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Opinión

17 de Enero de 2013

El regreso de Aucán Huilcamán

Si ayer las cosas le salieron bien a Aucán Huilcamán, hoy el gobierno está en un brete que no se esperaban. El histórico dirigente del Consejo de Todas las Tierras (CTT) había convocado junto a una serie de organizaciones mapuche a una cumbre en el Cerro Ñielol de Temuco para anunciar que harían un autogobierno. Esta entrevista terminó de hacerse un día antes del encuentro y acá Aucán Huilcamán explica lo que podría ser un salto en el conflicto y la refundación del movimiento.

A.R. y P.V.
A.R. y P.V.
Por

Foto: Alejandro Olivares

Esto usted lo venía preparando hace tiempo.
-Mucho tiempo.

Pero esta cumbre es imposible separarla de la coyuntura.
-Así es. El 19 de diciembre hicimos una reunión de varias organizaciones y dijimos nos vamos a seguir reuniendo para ver cómo utilizar los tratados. Pero pasaron esos acontecimientos, la muerte de la familia Luchsinger, y dijimos hay que acelerarlo, llamemos a una cumbre para nuestra propia gente y no nos quedemos en eso: tenemos que hablarle a la sociedad chilena y a todas sus instituciones, Y quisimos poner al tanto a la sociedad chilena que el próximo paso que vamos a dar aquí en el sur va a ser la conformación de un autogobierno mapuche. Hay un conjunto de mapuches dispuestos a transitar ese proceso y queremos saber cuál va a ser la conducta de ustedes, porque no estamos haciendo una cosa antojadiza, lo estamos haciendo al amparo del derecho internacional.

¿Esto es desafiar al Estado?
-No hay desafío, porque la declaración de Naciones Unidas es una declaración de DD.HH. y los derechos humanos no son desafiantes. Los Estados tienen que desarrollar la función de cumplir lo que se ha comprometido internacionalmente. No es ningún desafío. Ni rebelión, ni revolución. No.

Es una declaración política.
-Evidentemente.

¿Y por qué llegamos a la violencia?
-Es resultado de los 132 años después de la Pacificación de la Araucanía, la falta de entendimiento, de respeto, de reconocimiento recíproco. La Pacificación significó conculcar derechos políticos, como la autodeterminación. En el pueblo mapuche está muy fresca la pacificación, porque le pasó a nuestros abuelos. Mi abuela me relataba cómo se fundó Lumaco, cuando llegó Cornelio Saavedra. Mi abuela tuvo 102 años y falleció. Todos tenemos una conciencia colectiva porque se relató lo que fue el despojo y el Estado nunca subsanó eso.

¿Qué lectura le hace usted al incendio en que mueren los Luchsinger? ¿Es un atentado?
-Nadie lo puede avalar porque el primer derecho humano es el derecho a la vida. Si es un atentado, evidentemente es una medida absurda, de quien lo haya hecho. Porque el reclamo legítimo que tiene la causa mapuche del punto de vista histórico y el derecho, no necesita ese tipo de prácticas.
Son acciones sin política.
-Sin destino.

EL PASADO

Usted empezó un proceso en los noventa que hoy todos en el mundo mapuche, incluso sus contradictores, le reconocen.
-Así es.

Hemos hablado con gente de la CAM que dice “Aucán nos dio la bandera”.
-El 90, en la era final de la dictadura, logré intervenir y generar una conciencia y, claro, fui muy criticado por nuestra propia gente. Estuve preso, me aplicaron la Ley de Seguridad Interior del Estado, asociación ilícita. Por esa bandera que usted ve ahí, estuve seis meses en la cárcel y solamente por decir aquí tenemos bandera. Y el año pasado reconoció la Contraloría que se puede izar. Ni siquiera me nombraron. Pero yo digo: bien.

Usted estuvo en el ámbito internacional varios años. ¿Fue un autoexilio?
-No. El 90, cuando estaba compleja la situación con nosotros -porque fuimos allanados un montón de veces y muy golpeados-, nos dimos cuenta que había una discusión internacional en donde se estaban estandarizando los derechos de los pueblos indígenas. Y en 1989, por primera vez, fui a Ginebra a una sesión del grupo de trabajo que estaba redactando una declaración y me di cuenta que había una discusión crucial y decidimos como CTT si seguíamos luchando en Chile para mejorar la democracia o ingresábamos a la arena política internacional y a la diplomacia indígena. Y me embarqué en la discusión del proceso internacional porque entendí que si lográbamos que los tratados indígenas fueran reconocidos, sería una gran herramienta; y si lográbamos que el derecho a la libre determinación se restableciera, sería una herramienta potencial. Estuve 18 años en la negociación y el 2007 llegamos al consenso por el derecho a la libre determinación de los pueblos indígenas, entre ellos los mapuches, y al derecho a formar nuestro gobierno. Los tratados están reconocidos. La discusión hoy está en el país y hay que echarla a andar.

