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Mundo

24 de Enero de 2013

Los caprichos más extravagantes de los narcotraficantes

Vía La Información Arsenales de armas de fuego de oro y diamantes, parrandas orgiásticas animadas por artistas de renombre mundial, mansiones delirantes… Estos son algunos de los antojos más llamativos de los traficantes de drogas, en los que confluyen dinero a mansalva y un gusto cuando menos “dudoso”. Quién: Sito Miñanco. Capricho: El más conocido de los […]

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Vía La Información

Arsenales de armas de fuego de oro y diamantes, parrandas orgiásticas animadas por artistas de renombre mundial, mansiones delirantes… Estos son algunos de los antojos más llamativos de los traficantes de drogas, en los que confluyen dinero a mansalva y un gusto cuando menos “dudoso”.

Quién: Sito Miñanco.

Capricho: El más conocido de los narcos gallegos, por su carrera delictiva (pionero en cambiar el contrabando de tabaco por el de cocaína), sus maneras exhibicionistas (se desplazaba en un Ferrari Testarrossa) y su aura de benefactor (lo mismo pagaba operaciones quirúrgicas y entierros que saldaba deudas de sus vecinos). En 1986, José Ramón Prado Bugallo, su nombre real, compró el equipo de fútbol de su pueblo, el Juventud Cambados, al que, tras una fuerte inversión, llevó de la Preferente gallega a Segunda B en tres años, quedando a las puertas de ascender a Segunda la temporada siguiente. En la comida que organizó en su chalet para la prensa deportiva se sirvió champán, el mejor marisco de la Ría y, de postre… un surtido de prostitutas de “alto nivel”.

 

 

Quién: Camilo Torres.

Capricho: En una época como la actual, en la que se llevan los narcos de “perfil bajo”, el antojo de celebrar una boda principesca le costó a “Fritanga”, del clan colombiano de Los Urabeños, el disgusto de acabar con sus huesos entre rejas y pendiente de extradición a EE.UU. El festejo, celebrado en 2012 en la Isla Múcura, en el Golfo de Morrosquillo, duró 9 días y a él asistieron cerca de 200 personas que bailaron al ritmo de famosos cantantes de vallenato y reggaeton. Cuando la policía irrumpió en la celebración para apresar a novio, algunos de los invitados aplaudieron a los agentes pensando que se trataba de otra “atracción” más.

 

Quién: Pablo Escobar.

Capricho: Aunque llegó a ofrecerse a pagar la deuda externa de Colombia, (11 mil millones de dólares), quizá su mayor extravagancia fuese la fabulosa Hacienda Nápoles (el nombre es un homenaje a la mafia): 20 Km. cuadrados con mansión para más de cien invitados, aeropuerto, campo de fútbol (por donde correteaban estrellas como René Higuita), zoológico, una especie de Jurassic Park para los niños, plaza de toros de 300 localidades, seis piscinas, dos lagos artificiales donde reventar motos acuáticas (uno de sus hobbies)…

 

Quién: Manuel Charlín.

Capricho: El patriarca de Los Charlines, el infame clan de traficantes gallegos, pensó que la familia debía reunirse en un lugar acorde con su categoría cuando en 1991 compró, en Vilanova de Arousa, el pazo Vista Real (llamado así por tener las mejores vistas de la Ría y por su esplendor, digno de la realeza). Con el gusto propio de los nuevos ricos, Charlín no dudó en “mejorar” la edificación, de 1.750 y de gran valor histórico: en la fachada instaló grandes vidrieras de cristal de Murano traído expresamente desde Italia, construyó una bóveda de escayola de ‘dudoso gusto’ en la capilla, chimeneas ‘rococó’ con grandes ángeles, buhardillas… y colocó el escudo familiar (¿) en la fachada posterior y en las farolas de la finca.

