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Nacional

26 de Septiembre de 2012

La hilarante entrevista de Alberto Cardemil en 1985

Esta semana, el diputado Alberto Cardemil ha vuelto al centro de la polémica después de que una investigación periodística denunciara que el parlamentario de Renovación Nacional entregó información a la Central Nacional de Inteligencia sobre los opositores a la dictadura durante su gestión como Subsecretario del Interior. Aunque el curicano salió a defenderse con todo […]

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Esta semana, el diputado Alberto Cardemil ha vuelto al centro de la polémica después de que una investigación periodística denunciara que el parlamentario de Renovación Nacional entregó información a la Central Nacional de Inteligencia sobre los opositores a la dictadura durante su gestión como Subsecretario del Interior.

Aunque el curicano salió a defenderse con todo y acusó -vaya sorpresa- que todo era un montaje de la ultra izquierda, el marxismo internacional y otros demonios, desempolvando archivos apareció una entrevista que la periodista Malú Sierra le hizo en junio de 1985 para la revista Cosas en que el entonces funcionario de la dictadura cierra filas en torno a “las fuerzas de seguridad” cuestionadas por el caso degollados e incluso planteaba la posibilidad de que los asesinos de los tres comunistas a fines de marzo de 1985 pudiese haber sido perpetrada por comunistas infiltrados.

Desde el inicio de la conversación el aficionado al rodeo da luces de que no aceptará críticas al proceso encabezado por el dictador y habla de sus motivaciones para estar en La Moneda al alero de los militares: “mi generación peleó para derribar un sistema que estaba absolutamente corrompido”, dispara y asegura que, claro, se cometían delitos entonces, pero eran culpa de “la dañada condición humana”.

Pese a eso el diputado aseguraba que el orden público está garantizado. Así, y como diría hoy Hinzpeter, Cardemil reconocía su resolución para echar mano a todas las herramientas de la dictadura para mantener las cosas como diría el viejito: sin que se mueva una hoja.

“A mí no me tirita la mano para cumplir órdenes o para darlas, cuando se trata de la represión del terrorismo y la subversión. Siempre que esté dentro de la Constitución y la ley. Yo no trepido en usar el artículo 24 transitorio o que en caso de enfrentamiento las fuerzas de seguridad procedan con la máxima energía y repelan por la fuerza de las armas el ataque. Que se relegue gente, que se mantenga gente en el exilio. Que se use la ley antiterrorista y la ley de Seguridad Interior del Estado. Asimismo, no estaría un minuto sin buscar y sancionar a los culpables de hechos ilegales”.

Cruzada básicamente por el caso de los tres comunistas degolllados, Cardemil reconocía que “el gobierno lamenta profundamente esta situación”, Es grave, decía, tan así, que Pinochet aceptó la renuncia de altos mandos y el propio César Mendoza dejó la junta.

Pero claro, además de la responsabilidad de los carabineros, el hecho ponía en la agenda pública una idea que en privado era generalizada: ¿si los pacos son los que matan, entonces en quién se puede confiar?

Así, Sierra le pregunta cómo piensa el gobierno hacer frente a un país que no confía en sus fuerzas policiales, Cardemil se encrespa, se eriza, se emputa y dice que no acepta la premisa de la pregunta porque no cree que el país no confíe en sus fuerzas del órden.

“No creo que por una eventual mala acción de algunos, la ciudadanía desconfíe de todos”. Pero son muchos, le replica la periodista y el entonces subsecretario aumenta su furia: no creo que usted esté traduciendo lo que piensa la opinión pública. “Yo no puedo aceptar esa expresión: acá no hay una institución podrida”.

El estado de derecho funciona, dice, alegando que la política permanente del gobierno ha sido descubrir y sancionar todas estas situaciones.

¿A qué se debe la proliferación de estas situaciones?, le pregunta Sierra.
No creo que haya proliferación, responde como gato y volvió a la carga con el argumento de que la culpa de todo la tiene la dañada naturaleza humana.

“No podemos perder de vista el intento permanente del marxismo -que de alguna manera cuenta con una atmósfera intelectualoide de permisividad que lo protege- de destruir el órden público. De alguna manera el terrorismo siembra muerte. Siembra respuestas de violencia”, defendió. Por eso, explicaba, el gobierno persigue al terrorismo, para que no “infecte” al cuerpo social.

Precisamente en esa línea el entonces subsecretario se mandó esta joyita: “Hay una frase de Goethe que siempre me ha impresionado: ‘prefiero la injusticia al desorden'”.

En la disyuntiva sobre quién es el malo para la opinión pública: los tres comunistas asesinados o los carabineros que los mataron, Cardemil contesta hablando de que “intrínsecamente perversa” es la frase que usó un papa para condenar una ideología que produce a través de la praxis del odio, la descomposición social: el comunismo. Uy que miedo.

La conversación prosigue y cuando le preguntan a qué atribuye la descomposición moral de los organismos de seguridad, el hoy diputado vuelve a hacer una defensa cerrada, negando de cuajo cualquier descomposición. La guerra, explica, requiere gente con equilibrio y sensatez, lo que a veces falla, porque son humanos.

Además, señala, no descarta que los carabineros acusados de los asesinatos fueran comunistas infiltrados. No descarta nada de nada de nada y va más allá, planteando que “este país ha tenido una desgracia histórica, que es el funcionamiento del Partido Comunista chileno.” El comunismo es como la galega. Sin la acción de los organismos de seguridad no habría país. No habría Chile.

Pese a eso, dice que esta doctrina no es la culpable de que se haya degollado a tres personas.

Pero mejor, lea la entrevista completa por acá:

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#1985#Cardemil#igual a hoy

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