Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

1 de Octubre de 2012

“Para La Victoria es un héroe. Lo ven como a un Jesús carpintero, un Jesús vecino”

Ricardo Montecinos llegó a la población La Victoria por un trabajo de la universidad y terminó siendo el documentalista de Pierre Dubois. Hace dos años llegó a la emblemática población de Pedro Aguirre Cerda, después de una larga búsqueda y de elegirlo como el personaje principal para su taller de documental. Hoy tiene en sus […]

Ricardo Ahumada
Ricardo Ahumada
Por



Ricardo Montecinos llegó a la población La Victoria por un trabajo de la universidad y terminó siendo el documentalista de Pierre Dubois. Hace dos años llegó a la emblemática población de Pedro Aguirre Cerda, después de una larga búsqueda y de elegirlo como el personaje principal para su taller de documental. Hoy tiene en sus manos material audiovisual clave de la historia del cura que luchó como pocos contra la dictadura y que defendió uno de los bastiones de la oposición a Pinochet transformándose en un héroe popular para su fieles.

Junto a sus tres compañeros de trabajo y otros dos colaboradores que se sumaron este año, Montecinos desempolvó cintas y se dio a la tarea de editar un documental que se le ocurrió después de leer la última entrevista que dio en The Clinic, en 2009. Hoy estará junto a ellos filmando su funeral, el último capítulo de su vida y la pieza que faltaba para abrochar un documental que quiere que vean todos los chilenos para aprender con el ejemplo de vida del cura de La Victoria.

“Todo el documental fue como una búsqueda. La idea era contar cómo era Pierre Dubois, qué hizo y cómo poder mostrar qué significa y por eso primero hablamos con los jesuitas, con José Aldunate que nos recomendó que fuéramos directo a la población. Así llegamos a La Victoria, hablamos con la alcaldesa (Claudina Nuñez) y con Pablo Salas, el camarógrafo de las protestas de los 80 y después de eso supimos que estaba ahí, vivo, viviendo ahí”.

Usted lo conocieron con su enfermedad ya avanzada. ¿Cómo los recibió?
– El primer encuentro fue una sorpresa. Pensábamos que era medio reacio a las apariciones, pero él estaba muy acostumbrado a que lo entrevistaran. Nos contaba que siempre iban jóvenes a preguntarle cosas y entrevistarlo. Entonces, él estaba con la disposición, pero manteniendo ese ser como medio arisco. Era medio mañoso. Alguien muy especial en su forma de ser, pero muy seguro de lo que él creía.

Ricardo dice que pasaron una semana completa con él. Fueron al médico con él, cenaron con él, conversaron con todos sus cercanos, con la familia que lo cuidaba. Después de eso, tuvieron una serie de problemas, con la quema de algunas cintas incluidas y decidieron darle tiempo para ver qué podían hacer más adelante con el registro.

“Justo en estos últimos meses estábamos viendo la forma de contar una historia sincera, pero diferente. No el típico reportaje. La idea era mostrarlo tal cual como lo conocimos porque estaba todo el equipo fascinado con las historias que nos contó. Estaba mal y caminaba muy poco, pero tenía una memoria increíble para todas las fechas. Se sabía todos los acontecimientos, era una persona muy inteligente y muy cercana con la gente.

¿Estaba consciente de lo que pasaba en Chile últimamente?
– Sí, siempre. O sea, le preguntamos por Piñera y como que hizo un gesto así como “ni me lo mencionen” jaja. Eso sí, estaba más preocupado ahora por la juventud y de lo que para él debía ser como parte de la sociedad. Él quería que la gente aceptara su pobreza sin tratar de aparentar, pero no por eso vivir en la pobreza, no hacer cosas que no lo son, por ejemplo, con la música como el reggaeton y el estatus que no tienen y se pasan la vida pretendiendo.

¿Quería que fueran conscientes de su realidad?
– Claro. No le gustaba que no disfrutaran su juventud tal cual era. Él quería que la gente y la clase obrera trabajaran todos juntos y se entendieran y supieran que son hermanos. Su planteamiento era más o menos eso.

