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LA CARNE

25 de Febrero de 2013

Cuatro playas chilenas para cuando llega la hora del amor

Cuando falta plata para el motel y el cuerpo llama, Chile ofrece una variedad de espacios desocupados a las orillas del mar. Cualquier lugar sirve cuando se trata de tirar: roqueríos, pozones y las infaltables dunas. A continuación, una selección de balnearios, para todos los gustos, donde cachetearse de lo lindo, bañar la nutria o remojar el cochayuyo.

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Playa la Poca Ola: Sexo en Ruinas

En la Poca Ola puedes encontrar piscina, arena, mar y los restos de concreto y madera podrida que alguna vez levantaron un muelle. Se trata de un lugar abandonado ubicado en Viña del Mar, entre Caleta Abarca y la curva Los Mayos, que en 1910 fue parte del balneario de Recreo y que cerró luego de la ampliación de la Avenida España.

Hoy, las ruinas están a un lado de la Estación del Metrotren Recreo y tiene paso directo a una pequeña bahía. Camila tiene 16 años, le gusta el Punk, y se escapa cuando puede junto a su pololo, una Báltica y alguna cosilla para fumar. Así comienzan un carrete de bajo presupuesto. “Uno se toma una chelita en el mirador de Recreo y cuando te dan ganas de tirar bajas a las ruinas”, cuenta.

Como en la Poca Ola no hay olas, de ahí su nombre, muchos santiaguinos aprovechan de instalar sus carpas en el verano. Por eso Camila aprovecha la temporada de invierno para incursionar en el lugar. Y lo hace adentro de una antigua piscina abandonada. “Es un poco incómodo pero uno pasa piola, tira su chalequito pal poto y le pone bueno, si te quieres lavar te metes al agua, y si no, te quedas con la arena en los calzones y sigues chupando”, agrega. Quienes frecuentan la Poca Ola dicen que es un motel al paso que siempre está disponible. Camila asegura que incluso es más limpio. Muchas recreínas que tiran en las ruinas dicen disfrutarlo porque se acuerdan que fue el lugar mítico de encuentro juvenil de sus papás. Es como volver a cerrar el ciclo, dicen.

Cau Cau: Bañando la nutria

Si quiere retozar, afilar el hacha o remojar la nutria, Cau Cau es el lugar predilecto para hacerlo. Se trata de una de las playas más fondeadas de las ocho que existen en el balneario de Horcón. La playa de Cau Cau está rodeada de cerros repletos de árboles añosos y alguna que otra cabaña. Tiene rocas planas en los costados que sirven como asientos o camas de piedra para tomar sol y meter los pies en el mar. Es una playa con buen ambiente, no tan concurrida y va gente de todas las edades.

Llegar es complicado. El camino está señalizado pero, si se pierde, igual puede preguntar por la Playa La Luna, como la llamaban los hippies cuando era nudista. Al costado del estacionamiento hay una escalera rústica y muy empinada para bajar a la playa, por esto no se recomienda llevar coches, carritos y menos a fumadores. Si quiere una semana bien calentona puede acampar en algunas épocas del año, siempre dependiendo del ánimo de la Guardia Costera, que tiene la facultad de expulsar a cualquiera que ocupe las playas con carpas. También hay que tener cuidado con el agua. Es tan fría que llega a ser insoportable.

Raúl, estudiante de la Universidad Católica de Valparaíso, ha conocido varias playas de Chile, y cree que Cau Cau es la menos prostituida de todas. “Lo único molesto es la arena que se te mete y te irrita por todos lados”, cuenta. Raúl recomienda tirar de noche, porque de día transitan muchas familias. “Una vez estábamos acostados en la playa con una minita, nos empezamos a poner calientes, y pasó una familia. fuimos a buscar el saco de dormir y nos tapamos. Pero empezó a llegar más y más gente y no sabíamos donde chucha estaban los trajes de baño. Al final tuvimos que arrastrarnos hasta la carpa en saco. Un tipo nos cachó y llegó cinco minutos después a entregarnos los trajes”, recuerda.

Playa Carvallo: La playa de los apurados

Esta es la playa de los apurados. Si bien las piedras suelen estar forradas en mierda de gaviota, la Playa Carvallo suele llenarse de gente que sale con la libido alta desde el bar Roma o la Universidad de Playa Ancha (UPLA). Está bajo el estadio Chile deportes, sede del club Santiago Wanderers. Se llega en una micro con recorrido a la UPLA y se camina en dirección a la Plaza de los Loros. Lo primero que se ve al llegar son unos pocos metros de arena y el resto es puro roquerío. Cuando sube la marea se junta agua entre roca y roca, donde se pueden meter a tirar cuando las rodillas no aguanten más el roce con la arena. La gente suele dejar la ropa en alguna piedra donde no se moje y se meten en las pozas para concretar el acto con más comodidad. El agua es fría y la arena igual, de ahí que la gente no la frecuenta para el baño regular. El encanto de la playa son las marejadas. Quienes han ido relatan un ambiente romanticón, sobre todo cuando las olas revientan en las rocas.

Andrés, estudiante de la Upla, sabe que en la playa Carvallo no es necesario llegar con pareja. “Para qué, si te la puedes encontrar ahí mismo”, cuenta. El joven de 25 años, aspirante a profesor de inglés, dice que a veces “es como tomar y llevar”, pero que hay que tener cuidado con los sapos que pululan en el sector con las manos ocultas en sus pantalones. “Se aprovechan de la los que andan haciendo cosas, a veces gritan “¡cacha, mira para allá!” y te apuntan con el dedo comentándose huevadas cochinas ”, asegura Andrés. Para aquellos que no les gusta la arena o el agua, tirar parado en alguna de las rocas es una alternativa. Para el bajón post coito existen dos alternativas propias del lugar: churros españoles en el carrito de avenida La Marina o un helado York una calle más arriba.

Playa Blanca: el paraíso de los exhibicionistas

La Octava Región tiene buenas playas para pegarse su afilada. La Blanca está entre Lota y Coronel, a un costado de la ruta 160. Si viene desde Santiago debe tomar bus con destino a Concepción y bajarse en las afueras del restorán La Roca, el más conocido del balneario. La playa es un lugar reconocido para ir en pareja. Mirando hacia el frente se observan bosques y moteles, pero la mayoría prefiere la playa. En verano el clima de Concepción es reguleque, a veces hace calor y otros días llueve, pero la afluencia de gente no decae.

Playa Blanca está cerca de otros balnearios. Si va hacia Lota se encontrará con la minera de carbón Chiflón del Diablo, se puede caminar por la orilla del mar y llegar hasta los roqueríos donde se encuentra La Playa de los Enamorados. Muchas parejas van ahí y acampan al costado de la playa. En Playa Blanca la arena no es problema, es fina y no hace daño con el roce. En la noche la playa es iluminada pero hacia los rincones se pone tenue. También hay roqueríos oscuros pero bastante incómodos.

Claudio, estudiante de turismo, se ha pegado polvos en Playa Blanca desde los 15 años, Todo depende, asegura, del nivel de exhibicionismo. “Una vez estaba con mi ex en los roqueríos. Esa noche había mucha gente en la playa y justo cuando terminábamos de concretar el acto escuchamos un grito espantoso. Justo al lado de nosotros había otra pareja en las mismas. Todavía me acuerdo del medio grito que se pegó la mina”, recuerda. Playa Blanca es un lugar ideal para los que buscan adrenalina e inolvidables revolcones. “Siempre he tenido esa sensación extraña de querer que me vean haciéndolo”, cuenta Claudio.

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