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Nacional

13 de Febrero de 2013

Licitaciones como el pico: Cuando el Estado pide penes

Los consultorios ya dejaron atrás los pepinos y los plátanos para enseñar a poner condones. Ahora lo moderno son los dildos o penes de madera, aunque son pocos los artesanos que se atreven con la dura labor.

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No es que el Estado quiera hacerle la competencia a Jape Jane ni tampoco se trata de un súbito ataque de erotismo del ministro de Salud Jaime Mañalich. El asunto, aunque suene divertido, es muy serio. En el portal de ChileCompra aparecen unas 15 licitaciones para la compra de dildos -penes de madera- desde el 2008 hasta el 2012. Algunas de ellas son directamente del Ministerio de Salud o Seremis, mientras que otras provienen de Municipalidades de San Felipe, San Ramón, Maipú, Petorca, Cobquecura, Qulicura y la Granja. Estos penes se utilizan en los servicios de salud pública para educar en prevención del embarazo adolescente y de enfermedades de transmición sexual y reemplazan a los tradicionales pepinos y plátanos con que las matronas enseñaban antes en los consultorios a usar el condón. Ahora, en general no se reciben demasiados postulantes para la fabricación de dildos y quienes están involucrados en la dura tarea se ríen un poco de su trabajo.

Álvaro Pérez maneja un negocio de juguetes de madera y hace unos 15 años que se relaciona con el Estado vendiéndole a la Junji y diversas instituciones que solicitan sus productos a través de licitaciones. Sin embargo, hace tres años su esposa, quien se encarga de ver la parte tecnológica y computacional del negocio, le mostró una licitación que se estaba publicando en el portal ChileCompra, donde su PYME figuraba como proovedora.

Era una solicitud de dildos: penes de madera con ciertas especificaciones y forros para guardarlos: “Yo no los conocía para nada, cuando vi las fotos y vi que era como mi palitroque, lo cambié no más y eso es todo”. Álvaro se refiere a unos palitroques de juguete que vende en tiendas y al Estado. De ahí sacó el molde, siguiendo las medidas de la licitación y se la adjudicó: “Nunca lo había hecho, lo vi ahí y, bueno, estaría medio aburrido también… jajaja”, recuerda Pérez. Entre las licitaciones adjudicadas figura una del año pasado para la el Departamento de Salud Pública de la Seremi de Salud de la VI región, en la que se piden “dildos de madera de pino, de 20 centímetros de largo, 4,5 centímetros de diámetro, con funda para guardar de tela biostrech de colores llamativos”. Si el tamaño importa, hay que aclarar que el promedio para Latinoamérica de un pene erecto es de 15 centímetros de longitud, pero al parecer en La Serena las medidas en el norte son otras. Como sea, en esa ocasión se pagaron $390.000 por 100 dildos.
Más tarde, Pérez se adjudicó dos licitaciones más, aunque asegura que no es buen negocio: “En realidad es una chacota, jajaja no ando con ninguna motivación más que hacerlo y ganar algo de plata, aunque no deja tanta plata”, señala.

Esta es precisamente una de las razones por las que no llegan muchos postulantes a este tipo de licitaciones. El 2011 una petición en Temuco de la Seremi de la IX región se declaró desierta. Se requería la “confección de dildos (penes de madera) para la demostración del uso del preservativo como apoyo a las actividades comprometidas en el Programa de prevención del VIH/SIDA y las ITS”. En esa ocasión hubo seis oferentes, todos los cuales superaban el precio del presupuesto que se había asignado para esa compra.

Desde la Seremi de La Araucanía señalan que en promedio por estas compras llegan entre tres y seis postulantes: “no participan grandes talleres porque lo que se compra son 300 o 600 mil pesos, por decirte algo, que no le es atrayente a los grandes empresarios, que le interesan grandes millones”, señala un funcionario que trabajó en la licitación de dildos para Temuco. Es decir, el negocio de los penes es cosa de las pequeñas empresas.

Además agrega que “cuando me pidieron que levantara el proceso licitatorio para los dildos, era cosa fácil, porque los dildos tienen ciertas medidas y tienen que tener ciertas características, pero pasa que mucha gente se puede haber avergonzado, porque estamos hablando de un producto que puede ser elaborado por un artesano o alguien que tenga un taller de madera”. También señala que los postulantes envían sus muestras y una vez cumplidos los requisitos, como todas las licitaciones, se adjudica la que obtenga el mayor puntaje en base a las fechas de envíos, los precios y otros factores como esos. Luego “los dildos llegan, se verifican y cuando se ha constatado que éstos cumplen lo que se está solicitando, se entrega a la unidad que lo pidió”.

Poniendo condones con la mano y con la boca

Los dildos los utilizan los servicios de salud pública para trabajar en consultorios el tema de la prevención del embarazo no deseado y las enfermedades de transmisión sexual. También se realizan charlas en colegios.

A una de éstas fue Natalia Briones, estudiante de Obstetricia de la Universidad de Chile, quien ha realizado su práctica profesional en varios consultorios, entre ellos el Norman Boullieme de Cerrillos, ubicado en Calle lo Errázuriz. En el Colegio Cóndores de Plata de la misma comuna, una encuesta anónima les hizo ver que la edad de inicio sexual de los jóvenes era en el verano entre séptimo y octavo básico, por lo que realizaron dos charlas a cada curso.

Se habló de anticonpetivos y se derribaron mitos, como que eyacular afuera o tener sexo de pie evita el embarazo y se sacó al famoso dildo de madera. Los niños se rieron, se tiraron tallas, y se avergonzaron, pero finalmente aprendieron a poner condones.

Sin embargo, Natalia señala que por tiempo hubo un aspecto importante que no pudieron tatar: “generando el proyecto con la matrona y la doctora del consultorio siempre nos quedaba de lado el tema de la afectividad, lo que significa sicológicamente el tema de las sexualidad, que eso no lo alcanzamos a tratar porque nos dieron dos sesiones no más en el colegio”.

Además, hubo un ejercicio en particular que la profesora no permitió: enseñar a poner condones con la boca. “Los propios compañeros estaban sorprendidos de cómo la profe podía hacer eso porque se trata de un ejercicio importante ya que muchos jóvenes no utilizan condones porque es algo que interrumpe el acto sexual. Entonces, de esta forma se promueve el uso del preservativo sin tener que perder el erotismo ni cortar la inspiración del momento”, explica.

De todas formas, cuando Natalia hizo una práctica en el consultorio Huamachuco en Renca pudo explicar esta técnica. “A las niñas les choca al principio, pero después, hablando con ellas, dicen que les sirvió y que igual les dio resultado porque no les interrumpió tanto el momento sexual”. Además, Natalia rescata la importancia de enseñar esta forma especialmente a las mujeres, porque destaca la disciminación de género que existe en cuanto al uso del condón: “si al hombre no le gusta, la mujer tiene que aceptarlo no más. Y las mujeres que lo exigen no tienen tantas relaciones sexuales como las que no”.

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