¿Hablaron con él de la etapa final de su vida?
– Tenía la enfermedad súper avanzada, ya casi no caminaba y le tenían que dar la comida. Estaba con muchos medicamentos. Incluso, en 2010, cuando empezamos esto grabamos justo antes de que él se fuera a Francia por unos meses a ir a ver a su familia allá. Yo creo que eso fue más que nada una despedida. Como que sabía que no daba más.

¿Pero estaba contento? Él lo dijo cuando volvió a vivir en La Victoria
– Estaba muy contento porque hacía unos meses nomás habían aprobado su vuelta para La Victoria, y tenía una casa donde quería estar, porque realmente él quería eso: estar en La Victoria y morir allá. O sea, si hubiera sido por él habría estado su vida entera ahí. Pero como lo exiliaron y echaron. Cuando volvió era el más feliz, se le notaba.

El Jesús vecino

A Chile, Dubois llegó como asesor del Movimiento Obrero de la Acción Católica ocho años después de ordenarse sacerdote. Su imagen en el centro de una calle de la población con los brazos en alto simulando una cruz frente a una micro de Fuerzas Especiales de Carabineros, dio la vuelta al mundo.

Eso fue un año después que una bala perdida matara al sacerdote André Jarlán, su compañero de parroquia. Era su mano derecha y a juicio de Montecinos, una pena que mantuvo hasta el fin de sus días.

“Él nos contaba todo este asunto con fechas exactas. Se sabía toda la historia cronológicamente y se notaba en su voz que aún le dolía. Yo creo que esa fue siempre su gran pena, su gran peso, porque él y Jarlán fueron de ahí. André era como su aprendíz de cierta forma, su mano derecha. Él estaba a cargo de él, entonces después de su muerte y tanta crueldad en la población quedó muy choqueado. Incluso yo creo que los problemas del Parkinson fue por eso, por todas las rabias que tuvo que pasar esos años.

¿Estaba preparado para la muerte o quería seguir viviendo mucho más?
– Nunca hablamos de su enfermedad. Pero sí le preguntamos si a él le gustaría dejar un mensaje para los jóvenes y respondió algo como súper esquivo. Algo así como que él no era quién para dejar un mensaje.

Pero sus últimos años se los dio casi exclusivamente al trabajo con los jóvenes por la droga
– Sí, pero harta gente y los cabros de los movimientos vecinales están muy al tanto de su historia. La mayoría son historias que vivió junto a sus mamás, entonces todas esas historias vienen y son contadas desde ahí. La iglesia es vista como un centro comunal, no desde una manera religiosa. Para ellos es como la unión la que los hace ser tan especiales. Y ese es un legado que les dejó Pierre: que pudieran entender que unidos podían ser más que la opresión, que el gobierno de turno porque incluso cuando los militares llegaban a la población con metralletas, camiones, todo, ellos se organizaban de tal forma para joderlos.

¿Les enseñó a combatir al régimen?
– Obvio. Si, por ejemplo, a veces hacían que todos los niños de la población salieran al mismo tiempo a jugar a la pelota. Les compraban pelotas plásticas a todos y los militares no podían entrar o si entraban no podían hacer nada. O las señoras, todas las mujeres se ponían delante de los camiones todas juntas. Muy valientes todas iban con la convicción de que el padre Pierre estaba ahí para apoyarlas.

El padre era muy querido por lo que hizo durante la dictadura. ¿Esa imagen seguía siendo importante hoy en La Victoria?
– Claro que sí. Para todos ellos es como un héroe. Lo ven como a un Jesús carpintero, un Jesús vecino. El más cercano, el que está con ellos. El que los comprendía, los escuchaba, los aconsejaba, el que los puteaba. Así lo ven todos. Como un padre al que pueden acudir y que les inspira respeto. El Padre de La Victoria.

Notas relacionadas