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Opinión

11 de Febrero de 2013

La Girola: La fotógrafa de los desnudos de protesta

“La Girola es una mujer inquieta, soñadora, luchadora e indecisa. Es sureña, bullanguera, Valdiviana de corazón y muy de vez en cuando chilena”. Con estas palabras se define Sara Baeza en su libro “Mi cuerpo siempre habla… hoy protesta!”. Se trata de una recopilación de fotografías que retratan a mujeres que escriben consignas de protesta, […]

Melissa Gutierrez
Melissa Gutierrez
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“La Girola es una mujer inquieta, soñadora, luchadora e indecisa. Es sureña, bullanguera, Valdiviana de corazón y muy de vez en cuando chilena”. Con estas palabras se define Sara Baeza en su libro “Mi cuerpo siempre habla… hoy protesta!”. Se trata de una recopilación de fotografías que retratan a mujeres que escriben consignas de protesta, o de lo que quieran, en su cuerpo desnudo.

Sara se llama La Girola por su abuelo, el hombre que se casó con su abuela y nunca tuvo hijos biológicos, el escultor Claudio Girola. La Girola entró a estudiar derecho, se salió, entró a sociología, se salió, volvió a derecho, se salió y descubrió la fotografía. Viajó a Uruguay y a Argentina. En Buenos Aires descubrió a los fotógrafos y artesanos de San Telmo: “y los gallos vivían de la fotografía. Entonces imagínate, trabajaban el puro domingo vendiendo sus fotos y yo dije, ‘esta es la mía’”, cuenta Sara: “pero pensé que tenía que llegar con una propuesta porque yo no iba a vender fotos turistícas. Y yo siempre había sido pegada con los escritos callejeros, y llevaba un montón de tiempo sacándole fotos a murales, graffitis, rayados. Entonces se me ocurrió que podía juntar eso con que las personas usaran el cuerpo como un lienzo, como una pared de expresión”. Así, Sara le pidió a tres amigas que posaran y de inmediato se corrió la voz. Llegaron más mujeres y con esas fotos Sara partió a vivir a Buenos Aiers.

Las vendió en San Telmo y allá más mujeres se sumaron. Españolas, francesas, coreanas, brasileñas y chilenas. Llegaban con su frase y Sara las fotografiaba. La idea era que cada una buscara su mensaje: “no era como que yo quisiera decir muchas cosas y las usara a ellas como pared de expresión sino que era algo que ellas qusieran decir. En general yo no me metí en nada”, cuenta Sara sobre el proceso del libro.

Hubo poetas que enviaron sus obras. Un diseñador se ofreció a diagramar y un amigo computín a hacer la página. Todo a cambio de libros de Sara. Se subieron 16 páginas al sitio www.lagirola.cl y más personas se sumaron de distintas formas. Comprando un libro a 10 lucas o a lo que pudieran, ayudando a conseguir cosas para el lanzamiento, y así se lograron imprimir 500 copias. De esas, muchas se están repartiendo a los “inversores” que creyeron en el proyecto. Otros están a la venta a través de la misma página y en librerías.

Mientras, Sara, a sus 26 años se mantiene trabajando de garzona y artesana. Está planeando un segundo proyecto, pero con fotografías colectivas. Lo que más rescata es la posibilidad de decir algo por sí misma, dar cuenta de la existencia de quienes no tienen acceso a los medios de comunicación masivos y sin pedirle ni uno a los Fondos del Estado, porque no quiere depender de “una estructura que constantemente te perjudica”

Dijiste que estudiaste derecho, ¿no estudiaste nada con fotografía?
No, yo no estudié nada relacionado con foto. He sido autodidacta. Mi cámara es una cámara normal, común y corriente. Tiene función manual que con eso regulo mejor la luz. Aprendí de amigos que saben y me enseñaron. El proyecto fue bien artesanal, sin muchos conocimientos. No tenía idea cómo se hacía un libro o cómo se iba a financiar.

Y la parte estética, cómo escribir en el cuerpo y las poses, ¿las dirigías tú?
Juntas. Todas las sesiones eran en conjunto. Como no tengo formación de fotógrafa no sé lo que es estéticamente correcto o no para una fotografía, era mi ojo no más. Entonces mi objetivo en sí ni siquiera era la foto, sino que encontrar un espacio donde las mujeres nos repensemos el cuerpo y podamos pensar también algo que queremos decir. Porque es una cuestión súper básica, pero si yo te pregunto a ti ¿qué te gustaría decir? Pueden ser miles de temas y en cada momento de la semana pueden ser distintos. Entonces era parar un poco y pensar, ¿qué quiero decir?

¿Por qué con desnudos?
Porque es un expresar desde la simpleza de lo que somos. Y tenia todo el rollo para mí de la auto aceptacion. Yo les tomaba la foto y les hacia mirar la cámara y que se vieran y que se gustaran. Y si no les gustaba ninguna, yo les tomaba hasta que a ellas les gustara. Y ellas seleccionaban sus fotos y de esa selección yo sacaba las que iban en el libro. Porque encuentro que el trabajo de la fotografia no puede ser ajeno al que está del otro lado. Ellas elegían qué escribirse y yo daba recomendaciones, por ejemplo, que las extremidades tienen más límites. Me decían, “ya, ¿cómo me pongo?” Yo les decía que traten de sentir la frase y de qué manera el cuerpo acompaña lo que quieren decir.

¿Tú hiciste el ejercicio?
Sí lo hice pero no lo publiqué. Porque me las tomó otra persona y todas las fotos tienen una misma línea, un mismo estilo. Se cacha que las tomó la misma persona y este era muy distinto, era otro enfoque. Y traté de tomarme a mí misma y nunca le achunté.

