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Cultura

13 de Marzo de 2013

Los 50 de Fito Páez: su rueda mágica

Por TN.com.ar Fito Páez es una de esas personas que pudo conectar los sentimientos personales con los ideales de una época y varias generaciones. Su big bang fue Del 63, diagramado en su cabeza durante su gira con Charly García, en 1983. Hoy, a sus 50 años su producción artística sigue intacta: prepara un show en el Luna […]

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Por TN.com.ar

Fito Páez es una de esas personas que pudo conectar los sentimientos personales con los ideales de una época y varias generaciones. Su big bang fue Del 63, diagramado en su cabeza durante su gira con Charly García, en 1983. Hoy, a sus 50 años su producción artística sigue intacta: prepara un show en el Luna Park, tres discos y una novela.

La noche anterior a la mezcla del álbum recibió un llamado de la compañía discográfica en el que le decían que no podía presenciarla porque era menor de edad. El músico entró en crisis y pasó toda la noche escribiendo en un cuaderno la compleja configuración sonora del disco. Canción por canción. “Parecía la Constitución Nacional”, bromeó el músico en una entrevista con Jorge Guinzburg. “Fui con el paquete a la mezcla y me quedé esperando afuera. 45 minutos después les dí pena yme dijeron que era una broma“, recordó el músico.

Infancia

Páez tuvo que lidiar desde muy chico con las ausencias. Cuando tenía 8 meses de vida, su mamá, Magarita Zulema Ávalos, una concertista de piano y profesora de aritmética y álgebra, falleció por un cáncer de hígado. Criado por la calidez de su padre Rodolfo Páez, un melómano casero y empleado municipal, y su abuela.

Una de las primeras aproximaciones con la música fue a través de la ejecución de un bombo leguero que le regaló su padre. Atraído por el golpeteo rítmico, tal vez la base de su ejecución al piano, el pequeño Rodolfo se encaminó hacia el aprendizaje musical.

En varias oportunidades declaró que nunca fue bueno con los métodos, pero que su habilidad estuvo relacionada a un oído prodigioso. Es por eso que cuando fue a estudiar con quién había sido profesor de su madre, frente a su casa, fueron su astucia y picardía las que lo ayudaron con las primeras lecciones del piano.

Rodolfito pedía a su profesor que ejecute una pieza, observaba, miraba los movimientos y cruzaba la calle de vuelta para ejecutarla rápidamente y, así, no olvidarse. De esta forma pudo zafar meses del estudio de los métodos clásicos hasta que una nota mal puesta en la introducción de Rhapsody in Blue, de Alexander Herzog, lo deschavó ante el riguroso profesor.

El estudio clásico quedó por un tiempo de lado. Y llegó el rock y la libertad del jazz. La siguiente aproximación musical fue filosófica: entendió que la música era en lenguaje que puede llegar a despertar a cualquier persona, y al mismo tiempo le permitía vivir sin que su dolor le pese tanto, o al menos canalizarlo en un pulso violento de canción.

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Hacia la ciudad

Los Beatles era una banda adolescente, manejada por grandes, que un día despertó a un muchacho llamado Charly García. Que a su vez despabiló a un rosarino llamado Rodolfo Páez. “Fito” llegó a los 18 años a Buenos Aires bajo las huestes de Juan Carlos Baglietto, para un concierto organizado por la revista Humor, en 1981. El show, organizado en Obras Sanitaras, fue en contra de la presentación del cantante Frank Sinatra, que había sido traído por Palito Ortega, supuestamente patrocinado por los militares.

Después de su participación compositiva en los dos discos de Baglietto, Actuar para vivir Tiempos Difíciles, fue convocado por Charly García para formar parte de su banda como tecladista para la gira de Clics Modernos, en remplazo de Andrés Calamaro. Con tan buenos resultados que quedó incorporado en el equipo para formar parte de la grabación de Piano bar.

En 1984 sacó Del 63 y un año después, Giros, ​disco que lo colocó por su fusión entre rock, folcklore y tango, en la escena musical argentina. Ocupaba un lugar más serio y profesional. Los dos primeros trabajos lo llevaron a girar por primera vez como solista.

Sus sentimientos plasmados en canciones parecían estar desfasados con la edad del compositor, pero a la vez, muy conectados con los sentimientos del momento. Así es que con 22 años fue reconocido internacionalmente por canciones como “Yo vengo a ofrecer mi corazón”, “11 y 6” y “Cable a tierra”. En 1986 grabó La la lá con Luis Alberto Spinetta y ahí sí, después de grabar con Baglietto, Charly y El Flaco, Páez había llegado a las nubes.

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