sus problemas sexuales, supongo que lo sabían todas las autoridades. La pregunta es cuando lo nombran vicario de la juventud en los 90. ¿qué autoridad de la Iglesia no lo sabía? Cuando el obispo actual de la Zona Oeste dice no creer en las acusaciones sólo demuestra que hay un problema muy grave en todo esto. Lo que denota por qué los procesos de acoso y abuso de menores no se deben investigar solamente entre curas. Pero, además, la Iglesia laica, los padres de familia, hermanos y hermanas de menores también deben buscar formas de acceder a la información. ¿Cómo se documentan los casos de abuso? ¿Cómo se identifican a los que cometieron abuso y están recuperados? ¿Qué se hace con los que tiene la incapacidad de recuperarse? Lo que está claro aquí es que si los sacerdotes se niegan a la naturalidad de enamorarse y de tener familia o pareja entre iguales, entonces deben saber que se niegan también las expresiones de cariños paternales, pues eso se da con sus propios hijos. Muy claramente, los padres no hacen cariños ni se dejan hacer cariños con el pene.

¿Qué te dijeron en el arzobispado sobre tu caso?
-Después que mandé la carta a Cristián con copia a la Iglesia me dieron los datos para agregarla a la investigación. Pero el arzobispado no me ha dicho nada. Sin embargo, en sus declaraciones hay una posición que demuestra una voluntad por empezar a hacer cambios. Como anécdota, lo que demuestra la formación moral dentro de la Iglesia, te cuento que de las más de 300 copias electrónicas de las cartas que envié a Cristián, sólo una monja, un cura y un cursillista me respondieron, expresando que comprendían mi dolor y oraban por mí. Pero hubo seis correos electrónicos de religiosas o mujeres que trabajan en la Iglesia que me respondieron muy enojadas. Me trataron de Jorgito, de tentador de hombres santos, que yo era el depredador, el culpable, el poco hombre que contaba mentiras de Cristián. Del resto sólo obtuve completo silencio. Imagínate, cómo con esa mentalidad van a poder crear espacios seguros para los niños y jóvenes. Pero justamente es a lo que están llamados los laicos hoy, si no quieren ver a sus iglesias llenas de telas de arañas.

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