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Cultura

25 de Febrero de 2013

La guía para la independencia de tres editores que no se achican

Foto: Editorial Moda y Pueblo Desde inicios de los ’80, con el regreso de la democracia, uno de los primeros proyectos artísticos y culturales que comenzaron a gestarse fueron las editoriales independientes. Entre las primeras en nacer estuvieron Cuarto Propio y Pehuén a principios de los ’80, y LOM y Ril en los ’90. Hoy […]

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Foto: Editorial Moda y Pueblo

Desde inicios de los ’80, con el regreso de la democracia, uno de los primeros proyectos artísticos y culturales que comenzaron a gestarse fueron las editoriales independientes. Entre las primeras en nacer estuvieron Cuarto Propio y Pehuén a principios de los ’80, y LOM y Ril en los ’90. Hoy LOM ha publicado más de 1300 títulos, Cuarto Propio 500.

Así, las más de 40 editoriales apuntan a fomentar la lectura y poder difundir sus propios proyectos, lejos de los best sellers. Sin embargo, en los más de 20 años desde el inicio de las editoriales independientes, muchas no han logrado sobrevivir, entre ellas, editorial Quid, del poeta Leonardo Sanhueza.

Por eso, en The Clinic Online recopilamos consejos de tres expertos en el tema para darte una guía de cómo armar tu propia editorial independiente con éxito.

Las ganas, la motivación, la ideología
Lo primero que tienes que preguntarte antes de iniciar tu proyecto es ¿por qué quieres hacerlo? Ximena Ramos Welttling, editora general de Animita Cartonera se encuentra preparando su propia editorial, llamada Cielo. Ximena destaca que “empiezo con las ganas. Con la energía y la visión de tener muy claro qué es lo que quiero. Al comienzo pagaba yo mi pasaje para ir a conocer las ferias de afuera para saber como es el mercado”.

Animita Cartonera, destaca ella, tiene un fin “social, cultural y artístico. Trabajamos con cartoneros y chicos de poblaciones”. La gracia era fomentar el libro-objeto y la lectura a través de la compra a cartoneros, a quienes se les paga el 300% del valor del cartón. Cielo, en cambio, se tratará de una editorial más tradicional. Sin embargo, Ximena destaca que la principal motivación para hacer una editorial independiente es que es “es la única manera de llegar a un pensamiento que las transnacionales no cubren. Por ejemplo en no ficción es súper importante que existan las editoriales independientes. Sin ellas “La danza de los cuervos”, de la editorial Ceibo, nunca habría existido. Y si hubiese publicado, habría sido con otro fin, de industria”.Por eso destaca que es importante tener una ideología que respalde y guíe el trabajo de la editorial. Con Animita Cartonera, además se realizan talleres “porque no saco nada con vender un libro barato a una persona si no tiene hábito de lector”. Aunque destaca que el libro a bajo precio no siempre es un requisito en las independientes.

Para el poeta Leonardo Sanhueza, quien tuvo una editorial llamada Quid, la idea era sencilla: “hacer libros como a mí me gustaban los libros, a mi pinta. Además que muy pocas editoriales publicaban poesía”. Sin embargo, Quid no sobrevivió y Sanhueza ha seguido publicando sus obra tanto en editoriales transnacionales como en las pequeñas: “con el tiempo uno se da cuenta de que, salvo contadas excepciones, a veces es una desventaja publicar en las editoriales grandes. No depende tanto del tamaño de la editorial, el tamaño de la recepción que un libro tiene, son cosas medio misteriosas”. También recalca que la plata tampoco es una motivación para decidirse por una transnacional: “en las chicas tú tienes más seguridad de que no te van a ocultar información, te van a decir cuánto se vendió y te van a pagar eso. Con las grandes es como hablar contra una muralla. En las chicas es más amable y cercano, hay más cariño. Los grandes sellos perdieron ese contacto con los autores”.

