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Opinión

7 de Agosto de 2012

España y el abismo

Como apresurados lemmings, aquellos roedores que corren a los acantilados para saltar al vacío, los españoles acometen el segundo semestre de 2012 en medio de una incertidumbre trágica. Esta semana, los cesantes han llegado a 5.600.000 -el 25% de la fuerza de trabajo-, los desalojos por impagos de hipotecas ya golpean a 400.000 familias, y […]

Sergio Marras
Sergio Marras
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Como apresurados lemmings, aquellos roedores que corren a los acantilados para saltar al vacío, los españoles acometen el segundo semestre de 2012 en medio de una incertidumbre trágica.

Esta semana, los cesantes han llegado a 5.600.000 -el 25% de la fuerza de trabajo-, los desalojos por impagos de hipotecas ya golpean a 400.000 familias, y los morosos de bancos y grandes tiendas se acercan al 10 % de los deudores. Dos millones de familias españolas se han quedado sin ningún ingreso y más de un millón de personas va a comer a Caritas todos los días.

El gobierno y la oposición están desconcertados, tupidos. Nadie estaba preparado para semejante desventura. Obsesionado por reducir el déficit y la deuda pública para no ser intervenidos por la Unión Europea, el gobierno de Mariano Rajoy ha hecho cambios radicales que están provocando una recesión cada vez más profunda.

Su gobierno ha bajado los sueldos de los funcionarios en más del 10%, ha congelado las pensiones, subió el IVA del 18 al 21%; y en algunos casos donde había un IVA reducido, como el del material escolar (4%) lo aumentó al 21%.

Al mismo tiempo, subió el impuesto a la renta y las retenciones a los profesionales y trabajadores independientes del 15 al 21%, lo que provocará un ahogo descomunal a uno de los estamentos más productivos del país que ahora con poco trabajo tiene que pagar más IVA y sufragar por adelantado buena parte de sus ingresos a cuenta de futuros impuestos, sin saber siquiera cuándo podrá cobrar sus facturas, ya que las instituciones estatales y las empresas están tardando más de seis meses en pagar.

En su afán de ser buen muchacho frente a los acreedores, el gobierno ha desprotegido a la gente mientras los grandes capitales de todas maneras huyen de España junto a miles de jóvenes profesionales que no encuentran trabajo.

Así, el consumo cae y el gobierno recauda cada vez menos impuestos. Todo lo contrario de lo que se busca. El círculo vicioso está servido.

Lo más grave es que no se trata solamente de un problema financiero eventual, sino de la destrucción de un modelo social solidario, útil y deseable por todos transversalmente, que ha sido reventado por una mezcla de ineptitud, corrupción y desidia general.

Por supuesto, en las causas del descalabro unos tienen más culpas que otros debido al embargo de la información, el aprovechamiento y el cinismo con que se ha afrontado la situación. Es claro que no tiene la misma culpa un ovejero de Extremadura, un minero de Asturias que un banquero de Madrid o un responsable político de cualquier partido de alguno de los 17 parlamentos regionales o del Nacional.

Los dos primeros reclaman sus medicinas gratis, que no les alejen los centros de salud de sus aldeas o que no vayan a cerrar unas minas de carbón que dejan sólo pérdidas. Es cierto que luchan por algo injusto para el país en su conjunto, pero no se les deja ninguna salida. Sus bajos ingresos solo funcionan en un estado de bienestar como el que había hasta ahora. Sin él se sumirán en el desamparo.

Sin embargo, la clase dirigente multipartidaria, que abusó del sistema financiero de las cajas públicas e hizo la vista gorda de proyectos demenciales de los suyos, no está siendo afectada hasta ahora en nada, salvo en la fidelidad de sus adherentes. Hay 800 políticos imputados y la mayoría sigue en sus puestos con el respaldo de sus partidos. Hicieron, como pequeño ejemplo, más de diez aeropuertos nuevos vírgenes pagados con deuda pública, el emblemático es el de Castellón cuyo único avión presente es el que sostiene en la cabeza la escultura del cacique local, que costó 300 mil euros; estaciones de trenes de Alta Velocidad que están a kilómetros de la ciudad de destino porque se construyeron sobre el predio de algún poderoso; o la resurrección de 150.000 muertos que han estado sacando medicinas gratis de la Seguridad Social durante años.

Y esto es solo el piquito del témpano.

¿Qué viene ahora? Posiblemente la tan temida intervención que hará que España se reinvente, cree nuevas estructuras políticas y administrativas, una manera nueva de mirar el ocio y el trabajo. Ojalá sin perder lo mejor que tiene: la alegría de vivir y la mirada solidaria de su gente que tanto molesta y atrae a los europeos del norte.

Los lemmings no se suicidan para salvar del hambre a los más débiles de la manada cuando la comida escasea, como se cree. Lo hacen sin darse cuenta debido a la incapacidad de sus líderes en detectar cuán cerca está el borde del abismo.

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