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Nacional

14 de Junio de 2013

Premio Nacional de Humanidades, Juan de Dios Vial Larraín, pide a gays que no pretendan “diseñar el matrimonio a su antojo”

El premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 1997, Juan de Dios Vial Larraín, escribió una columna en el diario El Mercurio llamando a los homosexuales a que no se suban por el chorro pidiendo matrimonio igualitario. “A propósito de unas discrepancias valóricas acerca del matrimonio y la homosexualidad que se escucharon en el reciente […]

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El premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 1997, Juan de Dios Vial Larraín, escribió una columna en el diario El Mercurio llamando a los homosexuales a que no se suban por el chorro pidiendo matrimonio igualitario.

“A propósito de unas discrepancias valóricas acerca del matrimonio y la homosexualidad que se escucharon en el reciente debate de la llamada Nueva Mayoría, recuerdo una antigua conversación con un amigo”, partió diciendo el ex rector de la Universidad de Chile, nominado por Pinochet a fines de los años ochenta.

“No entiendo bien -le dije- por qué una persona como tú, tan educada y culta, tan respetuosa de normas diversas como las de la cortesía y las buenas costumbres, sienta la necesidad de que algo que ha sido mirado tantas veces como indebido y pecaminoso, repentinamente, merezca la consideración que la institución civil del matrimonio ha merecido en las más diversas civilizaciones y en las religiones superiores que la humanidad ha profesado”, continuó.

“Universalmente ha sido entendida esta realidad biológica y social como el encuentro entre un hombre y una mujer movido por el amor, cuyo fruto natural es un hijo. Ha sido así por nada que resulte meramente convencional o circunstancial, sino por un hecho bien visible y patente: esta ahí -en ese encuentro personal y en esa institución- la fuente de la vida humana. Pero tan pronto entra en una relación de ese tipo un ingrediente sexual dominante, el asunto se enturbia. Se convierte en inquietante motivo de angustia y desconcierto al interior de la conciencia individual y se ve cruelmente descalificado a título de desorden contra la naturaleza de las cosas, de anomalía, de pecado”, reflexionó el académico.

“¿Qué razones hay para reclamar la figura del matrimonio -institución común de la sociedad civil en diversas civilizaciones y sacramento de diversas religiones superiores- para un tipo de relación sexual entre seres del mismo sexo? ¿Por qué quitarle al matrimonio el rasgo que por esencia se le reconoce en sociedades, culturas y religiones diversas, para entrometer en su concepto una práctica que lo contradice?”, preguntó.

“Por supuesto, es posible y conveniente lograr una mejor comprensión del antiguo y constante fenómeno de la homosexualidad. Puede ganarse una consideración ética y cultural más justa, más delicada, más comprensiva. No precisamente por la vía de grupos de presión que enarbolan recursos del lobby y la publicidad comercial machacando slogans sentimentales, manipulando opiniones y mayorías de circunstancia. Argumentos, por otra parte, que pueden resultar tanto o más ofensivos que aquellos que los homosexuales padecen”, sostuvo.

“Si se tiene una idea clara de lo que es el matrimonio, de su significado real y de su valor, y por esto se aspira a contraerlo, no pretenda usted diseñarlo a su antojo…”, cerró.

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