El catálogo

Lo segundo que hay que tener claro es qué, dentro de todo el espectro literario, se quiere publicar. Poesía, narrativa, traducciones, autores europeos, sudafricanos, latinoamericanos. Ximena lo explica de la siguiente forma: “no es como que todo sirve, sino van a decir tu nombre como editorial y no van a saber que publicas, pero cuando uno dice Anagrama, sabe lo que publica Anagrama”.

De esa forma, en general las editoriales independientes eligen a sus autores, a diferencia de lo que sucede en los sellos más grande donde también existe la posibilidad de postular un manuscrito. Rafael López, editor de Hueders y quien además trabajó en varias editoriales en México, señala que “hay libros que llegan por conocidos, hay escritores que nosotros admiramos y nos acercamos a ellos para ver la propuesta, como Roberto Mmerino o Mellado. Y algunos libros en inglés que nos gustan y los traducimos”. Sanhueza trabajaba de la misma forma en Quid: “Yo los elegía a dedo, porque mi objetivo no era ser una empresa, era publicar libros que a mí me gustaran”.

Con esta modalidad el autor no tiene que pagar para que su libro se imprima, como sí sucede en las editoriales más grandes con los autores que no tienen un renombre. Sin embargo, las independientes no tienen la capacidad de ofrecer un adelanto como sí lo hacen las editoriales tradicionales, aunque sólo con los autores probados. Ximena lo resume diciendo que “si nos va bien, nos va bien a todos”.

Además comenta que esta forma de trabajo les permite reconstruir la figura del editor “antiguo”, es decir, ese que es más que un simple corrector. “Construimos el libro con los autores, todos juntos. Ahora estamos en dos libros de no ficción y nos reunimos dos veces a la semana. Estamos realmente involucrados. Lo vemos juntos y vamos a investigar, ellos son los autores pero uno tiene un rol súper activo dentro del libro”, explica.

La administración

La principal causa de que Quid desapareciera, afirma Sanhueza, es que nunca le pegó mucho a la parte empresarial del proyecto: “las dificultades tenían que ver con mi ineptitud para hacer negocios, hay que saber cobrar y yo no sirvo para eso”, cuenta el artista. Él los distribuía en librerías con su mochila para que los libros no se encarecieran. Los dejaba en consignación, como se hace hasta el día de hoy.

Sin embargo, sostiene que lo más difícil era “poner la cara y saber cobrar. Los libreros a veces te pateaban durante seis meses para pagarte 10 lucas, era algo bien molesto. Entonces te quedaba la sensación de que preferían pagarle a las grandes editoriales porque a ti era más fácil patearte. Más que la cuestión de la plata lo que me molestaba es que era deprimente. Era estar haciendo algo por gusto y terminar metido en una telaraña burocrática”. Aunque de todas formas destaca que “los libros se autofinancian. Es un mito que la poesía no vende”. Al final, por temas personales y por el tema administrativo, Sanhueza decidió terminar con Quids, destacando que “perdi plata como chancho”.

Ximena, por su parte, afirma que gracias a la Asociación de Editores de Chile, las editoriales independientes se han ido profesionalizando. “Igual, no nos interesa ganar plata, sino que el proyecto se financie”, asegura. Para Rafael López la apuesta sí debería ser vivir con lo que produce una editorial. Él estima que se debe generar un equilibrio entre las publicaciones independientes y otros negocios como correctores de estilo, libros corporativos para empresas, etcétera.

Rafael relata que las barreras de entrada son bajas y con un capital relativamente bajo se puede empezar, aunque hay que estar preparado para los números rojos en un comienzo. Además, señala que en Chile es particularmente difícil porque el mercado es muy chico y los libros son caros, a diferencia de México. “Un mercado de mayor tamaño te permite profesionalizar e ir funcionando cada vez más como una empresa, menos artesanal”. Además destaca que “en México hay mucho más apoyo cultural del Gobierno. Hay un apoyo institucional. Hay librerías del Gobierno y hay diversas instituciones que te permiten resistir”, algo que echa de menos acá. .

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