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Opinión

22 de Agosto de 2012

Arturo Duclos: “En arte, la figura de Pinochet no vende mucho”

Artista visual, profesor y director de la Escuela de Artes de la UDD, Duclos prepara para el Museo de la Memoria, junto al fotógrafo argentino Marcelo Brodsky, una variada muestra sobre Allende, enfatizando en su faceta de médico.

Macarena Gallo
Macarena Gallo
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Foto: Alejandro Olivares

En una consulta ficticia que estará en el Museo de la Memoria, Allende ocupará el lugar de un sanador. “Es una metáfora sobre cómo sanar todas las heridas que hay en la gente de izquierda, así como las de quienes satanizan a Allende. Porque para círculos empresariales o neoliberales, Allende es como el demonio”, dice Duclos. Quienes asistan a la muestra podrán acceder a esta consulta médica en la que un guía estará atendiendo las dudas o recibiendo las quejas del público-paciente, el cual después pasará a una sala de sanación donde saldrá con chapitas con la imagen de Allende.

A esta altura, usar la imagen de Allende en el arte es casi un cliché que vende por sí solo.
-Pero nosotros la ocupamos bajo otro contexto… Sin duda, tiene ese carácter entrecomillas comercial, medio atractivo. Me interesa ese carácter, pero también rescatar su legado como médico.

¿Por qué los artistas no han trabajado con la figura o la cara de Pinochet?
-Su cara no vende mucho. Al contrario, hoy los políticos y empresarios huyen de Pinochet. Nadie quiere verse asociado a él. Pinochet era un huaso inculto, como figura no tiene mucho. Allende, en cambio, era una persona fina en términos intelectuales y culturales. Una persona heroica. Incomparable con el otro personaje.

Pero por último para reírse de él podrían tomarlo.
-Sí. Tal vez.

¿O es muy feo usarlo para chapita?
-Igual es re feo. Una obra con él sería para tajarla. Pero eso sería muy obvio.

También es obvio trabajar con la figura de Allende.
-Sí y no.

¿Cómo?
-Para mí, resucitarlo como figura representa este carácter ético del mundo, esas utopías que se han perdido dentro de todo el imaginario de la política, del quehacer social… Y eso no es obvio.

LA SRA. KREBS

Expondrás en el polémico Museo de la Memoria. ¿Qué te parece que la derecha esté pidiendo contexto?
-No es la derecha, sino la señora Krebs. Nadie más de la UDI se ha pronunciado.

Sí han salido algunos, como el diputado Cristián Letelier.
-Pero son pocos. Se han quedado callados. No quieren meterse en la pata de los caballos.

El mismo ministro Beyer salió a prestarle ropa a la Krebs.
-Bueno, Sergio Villalobos también… Pero ha salido más gente a denostarla que a defenderla. Y Beyer tiene que alinearse, sino generaría una polémica mayor. Sería muy estúpido y grave que la gente de derecha dijera que acá no hubo dictadura, muertes ni desaparecidos. Además fue impertinente la intervención de la señora Krebs. Al parecer tiene un rechazo personal al Museo, como que le trae recuerdos… Bueno, aquí volvemos nuevamente al tema de la sanación. Porque ella tuvo que renunciar a vivir durante el gobierno de Allende en Chile.

Y eso le creó una especie de trauma.
-Claro. Quizás sería muy bueno que fuera a la exposición para que se liberara de ese trauma y actuara de manera más proactiva. Por otro lado, la verdad cuando se dice duele. Y a la señora Krebs le duele ese contexto al que ella alude: la dictadura que mató gente. Y el Museo es un lugar que pone el dedo en la llaga. Y para sanar esta herida se requiere hacer una reparación que tiene que ver con lo justo y con que salga toda esta gente, como los Labbé, estos personajes siniestros que andan dando vueltas y que son un poco la sombra de este gobierno.

¿Y qué te ha parecido este gobierno?
-No me esperaba otra cosa. Me lo imaginaba así de despiadado, de irresoluto.

¿De qué tendencia política eres?
-Sin pertenecer a ningún partido, me siento más cercano a la izquierda que a la derecha. Aún creo que el socialismo es un formato que permite una relación con la sociedad más humanizante. Pero, en todo caso, nuestra clase política es un circo, un casino con puros apostadores que pelean por menudencias. Y eso pasa en los dos lados. Están absolutamente acomodados. No veo esa utopía, esa pasión, esa cosa ética de Allende.

EL TEMPLO DEL LUCRO

Ahora es la ciudadanía quien tomó esa cosa utópica…
-Claro. Pero, desafortunadamente, estamos muy amarrados a la Constitución del 80 y los políticos no la van a cambiar porque les conviene este sistema. No van a matar a la gallina de los huevos de oro. Y eso hace difícil que las cosas cambien.