En ese período en que está en el extranjero en Chile pasan muchas cosas. Surge la CAM. ¿Cómo vio la quema de los camiones en Lumaco?
-Bueno, el daño de las forestales es terrible y es una cuestión que uno, conociendo la realidad, preveía y detonó en Lumaco. Y la gente que participa, Ñancucheo y muchos, todos esos son mis sobrinos. Los Raimanes. Raiman Huilcamán son todos, su madre es mi hermana. Ellos dieron un paso un poco más claro, más definido, más radical.

¿Y qué le parece Héctor Llaitul? ¿Lo conoce?
-Sí, lo fui a ver en una oportunidad hace unos diez años, allí por Concepción. Me parece una persona que tiene convicciones prácticas. Sin embargo, se observa claramente que requiere una mayor profundización de la cultura mapuche, porque no se trata acá de ser el soldado de los mapuche únicamente.

¿Estar más metidos en las comunidades?
-Más que eso, imbuirse del punto de vista cultural. Porque, después de todo, la lucha que está impulsándose y lo que se ve en peligro es la falta de entendimiento de dos culturas. Si uno no compatibiliza eso, puede conseguir muchos derechos y normas y leyes y entendimiento y diálogo, pero al final culturalmente no se está salvaguardando nada. Pero me parece un buen acto, por ejemplo, que él tome la bandera que era originalmente del CTT y la asuma.

¿En qué se equivocó Ud.?
-Creo que quizá en muchas cosas. De no haber sido más duro con las formas de opresión política con el Estado chileno, por ejemplo. Quizá pude haber sido más categórico, haber llevado a una lucha más decidida, posiblemente. Y que lo hice un poco tratando de hablarle a la sociedad chilena, porque no es más lucha si uno se atrinchera más, sino que creo que tenemos que hablarle a la sociedad chilena.

Acá no gana el más duro.
-No es la lucha de quién se atrinchera más.

EL PUENTE

¿Cómo evalúa la actitud de este gobierno?
-Este gobierno no tiene ninguna voluntad de buscar solución a los problemas del pueblo mapuche. No hay voluntad de diálogo. Son personas que tienen un historial muy comprometido con actos represivos. Que el ministro Chadwick diga que este paro de los camioneros es bueno, para mí ha dejado de ser autoridad. La derecha está desconcertada, no tiene vínculos con la gente. No hay confianza. Aun cuando Chadwick se vaya a quedar una semana allí, a vivir a la comunidad de Temucuicui, la cosa no se va a arreglar. La Concertación, como el PRI, funcionaba bien.

Si usted llama hoy a bloquear la Cinco sur, los van a correr.
-A mí me van a sacar y vamos a terminar todos detenidos. Y, sin embargo, él no lo hizo. Violó la norma penal. Finalmente, es peor Chadwick que Hinzpeter.

¿Y qué le espera? ¿La Concertación? ¿Le tiene fe?
-No tengo fe en la Concertación. No soy un proconcertacionista. Y este gobierno igual. Aun cuando le había ofrecido que pudiéramos hablar algunos temas.

Me acuerdo que había una cercanía, o al menos diálogo, con Pablo Longueira.
-Sí, con Pablo. Claro.

¿Por qué con Longueira?
-Porque Longueira es una persona que dice las cosas claras y de manera sincera. Hay pocos políticos como Pablo Longueira, tengo que reconocerlo. Pablo Longueira ha estado aquí, en esta misma sala, con nosotros. Si invitamos a otra persona, no se arriesga porque empiezan a aparecer los prejuicios y Longueira estuvo aquí, tomando mate con nosotros, comiendo piñón, y dijo dos cosas importantes: que este gobierno no tenía voluntad para resolver el problema y por lo tanto para qué hacer esfuerzos.