 

Quién: Timothy Eastgate y Paul Flisher

Capricho: Este exitoso dúo de narcotraficantes de cocaína británico (entre rejas desde 2012), cegado por una vida aventura, de lujos y excesos, se obsesionó con la figura de James Bond: no sólo imitaban al personaje creado por Ian Fleming en su gusto por las mujeres bellas, las armas de fuego o los deportivos exclusivos (Ferraris y Lamborghinis principalmente), sino que los números de los teléfonos móviles de ambos acababan en “007” y tenían un yate amarrado en la Costa el Sol (además de una casa en Estepona) al que habían bautizado como “Shaken not stirred” (“agitado pero no removido”, que es como el agente secreto gustaba de pedir sus martinis).

 

Quién: Jhon Jairo Vásquez.

Capricho: Desde la cárcel, el que fuera uno de los lugartenientes más eficaces de Pablo Escobar, interpuso varias demandas judiciales para que le devolvieran su adorada motocicleta Harley Davidson, la cual había adornado profusamente con incrustaciones de oro. Sin embargo, cuando el egocéntrico narco se enteró de que el vehículo iba a ser exhibido en el Museo Histórico de la Policía Nacional colombiana, abandonó cualquier tipo de pleito.

 

Quién: Armando Carrillo Fuentes

Capricho: Los líderes del narco expresan su poder “tuneando” sus armas de fuego con materiales nobles como el oro y la plata e incrustaciones de piedras preciosas. En este sentido quizá se lleva la palma este revólver Colt, propiedad del narcotraficante mexicano fallecido Amado Carrillo Fuentes, El Señor de los Cielos, en cuyas cachas de oro van incrustadas 322 circonias y 22 esmeraldas (otro de sus caprichos eran las operaciones de cirugía estética, que cambiaron del todo su fisonomía y le llevarían finalmente a la tumba: murió en extrañas circunstancias en el transcurso de una de ellas).

 

Quién: Carlos Lehder

Capricho: Los coches y el rock’n’roll eran dos de las pasiones de este mítico narcotraficante colombiano, apodado el Henry Ford de la cocaína por lo industrioso de su imperio. En materia automovilística destacan uno de sus 4×4, blindado de tal manera que era necesario cambiarle el embrague cada 15 días, y un Mercedes que escupía aceite y tachuelas por detrás en caso de que el capo fuera perseguido. Respecto a su afición a la música, se dice que llegó a contratar a los Stones para que tocaran en su Posada Alemania, a cuya entrada destacaba una inmensa estatua de John Lennon.

 

Quién: Gilberto Rodríguez Orejuela

Capricho: A este capo, paisano y coetáneo de Escobar, le perdían las parrandas, bacanales épicas celebradas en su mansión en las que actuaban artistas de renombre (de vallenatos, salsa, rancheras… el género que al capo se le antojara) y que eran animadas con alcohol, drogas y prostitutas. Su hijo contó que en una ocasión invitó al astro mejicano Juan Gabriel, artista de reconocida pluma, quien no tuvo mejor ocurrencia que, finalizada la velada, darle un emotivo beso al anfitrión; tuvo que ser sacado rápidamente de la fiesta y enviado de regreso a su país. En otra ocasión contrató al elenco de El Chavo del Ocho para entretener a la chiquillería.

 

Quién: Gonzalo Rodríguez Gacha

Capricho: Que el oro ejerce fascinación en el mundo el hampa (y hablamos de los que están a ambos lados de la ley) es evidente. Pero para este hombre fuerte del Cartel de Medellín, el gusto rayaba en lo obsesivo. Cuenta un antiguo socio: “De oro eran las llaves de sus casa y fincas. Le gustaba tanto ese material que hizo instalar grifos, duchas, chapas y hasta cintillas de oro en los juegos de sala y comedor. A un carro de dos asientos le puso timón, palanca de cambios y manijas para los vidrios de oro”. El otro capricho de quien apodaban El Mexicano por su gusto por lo azteca era Tupac Amaru, caballo de carreras valorado en un millón de dólares que cuidaban varios hombres armados. Si el caballo sufría dolor de estómago o algo lo molestaba, los hombres pagaban con su vida.

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