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Poder

17 de Octubre de 2012

Las diez lecciones del último debate entre Obama y Romney

Barack Obama se impuso anoche a los puntos en el debate de la Universidad de Hofstra. Estas son las lecciones que deja el debate para la carrera electoral: 1. Obama fue mejor El presidente no ganó por KO. Pero fue el mejor en una noche marcada por los errores de su adversario. Al contrario que […]

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Barack Obama se impuso anoche a los puntos en el debate de la Universidad de Hofstra. Estas son las lecciones que deja el debate para la carrera electoral:

1. Obama fue mejor
El presidente no ganó por KO. Pero fue el mejor en una noche marcada por los errores de su adversario. Al contrario que en el primer debate, Obama articuló sus ideas y se revolvió contra las afirmaciones de Romney, al que intentó presentar como un millonario fuera de la realidad. Hubo pasajes en que lo logró. Entre otras cosas porque empatizó mejor con quienes hacían las preguntas y porque sonrió más y mejor que su rival.

2. Romney perdió al final
El aspirante republicano empezó el debate bien. Conteniendo los arreones de su rival y exponiendo sus argumentos económicos con la misma soltura que hace unos días. Pero esa impresión fue cambiando a medida que avanzaba el debate y surgían intercambios que no llevaba preparados. El ejemplo más evidente fue el instante en que propició que Obama le recordara que cobra una pensión millonaria delante de millones de personas. Pero hubo otros cruces desabridos que demuestran que Romney es un candidato mucho peor cuando se ve obligado a improvisar.

3. Triunfos parciales
Al contrario que en Denver, esta vez ambos candidatos pueden presumir de haber vencido en algún aspecto del debate. Romney fue más convincente en la economía, el desempleo y la reducción del déficit: los asuntos que más preocupan a los ciudadanos. Obama fue mejor en asuntos como la inmigración, la política exterior o los sueldos femeninos. Problemas a priori menos relevantes pero que podrían ayudarle a atraer a las urnas a los hispanos, las mujeres y los estudiantes. Obama necesita movilizarlos para ganar. Sin ellos pierde.

4. El gol en propia meta
El entorno del presidente es consciente de que no ha gestionado bien el atentado que se cobró la vida de cuatro estadounidenses en Bengasi. Al fin y al cabo, la Casa Blanca dio versiones contradictorias del suceso e intentó presentarlo como una deriva fortuita y no como un ataque planeado de antemano por un grupo criminal.
Por eso es aún más increíble que Obama se impusiera en ese segmento del debate. Lo hizo auxiliado por la moderadora pero también por un Romney incapaz de incidir en los errores del presidente y demasiado obsesionado con un debate semántico sin interés. Se suponía que Libia sería la puntilla de Obama y fue su salvación. Romney dejó pasar una gran oportunidad.

5. Obama no fue Obama
El presidente sigue sin ser el mesías que enamoró a los ciudadanos hace cuatro años. Su candidatura no termina de despegar por el lastre de una gestión económica desigual, que le obliga a hablar menos de sus propuestas que de las de su rival. Al contrario que en 2008, Obama ya no invoca la esperanza sino el miedo a los republicanos. Sigue hablando menos de sus propuestas que de lo que haría su rival.

6. La paradoja de Bush
Uno de los indecisos seleccionados por Gallup preguntó anoche a los candidatos por el legado de George W. Bush. El republicano Romney hizo lo posible por distanciarse del ex presidente republicano insistiendo en que éstos eran otros tiempos y explicando por qué sus políticas económicas no eran tan parecidas como los demócratas suelen decir. Obama, en cambio, ensalzó a su predecesor presentándolo como un líder mucho más moderado en asuntos como las escuelas y la inmigración. Romney criticando a Bush y Obama defendiéndolo. Nadie habría imaginado un escenario así hace cuatro años.

7. Candy mejor aún
La moderadora fue la triunfadora indiscutible del debate. Interrumpió con preguntas oportunas la retórica estéril de los candidatos y encauzó con soltura la discusión de principio a fin. Pero sobre todo protagonizó el momento decisivo del debate al decirle a Romney que había faltado la verdad. Crowley le recordó al aspirante republicano que el presidente no había tardado dos semanas sino sólo unas horas en decir que la muerte de cuatro estadounidenses en Bengasi era “un acto terrorista”. Fue un momento muy tenso y Romney no encajó el golpe bien. Pero la moderadora no hizo sino hacer su trabajo: señalar a quien no había dicho la verdad.

8. Ohio en los labios
Ambos candidatos no dejaron de hacer guiños a los votantes del Medio Oeste industrial: la región donde se concentran varios estados decisivos y donde se suele dirimir la carrera electoral. Romney presentó a su rival como un presidente blando en sus tratos con China y reacio a explotar fuentes de energía autóctonas como el carbón y el gas natural. Obama respondió recordando que Romney había ayudado a empresas estadounidenses a trasladar su producción al Lejano Oriente en sus años como responsable de la firma financiera Bain.

El primer debate ayudó al aspirante republicano a mejorar en Florida, Colorado o Virginia. Pero no en estados como Iowa, Ohio o Wisconsin. Así lo subrayaba anoche el jefe de la campaña del presidente, Jim Messina, que es consciente que esos tres estados le bastan a Obama para ganar.

9. Romney no conecta
La novedad con respecto al primer debate eran los votantes y a Romney le costó conectar con ellos. No es un detalle nuevo. Al aspirante republicano le ocurre a menudo en los eventos de campaña y le volvió a ocurrir anoche aquí. Obama invocó a los abuelos que le criaron y a la madre que le educó casi en solitario. Romney no supo transmitir a sus interlocutores la impresión de que comprendía sus problemas y eso le hizo naufragar. El candidato echó mano de expresiones ridículas como esas “carpetas de mujeres” que suscitaron risas en Twitter y sólo al final presentó una defensa convincente de su historia personal. Demasiado tarde quizá.

10. La estocada de Obama
Había cierta curiosidad por saber si el presidente echaría mano del vídeo en el que Romney decía en un encuentro con donantes millonarios que no le importaba “el 47%” de la población. Obama se guardó el as en la manga durante todo el debate y lo sacó sólo en su última intervención. Cuando Romney ya no podía responderle o rebatirle delante del espectador.

Fue una estrategia inteligente que se complementa con los anuncios que su entorno emite en los estados decisivos. El vídeo potencia todos los defectos del aspirante republicano: su fortuna, su condición de candidato veleta y su dificultad para conectar con el hombre corriente. Por eso Obama lo reservó para entrar a matar.

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#debate#obama#Romney#USA

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