¿Y eso cuándo se lo dijo?
Al inicio del gobierno. Un año y medio. Era senador entonces.

¿Y qué otra cosa dijo?
-Que pudiera abordarse un estatuto de la autodeterminación en la zona y que creo que sería factible de estudiar y buscar alguna manera de solucionarlo. Me pareció importante que lo dijera.

¿Lo reconocería como interlocutor?
-Creo que Pablo Longueira es un hombre que puede transmitir las cosas. Un puente.

FARC

Se han denunciado, especialmente de parte del senador Espina, supuestos nexos con las FARC y grupos terroristas internacionales. Eso se agita cada tanto. ¿Es imposible que pase eso?
-Dos cosas: los únicos que tienen contacto directo con un grupo terrorista, o FARC como ellos se llaman, son el canciller Moreno, Alberto Espina, y el presidente Piñera. Y Van Klaveren, que estuvo en La Haya. Tienen contactos directos y permanentes, porque Chile es un país amigo de la negociación que se lleva entre las FARC y Colombia en Cuba y no solamente es observador: da dinero y el que da plata para ese “terrorismo”, es Chile. Moreno, Espina,
Piñera y Van Klaveren son los cuatro que tienen contactos. Y los fiscales debieran investigarlos. Y juegan con nosotros diciendo que tenemos contacto. Y otra cosa: creo que las FARC no son útiles para nosotros.

¿Por qué no?
-Porque me parece que intentar reproducir ese tipo de prácticas aquí es traer una cosa prestada que no tiene ningún sentido.

Una guerrilla no va a funcionar.
-Una guerrilla no tiene sentido en este territorio. Y además los mapuche no tienen ni por la cabeza una guerrilla y menos de FARC. Este es el país de América Latina y el Caribe que tiene más control para ingresar. Quizá en Guatemala pueden entrar cientos y miles de ilegales, pero acá no. El gobierno está manipulando información. Si verdaderamente el gobierno quisiera saber si hay contacto entre los mapuche y la guerrilla, tiene toda la posibilidad porque tiene contacto directo con la cúpula.

¿Hay posibilidades que el camino acá sea sin violencia?
-Claro. La conformación de un gobierno autónomo en la región no requiere violencia.

¿Pero cómo se imagina la movilización para llegar a ese gobierno autónomo?
-No necesita movilización. Si movilización se entiende por luchas callejeras, no.

El Estado no se los va a dar porque sí.
-No. La conformación de un autogobierno mapuche no va a comprometer la vida de nadie. De ningún mapuche ni de ningún chileno. Tres cosas se necesitan para conformar un autogobierno, y no se necesita ir a discutir con nadie: primero, una voluntad colectiva que surge de la individual; segundo, un contingente o una dotación de mapuches con mentalidad y capacidad de gobernantes y, tercero, un régimen o un sistema de gobierno, un régimen autonómico basado en un estatuto que describa, explique, cómo sería ese sistema de gobierno.

¿Cómo se llega a ese estatuto? ¿Se hace al margen de lo que diga el Estado chileno? Porque la Constitución dice que es un estado unitario, indivisible. Es una placa de bronce que cae encima.
-Así es. Pero basta con que un día nos juntemos. El cerro Ñielol puede ser el germen de formación de ese gobierno. Y capaz que en menos de un quinquenio vamos a formar un gobierno. Alguien puede decir “eso es rupturismo”. No. El derecho a la libre determinación es un derecho humano reconocido por la declaración de las Naciones Unidas y Chile es parte. Quien se oponga al ejercicio de la autodeterminación, se está oponiendo a los derechos humanos.

¿Qué pasa si les aplican asociación ilícita?
-Es que no pueden aplicar eso, porque lo vamos a hacer al amparo del derecho internacional, bajo el artículo tres de la declaración. Tenemos un manto de protección y por eso estamos discutiendo.

LOS CAMBIOS

¿En esta mesa cabe Héctor Llaitul?
-Completamente. La formación de un autogobierno da cabida a todos los mapuches, incluso a los presos políticos mapuches. Si tuviéramos un gobierno, esos serían presos políticos del gobierno mapuche, tendrían un estatus jurídico internacional distinto.

Usted le va a plantear esto a la derecha. ¿Cómo cree que se lo va a tomar la Concertación? ¿Bachelet?
-Creo que Michelle Bachelet tendría que aplaudir esta iniciativa.