¿Has ido a las marchas?
-A algunas. Es muy interesante lo que está ocurriendo. Encuentro súper racional lo que están pidiendo los estudiantes. Además es una discusión que hay que tener. Finalmente la problemática no es solamente si el Estado va a pagar o si va a haber universidades gratuitas u otras pagadas, sino que tiene que ver con qué modelo de país queremos.

Diriges la escuela de arte de la U. del Desarrollo. ¿Tus alumnos hablan del lucro o no pescan?
-Sí pescan. Sobre todo en carreras más humanistas, donde hay un consentimiento hacia el movimiento estudiantil. Y se hacen las mismas preguntas que se hace el movimiento. No es que los estudiantes de la UDD sean estúpidos y no piensen: al contrario, es gente que continuamente se está preguntando.
Pero, claro, no han salido públicamente. Y eso pasa por ser parte de una especie de claustro desde el punto de vista económico y geográfico, que hace que todo quede dentro de la pura discusión más fútil.

¿Qué te parece el lucro?
-Debiera haber un sistema que garantice la gratuidad de la universidad. Pero siento que se ha demonizado el tema del lucro. No encuentro que sea malo desde el punto de vista conceptual.

¿Cómo así?
-Por ejemplo, hago clases y cobro por hacerlas. Necesito pagar mis cuentas, mis cosas… En ese sentido, el lucro es bueno. Me encantaría hacer clases gratuitas pero cómo lo hago para pagar las cuentas. Como te decía, el problema del lucro es una discusión ética sobre el tipo de sociedad que queremos. Porque si no vamos a lucrar, ok, no lucremos, pero que no lucren tampoco los médicos, los supermercados, los hospitales.

La UDD es de las más cuestionadas por el lucro.
-Claro. Pero todas las universidades privadas, aunque no lo digan, lucran. Sin duda que el lucro es bastante fatal si lo pensamos desde el punto de vista de instituciones que son corporaciones, que se supone que no deben lucrar, pero que efectivamente generan estrategias, artimañas, para granjearse dividendos dentro de esta actividad… Ahí el lucro es una cuestión deleznable y estoy totalmente de acuerdo con que haya condena si se demuestra que lo hay. Por eso hay que transparentar. Y si lo hay debiera existir una contraparte del Estado que entregara educación gratuita y de calidad. Porque el gran problema es la accesibilidad. ¿Has ido alguna vez a la UDD? ¿Sabes cómo es físicamente? Yo creo que ninguno de los estudiantes de las marchas ha ido para allá.

¿Y por qué deberían ir?
-La gente habla sin saber. No tienen idea de la infraestructura, de la gente que hay, se la imaginan nomás. La ven como una especie de Las Vegas o el templo del lucro… Hay muchos prejuicios respecto de cómo son las cosas.

¿Como qué?
-La única diferencia que tiene la UDD es que está a 800, 900 metros de altura, respecto de la Chile. No hay mucha diferencia con la U Central o la Diego Portales. Las infraestructuras son las mismas y en todas se paga una millonada. Por eso hay que despejar los mitos y ser más transversal. Los estándares deben ser comunes. No es que la cosa acá sea un templo del lucro.

Hiciste clases en la Chile durante más de diez años. Pero te chateaste el año pasado. ¿Por qué?
-Me aburrí de que todo el rato hubiera paro, que los estudiantes sean flojos, que el sistema fuera flojo… todo era flojo. Hacía clases en un diplomado de gráfica, que fue a lo primero que renuncié cuando puse puros unos a alumnos que no entregaron su trabajo. Y los alumnos armaron un escándalo en facebook y tuve que decirle al coordinador “o los alumnos o yo”. Y eligieron a los alumnos. Bueno, ahí tenemos el criterio del lucro.

LA ORINA DE LOS ARTISTAS

Fuiste el más joven de la Escena de Avanzada. Con el tiempo has sido bien crítico con ella.
-Fue demasiado dictatorial. Siempre he sido integrista. Nunca sectarista. Y la escena se transformó en sectarismo, por una parte estaban los inteligentes y por otro la tropa de balurdos, los artistas que eran los artesanos estúpidos. Hubo una denostación y una arrogancia muy grande de parte de la Escena. Y no tenía contraparte. Por lo tanto no había discusión. Pero pese a eso, de ahí salió gente muy importante como Ronald Kay, Nelly Richard, Gonzalo Díaz, Eugenio Téllez. Grandes aportes.

¿En esa época ya trabajabas con orina y otros fluidos como sangre?
-No. Eso vino después.

¿Por qué te interesó trabajar con la orina?
-Son como huellas humanas, es tu adn.

¿Y la orina era tuya?
-Sí. Y de otros artistas también.

¿De quién?
-De la Alicia Villarreal, Carlos Altamirano, Gonzalo Díaz, Samy Benmayor.

¿Y había diferencias entre las orinas?
-La de Alicia Villarreal era más transparente, la de Gonzalo Díaz más oscura y la de Samy era turbia.

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