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Opinión

26 de Junio de 2013

Saludos a The Clinic por sus 500

Divino Anticristo “Nosotros creemos que el Clinic no tiene nada que ver con monos dice y quieren romperle el poto a todas las tipiquísimas de la farándula para que cumplan condena. El mensaje sería que se retiren las tipiquisímas a Beirut a casarse con caballísimos y traidorcitos. Nosotros creemos que los infantes de plata que […]

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Divino Anticristo

“Nosotros creemos que el Clinic no tiene nada que ver con monos dice y quieren romperle el poto a todas las tipiquísimas de la farándula para que cumplan condena. El mensaje sería que se retiren las tipiquisímas a Beirut a casarse con caballísimos y traidorcitos. Nosotros creemos que los infantes de plata que son los ministros del Estado de Chile tienen que ver con el temor del Clinic a publicar mis inventos por ejemplo o mi entrevista a la Sofía Loren por ejemplo etc, etc, etc”.

Gabriel Pasquini y Graciela Mochkofsky de El Puercoespin

Por qué todos querríamos haber inventado The Clinic:
The Clinic no sigue una fórmula, sino que inventó una propia.
The Clinic no tiene una audiencia, sino una comunidad.
The Clinic no es sólo una revista o una marca, sino un estado de ánimo.
The Clinic no es un mecanismo para hacer dinero, sino para hacer oír una voz única y distinta de todas las otras.
The Clinic no es la revista de un amigo, sino que es una amiga que, a veces, también es una revista.
The Clinic no es la revista de los 500 números de su pasado, sino que sigue siendo la revista del futuro.

Julio Villanueva Chang, periodista peruano, editor Etiqueta Negra.

A The Clinic le encanta mostrarles los dientes a los de arriba y a los de abajo. Es una sonrisa que amenaza con dejarnos en pelotas. La noticia de un país reconciliado con el humor contra sí mismo. Que vengan los 1000.

Nibaldo Mosciatti, periodista

500 números de The Clinic en medio, para variar, de una campaña electoral.

Simbólico, porque no debe olvidarse que este periódico nació en los fragores de una campaña. Fue la que terminó con Ricardo Lagos en la presidencia, cuando los llamados poderes fácticos (concepto de Allamand) estaban tan presentes como hoy, pero eran más brutales en su expresión y sus presiones. Por de pronto, El Bestia vivía. Pinochet, se entiende. Así es que el clima de elecciones es, sin duda, el que más acomoda a The Clinic. Porque es época de debate y conversa. Porque la vocación republicana supone gusto por los procesos electorales y, también, la sana capacidad de aguijonear a los candidatos, para recordarles que ellos no son más que cualquier vecino. Al contrario.

Y está lo divertido, porque no faltan los que hacen el ridículo. Se habrán fijado: en las campañas, afloran algunos están convencidos de estar destinados para algo importante. Ese algo es subirse a un pedestal, porque alguien les dijo (normalmente es su mamá) que ese es su destino, porque él sí es el mejor. