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Opinión

18 de Enero de 2013

Baltasar Garzón: Me da lo mismo que quien defienda los DDHH sea de izquierdas o derechas

Baltasar Garzón visita nuestro país en el marco del II Congreso de Futuro organizado por el Senado. Su importancia en la investigación y condena a los violadores de DD.HH. hace que se mueva como una pequeña celebridad entre políticos y ciudadanos de a pie. La gente lo aplaude y le agradece. Mal que mal, Garzón fue el primero en poner una orden de captura a Pinochet para juzgarlo, en años en que aún se paseaba por el Congreso de Chile.

Romina Reyes
Romina Reyes
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El juez Baltasar Garzón se encuentra en Chile para participar en el II Congreso de Futuro organizado por el Senado. Durante su inauguración, fue aplaudido por la gente, y a la salida había una fila de personas esperándolo para felicitarlo, para agradecerle y para sacarse una foto con él. “Mi hijo nunca me va a creer que estuve con usted” le dice alguien antes de sonreír al flash de la cámara.

La admiración se debe a que mientras Garzón se desempeñaba como juez, promovió una orden de arresto internacional contra Augusto Pinochet, lo que provocó que el ex dictador se pegara un canazo domiciliario en Inglaterra desde el 16 de diciembre de 1998 hasta el 3 de marzo del 2000.

Hoy Baltasar Garzón no ejerce como juez. El 2010 se le suspendieron sus funciones por supuesta prevaricación en la investigación de crímenes del franquismo. Ahora Garzón está abocado a la defensa de Julian Assange, fundador de Wikileaks, pero para él no es un error que le sigan llamando juez. “Es mi título” dice, “y sigue siéndolo”.

Pese a lo difícil que resulta acercarse, Garzón tiene un trato amable, cercano. Ya tiene el pelo casi completamente blanco y su visita a Chile transita de reunión en reunión. Durante una entrevista en Radio Cooperativa dijo que la derecha se había alegrado en Chile y en España con su suspensión como juez. Y es que Garzón en Chile causa algo de escozor.

Su visita a Chile ha causado mucho revuelo. Incluso Cristián Letelier, un diputado UDI, dijo que su visita era una “provocación”.
Creo que si sólo es un diputado el que ha hecho esa manifestación estamos bien. Creo que se hace una visión muy corta de la historia de lo que en este país ha sucedido y están sucediendo, y a nivel global también. Creo que la acción de la justicia y de la jurisdicción universal es una conquista de las víctimas que han obtenido después de luchar por muchos años.

¿Se siente parte de esa conquista?
Algunas personas hemos sido actores más o menos importantes, pero creo que desde la política, desde la justicia es hora de que la reflexión se haga a futuro, pensando en la defensa de los derechos de las víctimas y no en la de los victimarios, permaneciendo en el pasado, en defensa de posturas que van contra la propia humanidad. Por eso es que ese tipo de juicios me dan tristeza que se produzcan porque no es reabrir heridas, es que nunca se han cerrado. Mientras haya hechos criminales que se están investigando, mientras exista dolor por parte de las víctimas, van a existir heridas. Y es ahí donde la justicia tiene que actuar, ahora lo está haciendo la justicia chilena.

Pero no todos los sectores políticos están igual de dispuestos de avanzar en el tema.
Pasa que hay que desideologizar el tema de los derechos humanos, los derechos humanos son una obligación de todos. Me da igual que sea izquierdas o derechas aquel político que con una postura firme y ética defienda a las víctimas y a los derechos humanos. Por tanto, el discurso debería cambiar un poco ya.

“El dolor lo administra cada uno”
Augusto Pinochet se encontraba se encontraba internado en The London Clinic para ser operado por una hernia los días que Garzón pidió su captura para juzgarlo por los crímenes cometidos en la dictadura. A partir de entonces, Chile vivió una polarización, despertando a los más acérrimos pinochetistas. Postales de esa época son Joaquín Lavin mojado por un guanaco, Iván Moreira en huelga de hambre (que hace pocos días tildó como “patética”) y Patricia Maldonado gritando desaforada, “Ingleses, piratas, ¡devuélvannos al Tata!”.

Todo por obra y gracia de Baltasar Garzón.

¿Cree que una dictadura puede superarse?
En algún momento se pueden superar, pero el dolor lo administra cada uno. El perdón y el olvido, también. No son buenos cuando se dictan oficialmente. Pero hay un momento de evolución en las sociedades en que la reconciliación es posible, pero es posible si todos y cada uno ponen de su parte, uno para que la justicia diga lo que tenga que decir, la verdad se consolide y la reparación también. A partir de ese punto de encuentro, por supuesto que es posible.

Usted ha hecho críticas a la forma en que se lleva el capitalismo hoy, ¿se considera anticapitalista?
Creo que vivimos una especie de capitalismo salvaje que está destruyendo muchas esperanzas y está destruyendo también conquistas que la sociedad había hecho hacia un Estado de bienestar. Yo creo que es tiempo de racionalizar ese capitalismo, no estoy abogando por un cambio de “ismo”, sino que el mismo capitalismo sea racional, que haya una mejor redistribución de la riqueza, una menor desigualdad entre diferentes estratos y clases de la sociedad. Hay que repensar la sociedad y humanizarla, partiendo de la crisis que vive el mundo. Y humanizar significa realmente atender a las causas profundas de por qué está sucediendo esto.

¿Y cómo se atienden esas causas?
Es volver a lo que algunos dicen que son tópicos: el combate de la pobreza, la educación como base de la realización humana, abogar por políticas integradoras de inversión, y no solamente de contención y austeridad. Creo que es dar una nueva visión. En ese sentido yo digo que el capitalismo salvaje que estamos viviendo ahora, impuesto por los mercados, debe de evolucionar.

¿Y eso se logra con o sin los partidos? ¿Es una nueva política?
Pues es una nueva visión de la política, es una mayor participación de los ciudadanos, es hacer la política compartiendo con los ciudadanos, participando más, no de espaldas. Un cambio de paradigma.

¿Estamos ad portas de un Mayo del ‘68?
Pues de alguna forma yo creo que sí, pues si de esta situación de crisis tan aguda no se sacan consecuencias más profundas, habremos perdido una oportunidad histórica.

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