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Poder

7 de Agosto de 2012

La guerra contra los piratas en Constitución

Hace poco más de tres semanas una treintena de embarcaciones se agarraron a balazos en las cercanías de Constitución. Fue un combate en altamar que dejó dos heridos con perdigones. Los pescadores artesanales del Maule acusan la intromisión a sus aguas de flotas piratas de la Octava Región financiadas por los grandes industriales. La otra cara de la Ley Longueira que nadie se ha atrevido a contar.

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Fotos: Alejandro Olivares

En cuanto sintieron el ruido de los motores, un sonido monótono que provenía de altamar y apenas se percibía desde la orilla, un grupo de pescadores de Pelluhue dio la señal de alerta. Eran las nueve y media de la noche del viernes 6 de julio.

-Acaban de pasar por acá -soplaron por radio a los pescadores artesanales de todas las caletas de la séptima región.

De inmediato un grupo de embarcaciones de Constitución, Caleta Pellines y Loanco, prepararon el zarpe. En total fueron 15 botes, con dos tripulantes cada uno, que se internaron en la oscuridad del océano en busca de las embarcaciones piratas de la Octava región que acababan de entrar en aguas “prohibidas”. Una hora después de navegación en altamar, los botes artesanales llegaron frente a la Ensenada de Chanco. Allí se encontraban 18 embarcaciones semindustriales, fondeadas a 100 metros de la playa, con las redes cargadas de pescados.

-Devuélvanse o les hacemos cagar las redes por ladrones –amenazaban los artesanales desde sus botes.

La amenaza no amilanó a la tripulación de los barcos que rápidamente comenzaron a recoger los bolinches, enormes redes que utilizan en la pesca de cerco. Los artesanales de inmediato rodearon las barcazas y empezaron a cortar las redes con cuchillos, liberando toneladas de peces. Desde los barcos repelieron el ataque con bengalas, que arrojaban directamente a los botes. Las luces iluminaban el improvisado combate.

-Váyanse a su zona de pesca, que andan hueviando acá, les vamos a hacer cagar los barcos –insistían los artesanales.

Se escuchó un disparo. Luego otro y otro. Los escopetazos retumbaban de un lado a otro en medio del océano. Los tripulantes de los barcos semindustriales se ocultaron en las cabinas mientras los artesanales esquivaban las balas acostados sobre los botes, intentando que las redes no terminaran por atraparlos también a ellos.

-Teníamos que tener cuidado de no quedar arriba del material de ellos, porque podíamos cagar los motores y capaz que nos hubieran tirado el barco encima, hundiéndonos -recuerda Rodrigo Valdés, patrón del Padre Pío, uno de los botes artesanales que participó en el “correteo”.

Ninguna autoridad marítima llegó a imponer orden. Aquella noche prevaleció la ley del más fuerte. Los pescadores artesanales, con más facilidad de maniobra debido a la rapidez de sus motores, les quitaron una panga a uno de los barcos y la trasladaron hacia una orilla. Fue el trofeo de guerra de la jornada. La batalla duró alrededor de 4 horas. Cerca de las cinco de la mañana las embarcaciones de la Octava región decidieron retirarse. Llevaban dos hombres heridos con perdigones. Los pescadores artesanales regresaron de madrugada a sus hogares. La batalla habían terminado.


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ZONAS CONTIGUAS

Las disputas entre pescadores artesanales de la Séptima región y tripulantes de embarcaciones semi-industriales de la Octava han sido una constante desde hace décadas. Todavía se recuerda un enfrentamiento de proporciones ocurrido hace ocho años en Constitución, frente al faro Carranza.
-Fue a punta de balazos, piedras, bengalas, se tiraban bolsas con bencina para quemar las embarcaciones, les sacaban las boyas para que las redes se hundieran. Esa vez habían, por lo menos, unas 40 embarcaciones. Fue un enfrentamiento fuerte -cuenta Francisco Reveco, presidente de la Federación de Pescadores de la Séptima región.

El asunto aquella vez no pasó a mayores, a diferencia del último altercado donde sí hubo heridos. La trifulca de julio pasado hizo que el intendente Rodrigo Galilea, junto al gobernador de Talca, José Antonio Arellano, y el Seremi de Gobierno, Christián Garrido, llegaran a la capitanía de Puerto de Constitución al día siguiente del enfrentamiento. Galilea prometió contar, a partir del próximo año, con un embarcación fiscalizadora de alta velocidad para “preservar los intereses de los pescadores de nuestra región”.

Medida que los hombres de mar consideraron insuficiente y que no ataca, según ellos, el tema de fondo: la tramitación de la ley de pesca en el Congreso. Para los artesanales, la Ley Longueira se ha transformado en la madre de todas las batallas. Es por esta razón que más de 2500 pescadores de la región, durante un día y medio, sitiaron completamente Constitución, bloqueando uno de los caminos con un camión de Copec y amenazando con hacerlo estallar.

El descontento tiene que ver con la implementación de las zonas contiguas de pesca que permite a las federaciones regionales de pescadores negociar la apertura de sus territorios de extracción. La Séptima región se opone tenazmente a que esta medida se implemente, puesto que –aseguran- vendrían pescadores de otras regiones a arrasar con sus recursos. Por esto prefieren que la prohibición de ingreso se mantenga tal cual.