¿Por qué?
-Porque en estos tres años en que ha estado en Naciones Unidas, este es el tema permanente. Si no lo hiciera, prácticamente se ha falseado su propia vida porque entonces en la ONU está por dinero o por otras cosas.

¿Y hay un presidente pensado?
-Creo que no, en eso está la discusión. Estamos discutiendo si vamos a instalar un gobierno de sistema tradicional, o un sistema clásico, o vamos a hacer una mezcla, para que sea operativo y para que el mundo lo entienda.

¿Sistema tradicional sería gobierno de los loncos?
-A base de una especie de consejo de loncos, pero evidentemente eso tiene que estar regulado. Creo que lo ideal, si estuviéramos solos, sería un estatuto consuetudinario. Sin embargo, en el mundo en que vivimos requerimos de regular eso y necesitamos un estatuto. Estamos trabajando en eso. Lo tenemos casi listo, hemos hecho varias sesiones de la escuela de autogobierno aquí por el tema del desarrollo de este estatuto.

¿Esto es primera vez que pasa en el mundo mapuche? Que hay una unificación.
-Claro, hay una especie de reunificación. Después de la Pacificación ha habido pocas oportunidades, del propio mundo de nosotros, de reunirnos. Pero ahora hay una experiencia acumulada. Hay, también, una mayor capacidad orgánica de los mapuche de tomar decisiones.

Esto es desafiar pacíficamente al Estado chileno.
-A base del derecho.

Esto supone para Chile cambiar la Constitución.
-Exactamente. Cambiar la Constitución, cambiar el tipo de relación que hay. Tendría que haber una doble ciudadanía y eso no es difícil, porque ya hay experiencias.

Pongamos que se constituye este gobierno. ¿Qué va a pasar?
-El gobierno tiene que tomar decisiones y hacerlas valer y respetar. Y para eso va a depender de la voluntad y de la firmeza del propio pueblo, de poderla aplicar por un lado, y por otro lado, de la sociedad chilena y las instituciones que se traten de armonizar. Evidentemente, uno puede imaginarse muchas cosas y por eso es importante que le informemos a la sociedad chilena para que no se sorprenda y asuma una reacción histérica y no vea que es contra los chilenos. Al contrario, es producir un entendimiento sobre la base de una relación institucional que hoy día no hay.

Los más conservadores van a pensar que ustedes quieren la secesión.
-Claro, pero eso es para los más reaccionarios y a la vez ignorantes, porque Naciones Unidas no va a adoptar una declaración en contra de otro Estado. Los tratados están reconocidos por el derecho internacional; los celebrados entre pueblos indígenas y Estados deben observarse y cumplirse de buena fe. El mismo argumento utilizado en La Haya por Chile debe aplicarse aquí. No hay una aplicación automática, porque eso sería una idea genérica y sin sentido práctico.

Esto se parece a la Autoridad Nacional Palestina.
-Muy parecido, y mira qué diferente: a los palestinos nunca se les quiso reconocer el derecho a la libre determinación. Sin embargo, los pueblos indígenas y los mapuche, hemos logrado consensuar una norma que lo respalda y garantiza de manera expresa, diciendo que sí tienen derecho a gobernarse. El día que formemos nuestro gobierno acá en el sur, el mundo tendría que celebrarnos, porque estamos haciendo uso, de manera efectiva, eficaz, de una norma que se tomó 25 años en hacer.

¿Y Aucán sería como Arafat?
-Arafat es mucho. Te quiero poner un ejemplo: el día que formemos nuestro gobierno, si el gobierno de Chile se cierra, vamos a enviar nuestra misión a la OEA para que se nos reconozca y por lo tanto irá el canciller chileno y la delegación mapuche a plantear este tema. Y la OEA nos manda a la casa o nos reconoce.

ULTRAS Y EMPRESARIOS

¿Cómo se le habla a los jóvenes que participaron en los últimos eventos? La generación que está hoy en las movilizaciones, metida en una espiral de violencia.
-El desafío está. Por eso la voluntad individual es clave: definimos que el autogobierno, su formación, es un área donde podemos converger todos y, si lo aceptamos, tenemos que trabajar todos hacia ese norte. Ahora, si cada mapuche se asume a su manera y se auto otorga una licencia para hacer lo que le da la gana, la autodeterminación nunca la vamos a conseguir.

