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Opinión

4 de Octubre de 2012

La carta abierta que hace mierda a Jorge Lanata

* Estimado Jorge Lanata A lo largo de mis 15 años de vida profesional y otros tantos como estudiante de Comunicación Social, mi vida, junto con la de otros miles de colegas, ha avanzado por caminos paralelos a la suya. Jamás me preguntaron qué tres cosas me gustan de usted. Seguramente, porque para los medios […]

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Estimado Jorge Lanata

A lo largo de mis 15 años de vida profesional y otros tantos como estudiante de Comunicación Social, mi vida, junto con la de otros miles de colegas, ha avanzado por caminos paralelos a la suya. Jamás me preguntaron qué tres cosas me gustan de usted. Seguramente, porque para los medios que sólo reproducen las voces de las celebridades de la prensa, mi palabra es insignificante. Y, si me lo preguntaran, no sólo tengo tres cosas para mencionar sino un recorrido de vida. Son años, charlas, tapas de diarios, extensísimas editoriales quebrando los paradigmas de la tele, eternos silencios, libros y habitáculos contiguos. Son más de tres cosas las que me gustan de usted. Y, tal vez, por esa ferviente admiración, por haber sido nuestra voz en una época donde no existía la desintermediación, en un tiempo donde en las facultades ponderábamos a los líderes de opinión, su voz era más que un puñado de palabras. Era oxígeno, aire, creatividad, denuncia. Su voz era la nuestra.

Un mes antes que su programa Periodismo para Todos salga al aire recibí una invitación. Un llamado de un productor. Nos invitaban a participar junto con un grupo de estudiantes de periodismo. “El programa contará con la participación de alumnos de las carreras de periodismo de distintas universidades”, decía la invitación. Mi entusiasmo fue inmediato. Pensé que, al fin, los micrófonos se iban a multiplicar en la TV abierta. Que las nuevas generaciones de periodistas iban a tener una oportunidad de preguntar. Porque todos queremos preguntar. Nada de eso ocurrió. Los estudiantes de periodismo que concurren al programa tienen una función decorativa. Son una especie de tribuna de lujo, especializada, que se ríe con las humoradas de una ironía desgastada.

Yo me acababa de recibir, tenía apenas 23 años y lo fui a escuchar en una conferencia sobre la TV basura. Ese día estuvo junto a Carlos Ullanovsky y Pablo Sirvén; dos autores que había leído en mi etapa universitaria. En la jornada se dijeron cosas como esta: “La telebasura es la que no pone ningún límite. Ni límites verbales, ni estéticos. No se plantea nada, ni siquiera la verdad como objetivo o la demostración de una determinada hipótesis. La TV normal, por así llamarla, pregunta para saber. La telebasura escenifica y puede llegar a cosas increíbles: representa escenas de tortura o pone en funcionamiento.

Gracias a Página 12 conocí a Soriano. Mi hermana (la misma que me regaló el libro Argentinos para mi cumple de 30) me guardaba los artículos. Meticulosamente los recortaba y me esperaban cada fin de semana que podía regresar a mi ciudad. En mis años de estudiante, sin Internet ni dinero para comprar el diario, el Página oficiaba como un estandarte de la resistencia a la narcotizada década del ’90. Sabe Lanata, aún recuerdo la primera vez que lo vi. Fue en 1997 en la Universidad de Palermo.

Cuando usted se autodenomina como desaparecido banaliza el sentido de una palabra de peso histórico. Cuando se disfrazan de BalckBerry asfixian un poco al sentido de la investigación. Cuando habla del “dictador de Angola” descontextualiza la historia. Cuando investigan sobre los tuiteros K las conclusiones son verdades de Perogrullo. Diego Rottman reflexionó en su blog: “Es real que existe una red de tuiteros oficialistas, pero para que la nota fuera realmente equilibrada, también debería haber mostrado las redes de tuiteros de otros partidos y políticos opositores (que existen)”. Por otra parte, destacó: “Y para que la denuncia tuviera entidad, más allá del exitoso golpe de efecto, tendríamos que saber quién le paga a quién y cuánto. Nada de esto se dijo”.la máquina de la verdad. Todo tiene el mismo valor, el crimen de Cabezas es igual al travesti y es igual a la madre de un pibe asesinado. Todo está al mismo nivel”.

En el informe sobre Twitter se percibió un cierto desprecio por otorgarle lugar a esas ‘otras voces’ y subrayó el buen uso de Twitter: “dar noticias en tiempo real”. ¿Quién es quién para decir cuál es un buen uso y cuál un mal uso? Los medios están para usarlos. Neruda, con la palabra, hacía poesía. Un hincha de fútbol desaforado puede insultar o desafinar o amenazar. Hace una década atrás entrevisté a Rocambole, el dibujante de los Redonditos de Ricota, y hablamos sobre la tecnología. “No es ni buena ni mala, depende para qué se la use. Un revólver puede adornar una pared. Incluso, esa misma arma, pudo haber matado tiempo atrás. O pudo ser usada en una revolución”. Twitter no construyó la Revolución Árabe ni tampoco es un insulto perdido en un baño público. O es, ambas cosas a la vez.

En fin, en su programa parece que todo está al mismo nivel. Disfraces sin contexto, investigaciones sin profundidad. A la telebasura le importa demasiado el rating. Humildemente, creo que está dejando pasar una gran oportunidad. La de erigirse como una ‘tercer posición periodística’ lejos de los avances gubernamentales sobre la TV Pública y más lejos de los intereses empresarios de un grupo. Posee recursos humanos, técnicos y económicos para hacer un periodismo de calidad. No lo abandone en pos del show. No tire la toalla del periodismo que interroga y molesta como la mosca en la sopa. Avance en sus críticas. Profundice sus investigaciones. Y quítele la corona no sólo a los políticos oficialistas. Esperan por ese periodismo que ausculta todo el arco opositor, los sindicalistas, los jueces, la policía y los narcotraficantes. Amplifique la voz. Afine la puntería.

Usted dice: “no necesito a Página/12 para ser quien soy, pero Página 12 sí me necesita para haber sido lo que fue”. Creo que usted puede no necesitar el presente de Página pero no puede abandonar ese pasado, porque ese pasado es colectivo. Yo no creo, señor Lanata que usted sea patético. No tape el viento del periodismo que no es K, ni anti K con la mano. No nos estigmatice. No nos representa. Simplemente porque decididamente la telebasura le está ganando al periodismo.

*Escrita por el periodista argentino Juan Mascardi

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