Pero publicas con pseudónimo y en la foto que sales, sales tapada. ¿Tienes algún rollo con mostrarte?
Sí, hay un rollo en todo caso. El ego de artista encuentro que es muy aburrido. Muy aburrido. No estoy ni ahí. Tiene que ver con el rollo de que yo estoy convencida de que cualquier persona podría haber sacado este libro ¿Viste que el Subcomandante Marcos se tapa la cara y dice que cualquiera puede ser Marcos? A mí siempre eso me llegó. Obviamente son ejemplos incoparables, pero es la idea de que no se trata de la persona. La Girola puede ser cualquiera. Ese es mi mensaje. Sin ser fotógrafa puedes hacer un libro de fotografía, no necesitas nada. Sólo necesitas un modo creativo de hacer las cosas. Yo siento que no necesitas plata, título, una cámara.

¿Nunca postulaste a un Fondart?
No, encontraba que era más complicado que juntar la plata yo. Lo otro, porque yo creo en la autogestión y en los valores colectivos, que los problemas individuales siempre se resuelven colectivamente. Si yo sola quiero hacer un libro evidentemente no puedo. Pero tampoco creo que la solución es depender del Estado que te financie. Como que te haces dependiente de una estructura que constantemente te perjudica y de repente te salva la vida, entonces no po.

¿Dónde vendías tus postales en Santiago?
Me puse un par de veces en la plaza Brasil pero no me fue muy bien. No tenían tanta repercusión. En los conservatorios era donde más vendía. Es que igual la gente a veces es pudorosa para mirar los cuerpos desnudos. Yo ponía miles de fotos de mujeres y los que más paraban a mirar son los niños y las mujeres. Yo creo que a veces las otras personas se pueden sentir juzgadas de que uno les diga: ¿qué está mirando? En Argentina era un poco más fácil, a pesar de que estaba lleno de chilenos y me compraban un montón los chilenos.

El libro se lo dedicas a tu mamá que te enseñó “de valores y de lucha”. ¿Vienes de una familia muy política?
No. Yo considero que ella es una luchadora ante la vida, pero por sus experiencias personales. En mi familia hay de todo, no es una familia política. Son una mezcla, hay de todo. Tengo muchos tíos exiliados, por ambos lados, tíos que no, de todos lados. Pero es porque yo considero que ella es una mujer luchadora, fuerte, aguerrida.

¿Te gustaría sacar fotos de matrimonios o cosas así, por la plata al menos?
No, me daría mucha lata. Prefiero ser garzona en un matrimonio. En serio. Prefiero trabajar en la banquetera que en las fotos. Ahora, las lucas igual son bien distintas. Pero no, me gusta el arte cuando tiene sentido. Ahora, eso es super subjetivo, pero me gusta un arte que para mí tenga sentido, que busque denunciar, decir, protestar, expresar, sanar.

¿Por qué sanar?
Porque yo siento que este trabajo fue muy sanador. Para mí y para cada una de las que estuvo ahí, yo creo que también. Porque decidir sacarte una foto desnuda es un primer paso, pero de ahí sacarte la ropa, es otro paso. Y después verte desde los ojos de otra persona es un tercer paso. Pasas a aceptarte, a mirarte y a gustarte. Ese es mi aporte. Para mí, mi reclarmo es contra los estereotipos de belleza. Porque nosotras no somos las que aparecen en la tele y sin embargo, de modo quizás hasta inconciente aspiramos todo el rato de ir para allá y eso nos hace un montón de daño como sociedad. Las mujeres estamos súper alejadas de nuestros cuerpos. Yo, por ejemplo, que te miro a ti, conozco más tu cuerpo que tú, porque tú te ves para afuera. Entonces eso para mí es el motivo de fotografiar, que te veas. Es un espejo pero desde los ojos de otro. Para mí eso es lo bonito, que fue súper sanador.


“Esta es mi manera de transformar el mundo”

¿Te facilitaba el trabajo cuando los mensajes te llegaban más?
No, es que si yo veo un escrito callejero que dice no sé, “piñera chupalo”, es igual de significativo que diga “juanita, te amo”. Porque para mí lo importante no es lo que se dice, sino que está escrito y es cómo nos expresamos. Que los medios de comunicación son inaccesibles. Si yo quiero declararle mi amor a alguien o quiero protestar y decirle al presidente o al mundo lo que pienso, no tengo cómo. Pero en cambio si yo tuviera mucho dinero y un apellido Edwards tendría una linea editorial completa donde yo podría expresarme. Entonces para mí que la calle sea un medio de expresión, es decir que existimos y que aquí estamos. Incluso con frases que a mí no me identifican. Por ejemplo, una frase que a mí no me identifica es, no sé, “únete al partido comunista”, no me identifica en nada, pero que esté en la calle yo lo encuentro legítimo.

¿Qué te escribiste tú?
Era referente al conflicto estudiantil. Porque lo hice justo en el año que estaba la cagá en Chile con la educación. Entonces me puse: “me empelota el lucro en la educación”. Y después abajo me puse “educación gratis en Chile, Latinoamérica y el mundo”.

¿Por qué quisiste estudiar derecho?
La primera vez, no sé, yo creo que por presión. Y la segunda vez, porque yo creia que el derecho está concentrado en un sector de la sociedad, entonces veía tantos presos políticos y tan pocos defensores con convicción. Porque no es lo mismo defender a un preso político cuando crees en su lucha que cuando lo defiendes por el derecho constitucional de que tiene derecho a una defensa. Pero después caché que tampoco podría ser una mártir, caché que no estaba ni ahí con pasar mi vida alegando en tribunales. Y llegó un momento en que caché que no, no iba por ahí.

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