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Nacional

11 de Marzo de 2013

ESPECIAL GOLPE: Las otras calles fachas y monumentos que mantienen viva la dictadura

Además de la avenida de Providencia, más de cuarenta otras “11 de septiembre” y decenas de calles, símbolos y monumentos alusivos a la Junta y la dictadura Militar se mantienen en el espacio urbano a lo largo de Chile sin que nadie diga pío. A pocos meses de cumplirse 40 años del golpe, la ex "Nueva Providencia" parece ser la única camino a ser rebautizada antes de esa fecha. Una iniciativa para desmonumentar, al menos, uno de los ejemplos de los símbolos instalados por la dictadura para sustituir la iconografia de la UP por una estética acorde al régimen.

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Con el anuncio formal de la alcaldesa Josefa Errázuriz, y un “Téngase Presente” de la alcaldía en la Corte de Apelaciones, la Avenida 11 de Septiembre de Providencia tiene hace rato los días contados con ese nombre. Una calle rebautizada en homenaje al golpe de Estado de 1973 que la “dueña de casa con carácter” y un grupo de ciudadanos quieren eliminar de la comuna antes que se cumplan 40 años de esa fecha.

Sin embargo, Providencia no es la única comuna que carga con el karma de homenajes a Pinochet, el golpe militar o la dictadura. Por ejemplo: no es una sino 46 las calles, pasajes y avenidas a lo largo de Chile llamadas “11 de Septiembre” que han pasado coladas mientras la restitución de “Nueva Providencia” sigue su camino.

Apenas un ejemplo de la larga lista de homenajes y conmemoraciones urbanas en honor a miembros de la Junta Militar, la dictadura, símbolos patrios que la dictadura ensalsó para restituir el que a su juicio constituía el “ser chileno”. Y esos símbolos de la dictadura instalados en la ciudad son más frecuentes de lo que se cree.

Según los planos de Publiguías aparte de los 9 pasajes, 23 calles y 5 avenidas “11 de Septiembre”, se le suman 28 “General Oscar Bonilla”, una decena de “Almirante José Toribio Merino” y otras cuantas “General César Mendoza”. Todas ellas en honor a los cuatro miembros de la junta militar.

También existe una calle Pinochet en Cauquenes -a secas, la única que podría tener algo que ver con el dictador- y una “joyita” en estas lides: una calle de cinco cuadras llamada “Lucía Hiriart de Pinochet” en Talca, a pasos de un mall de la ciudad.

Al sur de Santiago está la Avenida General Franco. Más allá de la influencia en Pinochet y algunos de sus colaboradores, al lado de la avenida existe una villa donde se encuentra un pasaje llamado Guernica, en honor a la ciudad bombardeada por el Franquismo.

Pero también hay cambios más notorios. Están los casos emblemáticos de la población “Nueva Habana” de La Florida, rebautizada como “Nuevo Amanecer”, y el de la “El despertar de Maipú” que se pasó a llamar “General Baquedano”. También hay otras calles 11 de septiembre, como la ex “Vista Hermosa” de Algarrobo, y la ex “Pedro León Ugalde”, hoy “Almirante Lorenzo Gotuzzo” (donde se encuentran algunos ministerios, al lado de La Moneda), en homenaje al primer ministro de Hacienda de la dictadura.

Eso es, contando sólo las vías de tránsito porque símbolos, artículos o sitios en homenaje a protagonistas del golpe de Estado y la dictadura suma plazas, monumentos y estatuas que a pocos meses de cumplirse 40 años de ese golpe militar, se mantienen en espacios públicos.

Plazas y monumentos

Tanto la Avenida 11 de Septiembre como el Altar de la Patria fueron parte de un plan estratégico de la dictadura que fracturó e intentó eliminar la iconografía de la Unidad Popular. Un plan que comenzó con la “operación limpieza”, que fue desde cortes de pelo para los detenidos por el régimen hasta la eliminación, quemas de libros, la exoneración de artistas y la eliminación de murales de la Brigada Ramona Parra.

La “limpieza” incluyó muros, calles, parques y el entorno urbano en general, incluido el mural El primer gol del pueblo chileno, realizado por Roberto Matta y la BRP en la piscina municipal de La Granja, en 1971.

En la apacible Linares, por ejemplo, existe una plazoleta “Capitán General Augusto Pinochet”. A ella se suma un monumento erigido en la ciudad de La Junta (en Aysén) que recuerda al dictador y lo homenajea por haber construido la Carretera Austral. El mito dice que el pueblo se llama así por esta misma razón, aunque lo cierto es que existía desde mucho antes del golpe.