-Imagínate, si ahora se introducen con embarcaciones piratas a la mala, cómo sería si cuentan con acuerdos legales, nos dejarían en pelota -alega Froilán Recabal, presidente del sindicato de pescadores de Pelluhue.

Si bien la resolución debe ser consensuada existe una instancia mayor, en caso de desacuerdo, que dirimiría la situación a través de un consejo macrozonal que agruparían a diversas regiones. La moción fue enviada directamente al Senado por el ministro Longueira. Situación que los pescadores asumieron como una pasada tipo “gato por liebre”.

-El ministro quiso pasarnos un gol y le pedimos explicaciones. Nosotros no queremos regiones contiguas, ni tampoco que decidan los consejos zonales. Él nos dijo que nosotros seguiríamos decidiendo. No puede pasar por alto el acuerdo que tuvimos en una reunión ampliada con los parlamentarios de la región, esto no es un juego de cabros chicos. No hay nada que discutir -asegura Reveco.

La pelea por la implementación de las zonas contiguas tiene un correlato directo con la intromisión de embarcaciones semi-industriales en la región del Maule. Los pescadores de la Séptima región quieren que se mantenga la regionalización debido a que en su territorio pasa la corriente de Humboldt y se encuentran las grandes zonas de desove, pelaje y larvas que otorgan alimento a los cardúmenes.

-Ellos sobreexplotaron sus recursos, les creció el colmillo y ahora miran para el lado. Nosotros sin recursos, ¿qué hacemos? Pa la casa, nomás. Eso no lo vamos a permitir –dice Reveco.

Los dirigentes culpan a la gran pesca industrial de la introducción de flotas en su región. Dicen que, no contentos con la extracción fuera de las cinco millas marítimas, comenzaron a financiar a sus pares del Biobío, ofreciéndoles comprar embarcaciones de mayor envergadura para introducirse a las cinco millas, zona de exclusividad de los pescadores. Los botes artesanales, por ley, no deben exceder los 18 metros. El truco de los industriales, acusan, fue de antología: respetaron el mismo largo pero modificaron la capacidad de bodega. Mientras los artesanales pueden capturar apenas 4 toneladas por embarcación, ellos pueden cargar más de 100 toneladas por faena. “Negocio redondo”, dicen.

-La movida fue acortar las embarcaciones. Tenían que tener cierto requisitos pero la ley no especificaba la manga, tampoco la capacidad de bodega.

Cortaron el queque a la pinta de ellos y le entregaron las migajas a los pescadores -asegura Reveco.

Froilán Recabal, Presidente del sindicato de pescadores de Pelluhue, cuenta que les metieron una cuchufleta. “Más encima los pescadores que aceptaron la oferta le venden la pesca a ellos mismos. Entonces, agarran por todos lados haciéndose multimillonarios”, denuncia.

Es por esta razón que los pescadores vienen exigiendo mayor fiscalización pero, tanto la gobernación marítima como Sernapesca, aseguran, han echo “oídos sordos” a sus demandas.

-Nosotros hemos pedido en todos los tonos que exista más fiscalización. Nadie aguanta que le vengan a quitar el pan de las manos en la puerta de su casa y si los que tienen que fiscalizar no lo hacen, tendremos que hacerlo nosotros. Es la única forma de hacer entender a la autoridad- agrega Reveco.

El capitán de puerto de Constitución, teniente Andrés González, asegura que la efectividad en la fiscalización no se traduce en una mayor cantidad de recursos sino en “la mejor utilización de ellos”.

-Nosotros contamos con medios aéreos de Talcahuano, helicópteros, aviones, embarcaciones, lanchas patrulleras que se siempre está viniendo a apoyarnos.

Pero los problemas de deficiencias en materia de fiscalización siempre van a existir -agrega González.

Apreciación que comparte Liz Zamora, directora de Sernapesca en la Séptima Región. “Si tenemos que fiscalizar un medio que es tan amplio, como las bahías y el mar, y lo hacemos en coordinación con la armada, fortaleciendo las acciones, entonces estamos haciendo el trabajo. Si son medidas insuficientes, lógico que pueden ser insuficientes”, sostiene.

La eventual implementación de posicionadores satelitales es una medida que está contemplada en la Ley de Pesca y que podría solucionar gran parte de los problemas. Pero hay un dilema: los pescadores del Maule están de acuerdo, pero los de la Octava, no.

-Ellos no quieren posicionador, dicen que es un negocio de los marinos jubilados, que es muy caro, pero eso es mentira, está a la mano de cualquiera.

No es una gran inversión para un bote y chuta que serviría -agrega Froilán Recabal.

De no aumentar la fiscalización y no aprobarse la implementación de los posicionadores satelitales, es muy probable que el ingreso de los barcos piratas se mantenga. Si esto sucede, los enfrentamientos, aseguran los pescadores del Maule, no acabarán y las consecuencias pueden ser fatales. Francisco Reveco lo tiene más que claro: “Cuando hay armas de fuego puede pasar cualquier cosa”, dice.

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