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Cultura

3 de Febrero de 2013

Los 120 días de Sodoma, el manuscrito prohibido

Vía Semana.es Cuando Sade murió, en 1814, triste y olvidado, jamás imaginó que el manuscrito de una de sus obras más polémicas terminaría siendo objeto de una intrincada travesía que parece sacada de una novela de suspenso. El autor de obras como Justine o los infortunios de la virtud o La filosofía en el tocador, […]

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Vía Semana.es

Cuando Sade murió, en 1814, triste y olvidado, jamás imaginó que el manuscrito de una de sus obras más polémicas terminaría siendo objeto de una intrincada travesía que parece sacada de una novela de suspenso. El autor de obras como Justine o los infortunios de la virtud o La filosofía en el tocador, fue considerado un demente peligroso y pasó casi 30 años de su vida encerrado en calabozos y manicomios. Ahora, uno de los textos que escribió durante su tortuosa reclusión podría llegar a costar 5 millones de euros.

Como es bien sabido, el marqués Donatien de Sade fue un artista maldito. Fue acusado varias veces, en especial por su familia política, de cometer actos ilegales, entre los que se encontraban orgías de varios días con prostitutas y abuso sexual infantil. Las autoridades consideraron estos hechos muy graves —sin tener pruebas concretas— y lo declararon peligroso para la sociedad. A partir de entonces pasó la mayor parte de su existencia en cárceles como la Bastilla, la fortaleza de Vincennes y el manicomio de Charenton.

Justamente en la célebre Bastilla escribió una de sus obras más reconocidas: Los 120 días de Sodoma. A pesar de que estaba incomunicado —llegó a pasar varias semanas aislado y encerrado en las letrinas—, en algún momento logró conseguir con ayuda de otros reclusos unos bienes muy preciado para él: un rollo de papel, una pluma y tinta.

En 1785, durante 37 noches, el marqués escribió frenéticamente un texto que reflejaba sus obsesiones más oscuras. Quienes han visto el manuscrito dicen que es evidente que Sade no quería desperdiciar ni un centímetro de papel y que cada palabra le era preciosa. Sobre un rollo de 12 metros, y por ambos lados, el marqués escribió la historia de cuatro hombres adinerados que deciden recluirse en un castillo durante 120 días con un grupo de jóvenes. Durante las jornadas los hombres someten a los chicos y chicas a las más absurdas aberraciones: zoofilia, coprofagia y tortura brutal, entre muchas otras. El estilo del marqués, que resulta repulsivo para la mayoría de los lectores, es único y, de hecho, el adjetivo sádico se deriva de su apellido.

Sade sabía que su obra lo podría condenar definitivamente y la escondió en un hoyo en la pared. Sin embargo, en 1789, cuando se inició la Revolución francesa y la Bastilla fue incendiada por los rebeldes, debió huir y no tuvo tiempo de recuperar el rollo. Pasó el resto de su vida en otros calabozos y nunca pudo regresar a buscar su trabajo. Cuando murió, obeso y casi ciego, estaba convencido de que su novela se había quemado. Dijo que había llorado “lágrimas de sangre” por esta pérdida irreparable. Pero estaba equivocado.

Del infierno al cielo

Lo que nunca supo el excéntrico marqués es que más de dos siglos después, el rollo prohibido sería un tesoro por el que hoy la Biblioteca Nacional de Francia está dispuesta a pagar 5 millones de euros, una cifra récord que jamás se ha pagado por un objeto similar (ver recuadro). Bruno Racine, el director de la prestigiosa institución, convenció al gobierno de su país de que se trata de una joya y de que Francia está en la obligación —en parte para reparar las injusticias a las que fue sometido su autor— de recuperarlo. “Es un texto depravado. Pero a nosotros no nos corresponde hacer un juicio moral sobre lo que está escrito. Este documento es uno de los más radicales, extremos y atroces de la literatura francesa”, le dijo Racine la semana pasada a The New York Times.

A pesar de la enorme cantidad de recursos, no será tan fácil recuperarlo. El 14 de julio de 1789, un hombre llamado Arnoux de Saint-Maximum rescató el escrito de las llamas que consumían a la Bastilla. Al poco tiempo se lo vendió al marqués de Villeneuve-Trans. El objeto permaneció durante tres generaciones oculto entre los archivos de la familia del noble. De alguna manera, que no está documentada, el manuscrito viajó a Alemania, y terminó en manos del psiquiatra Iwan Bloch. El doctor decidió publicado por primera vez en 1905, firmado con el seudónimo Eugene Durhen.

En 1929, el vizconde Charles de Noailles y su esposa, Marie-Laure, descendiente de Sade, lo compraron. Seis años después decidieron publicarlo, en una edición secreta y reservada para un grupo muy pequeño de lectores. Cuando murieron, Natalie, su hija, lo heredó. Una noche, durante una cena en su casa, ella se lo enseñó a sus invitados, entre quienes se encontraba el escritor Italo Calvino. Fue él quien logró que Natalie se lo entregara al editor Jean Grouet, quien prometió cuidarlo.

Grouet, sin embargo, resultó ser un negociante y lo vendió, en 1982, a Gérard Nordman, un coleccionista suizo de objetos eróticos por 60.000 dólares, una cifra bastante alta para la época. Los herederos de la familia Noailles se enteraron y demandaron. Siete años después, la corte suprema de Francia decidió que el manuscrito había sido vendido ilegalmente, pero la legislación suiza no permitía restituir objetos culturales confiscados. Dos años más tarde, las cortes suizas determinaron que el original había sido adquirido de buena fe y que tendría que permanecer en manos de los herederos de Nordman. Para evitar un conflicto internacional, ellos le entregaron la custodia a la fundación Martin Bodmer.

El tema parecía cerrado para siempre. Pero en 2007, Bruno Racine llegó a la dirección de la Biblioteca Nacional de Francia. La misión principal del flamante funcionario –quien ha recibido todo tipo de halagos por su labor— es recuperar los originales de las grandes obras de las letras francesas. De ahí su obsesión con el trabajo de Sade. “Es una pieza única, un trabajo excepcional y un milagro que haya sobrevivido”, le dijo a The New York Times.

Racine le ofreció a los herederos de las familias Noailles y Nordman 5 millones de euros divididos en partes iguales. Es posible que gracias a la generosa propuesta el manuscrito regrese pronto a Francia con honores. De ese modo, el marqués de Sade podrá descansar más tranquilo.

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