A ellas se le agregan algunas mucho más evidentes como la estatua a José Toribio Merino en la Avenida de los Marinos Ilustres, en el frontis del Museo Naval y Marítimo de Valparaíso, donde además existe un salón con su nombre donde se exhiben varias pertenencias del almirante, una foto del buque madre de submarinos “Almirante Merino (BMS-42)”, vendido a Chile y rebautizado en 1997 tras ser desechado por la armada sueca, y el mensaje redactado por él a las dotaciones de la Armada de Chile, durante la crisis limítrofe entre Chile y Argentina en 1978.

En Santiago, en plena Alameda se encuentra el monumento a los héroes caídos de Carabineros en honor a César Mendoza, una estatua verde-gris de tres metros, en diagonal al Centro Cultural Gabriela Mistral, un lugar emblemático que fue intervenido y redecorado para ser usado luego como sede de gobierno por la Junta Militar después de bombardear La Moneda.

El libro “El Golpe Estético” (Ocho Libros) recoge esta transformación, la que buscaba devolverle el “ser nacional” a los chilenos, con símbolos y héroes patrios a resaltar sobre la iconografía instalada anteriormente por la Unidad Popular.

Según Gonzalo Leiva, uno de sus autores, la carga de representación simbólica asumida por la dictadura tuvo como fin expreso en un principio el de “limpiar los restos del cáncer marxista” y hacer desaparecer todos los símbolos que pudieran recordarla. Y eso incluía no sólo calles y murales, sino que llegó a billetes, monedas, estampillas y otros artículos.

Recordada es la ya famosa moneda con “la dama de la libertad”, que simbólicamente rompía “las cadenas del marxismo” y que cuenta con el 11 de septiembre de 1973 grabado en ella.

“La idea del régimen fue el de extirpar los elementos culturales de la Unidad Popular y restituirlos por otros que representaran orden y una noción más militarizada. Los símbolos patrios y toda su maquinaria detrás reimpusieron un nivel de admiración de los símbolos patrios, muchos de ellos todavía presentes en lo cotidiano”, cuenta Leiva.

Desmonumentar

La mañana del 20 de agosto de 2003, minutos antes del mediodía, Francisco Estévez saltó las vallas papales del perímetro del monumento a Bernardo O’Higgins frente a La Moneda con un extintor en la mano. Faltaban tres semanas para que se cumplieran 30 años desde el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 y él, junto a dos amigos, querían apagar a como diera lugar la “Llama Eterna de la Libertad”, uno de los monumentos públicos más significativos instalado por la dictadura.

“Bien poco podíamos hacer con los extintores porque había un despliegue masivo de carabineros. Pero lo que hicimos fue una acción política comunicacional”, cuenta Estévez.

“Lo primero fue el quién pagaba la cuenta. En ese momento, el ex alcalde Labbé dijo que él iba a pagar la cuenta del gas, porque la pagaba el ministerio secretaría general de gobierno. El tema es que la solución vino por una remodelación. Pero debiese ocurrir que frente a un símbolo de esa naturaleza se restituya por un memorial; es decir, contar que no queremos esa llama, mal llamada de la libertad, porque no nos representa como país”, cuenta Estévez.

Estévez es el mismo que representa la querella para cambiar el nombre de la Avenida 11 de Septiembre de Providencia y el que junto a un grupo de amigos lidera la iniciativa de “Desmonumentar los íconos de la dictadura”.

En Argentina existe hace algunos años una iniciativa llamada “Desmonumentar a Roca”, en alusión al general Julio Argentino Roca, un militar trasandino que restableció la esclavitud en Argentina en 1879 y que llevó adelante la operación “La conquista del Desierto”, un equivalente a la “Pacificación de la Araucanía” chilena.

Roca es una figura similar a la de Cornelio Saavedra en Chile y hasta hoy mantiene varios monumentos en su honor repartidos por ciudades argentinas, todos en homenaje a la incorporación de tierras hacia la Patagonia para sumar al territorio argentino.

Pero también han existido gestiones desde el Estado por quitar las imágenes de las dictadura. La más emblemática ocurrió el 24 de marzo de 2003 cuando el entonces presidente Nestor Kirschner, en un acto oficial ordenó retirar los cuadros de los dictadores Jorge Rafael Videla y Reynaldo Bignone del Colegio Militar de la Nación. El cuadro fue bajado por el jefe del Ejército, el Teniente General Roberto Bendini, por orden de Kirschner ante la mirada de otros 27 generales y 5 coroneles.

Éste último es el ejemplo que cita Estévez para replicar en Chile. Un modelo que espera, a pocos meses de cumplirse 40 años del golpe de estado de 1973, se lleve a cabo en el país para sacar de la memoria visual los elementos de la dictadura militar de Pinochet.

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