También en su pueblo hay mucha desconfianza entre ustedes mismos.
-Claro. Porque mucha gente ha usado la causa mapuche para beneficios personales. Por ejemplo, muchos mapuches en la intendencia que trabajaban con la Concertación ahora asesoran a un gobierno de derecha a nombre de la causa. Hay legítima desconfianza. Pero no puede ser la razón para no actuar.

¿Qué señal le va a mandar este autogobierno a las fuerzas productivas de la zona? Agricultores, colonos, forestales.
-Ellos tienen que hacer un reconocimiento claro que están en el territorio mapuche. Hasta el momento, parten de la idea que aquí hay propiedad al momento que llegan ellos. Y mientras no tengan la valentía de reconocer que estas tierras fueron de los mapuches y que se lo adjudicaron ellos y que después hubo irregularidades y tomaron más tierras; mientras no tengan la valentía de reconocerlo, no ayudan a buscar una solución.

¿Y ese reconocimiento significa devolver las tierras?
-Puede ser. O puede ser un acto de restitución una parte y otra hasta simbólico, porque en definitiva el que tiene responsabilidad de restituir, indemnizar, es el Estado. Y si el Estado se las compra a ellos y nos las restituye a nosotros, es un entendimiento propio, pero la situación mapuche no es un problema entre particulares. El Estado chileno nos llevó a esta situación y es el único que tiene compromisos internacionales, el que puede hacer respetar los derechos humanos, indemnizar al pueblo mapuche.

Chadwick dijo que tienen un gran apoyo internacional.
-Si tuviera que responderle, diría que somos poderosos porque tenemos un poderoso fundamento: que el derecho internacional está a nuestro favor. Y que los derechos territoriales son nuestros y Chile no lo ha resuelto. Y eso la comunidad internacional lo está viendo. Lo poderoso radica ahí.

POLICÍA Y ECONOMÍA

Tú hablabas de un quinquenio para instalar el autogobierno.
-No debiera ser más allá. De aquí a cinco años debiéramos tener el contingente suficiente de mapuches para gobernarnos.

Cinco años.
-Me gustaría antes; me hubiera gustado en el marco del Bicentenario pero ya eso no fue. Ahora creo que nos queda ese período. Y en el tema de los tratados vamos a ser más específicos.

¿En qué sentido?
-Vamos a proponer la conformación de una comisión paritaria de alto nivel entre el Estado y una comisión mapuche. Y posiblemente uno de los que va integrar esa comisión –estoy ya revelando nombres- podría ser hasta Francisco Huenchumilla. De ese tipo de gente para dialogar con el gobierno.

¿Cuál va a ser la relación de este proceso que empieza para ser autogobierno con la CAM?
-Creo que los vamos a llamar a que se incorporen.

¿Colocando condiciones?
-No hay ninguna condición. Tienen que adherir al tema de los tratados, porque eso es un tema acabado. Ponerse a discutir los tratados sería una conversación fuera de lugar porque son textos acabados.

¿Es compatible estar en esta mesa y seguir con movilizaciones agresivas hacia el Estado?
-No le podríamos poner la condición que tengan que cambiar de línea en su acción. Ellos tienen su estrategia y estamos definiendo un área común donde podemos converger. Nosotros no convergemos en la acción de ellos. Estamos convergiendo en algo que estamos construyendo colectivamente. Tendrían que adherir y si no lo fueran, tampoco nos vamos a detener por ellos. Quiero ser claro: no nos vamos a detener por una organización que diga no estoy de acuerdo. Tienen todo el derecho a discrepar, disentir, alejarse. Pero no voy a limitarme a actuar para la conformación de un gobierno porque alguien no está de acuerdo. Y además ningún gobierno en el mundo parte con la mayoría, primer principio que tengo en cuenta. ¿Es legítimo lo que estamos haciendo? Si es legítimo, hay que hacerlo. Si no está en contravención a ningún derecho mapuche, hay que actuar. No me voy a detener porque hay diez o veinte mapuches o grupos o agrupaciones que discrepan. Tienen el derecho; quédense en eso si quieren. Pero el mundo está esperando cuándo se autogobierna el mapuche. Si no lo hacemos, somos unos inútiles colectivos. No voy a desechar el reconocimiento de los tratados mapuches cuando están respaldados por el derecho internacional porque alguien tiene una interpretación distinta.

¿Y la CAM la tiene?
-No tiene ninguna de las dos cosas. Ellos hablan de liberación y liberación para mí es un concepto completamente confuso. Yo sé en qué contexto se utiliza ese concepto y nunca he visto de ellos una precisión. Se utiliza en aquellos grupos armados que quieren tomar el poder en un país, como fue en Centroamérica, en Nicaragua, El Salvador. Si eso están diciendo, creo que estamos lejos, porque en definitiva no quiero tomarme el poder en Santiago.

Ellos se plantean también anticapitalistas. ¿Eres anticapitalista?
-Claro. La lucha mapuche es anticapitalista porque en definitiva se nos ha introducido el capital como inversión y como forma de convivir y de vida. El capitalismo es un asunto que afecta al pueblo mapuche en su cultura y en sus derechos.

Pero el sistema es capitalista. ¿Los mapuche están pensando en cambiar también el modelo económico?
-Claro. Creo que un sistema de gobierno tiene que tener un modelo económico. Y ese modelo económico puede incorporar elementos del colectivismo, de la esencia de la cultura mapuche, y también elementos que ofrece hoy el mundo del capitalismo y tenemos que ver hasta dónde salvaguardamos ese punto. Porque un sistema económico puro de los mapuches hoy, con el estado de dominación, de colonialismo que tenemos, va a ser difícil. Se puede plantear, pero es difícil.

La CAM tiene la utopía del lof, el espacio en el campo comunitario. ¿Es real?
-Eso es un buen deseo. Yo los entiendo, porque muchos de esos muchachos que han decidido luchar de manera firme y decidida han sido afectados personalmente, ellos y sus familias, incluso su lof. Incluso ellos no son hablantes, no viven en comunidad. Entonces, es un sueño, un deseo permanente del retorno. Pero no es mi caso. Yo vivo en mi comunidad. Estoy asentado ahí. Incluso, mira, yo quiero mostrar que los mapuche aún cuando estudiemos en cualquier universidad podemos asentarnos en nuestra comunidad siendo profesionales y no haciendo el recorrido de comunidad-Temuco-Santiago. O el mundo.

El retorno al campo.
-A la comunidad, al lof. Si alguna vez soy abogado, voy a poner un letrero grande ahí, asesorías jurídicas por el derecho a la autodeterminación. Lo voy a hacer y le voy a demostrar a nuestra gente que no podemos perder el cordón umbilical de la cultura, de la pertenencia.

Cuando hablamos del sistema económico, ¿quiere decir que podemos llegar a tener en Chile un sistema económico determinado hasta el Biobío y otro para el sur?
-Podría ser. No sé si tan distante, pero que va a tener su propia particularidad. No podría ser un autogobierno mapuche con un sistema capitalista. Yo tendría que decir entonces no participo de esto.

Y el gobierno mapuche: ¿Una democracia como la entendemos? ¿Qué pasa con las autoridades ancestrales?
-Eso tenemos que discutirlo: si es un sistema estrictamente indígena tradicional u optamos por una mezcla que sea operativa. Puede ser entre lo tradicional y lo clásico, porque hoy un gobierno estrictamente tradicional no sería viable. Tenemos que buscar si participa el individuo mapuche del gobierno o participa el lof. Esa es una discusión. Cómo se salvaguarda el lof tiene que estar en el estatuto. ¿Cómo va a ser la elección? Creo que tenemos que hacer funcionar el principio del consenso, de la experiencia. No apoyaría que un mapuche sea sometido a una elección si estoy eligiendo al más inepto. Tenemos que tener principios y criterios para la elección.

Pero en una democracia, gana el que tiene más votos.
-Pero en la cultura winka. Por ejemplo, una machi que elija o desconozca, la machi sigue siendo machi. Aun cuando la institucionalidad mapuche diga que no es operativa, sigue funcionando. Por eso digo cinco años, porque hay que desarrollar esta discusión, precisarla.

¿Policía mapuche? ¿Se considera?
-Tiene que haber. Ahora, qué facultad, qué estatus tiene eso, hay que discutirlo. No podría existir un sistema de gobierno sin que disponga de algún elemento que haga cumplir cosas que a veces requieren de ciertos actos de fuerza. Está considerado. He tenido a la vista el estatuto autonómico de Groenlandia, el de los vascos. Hemos estado discutiendo eso en la escuela de autogobierno que estoy promoviendo.

Al gobierno le va a dar patatús.
-¿Crees?

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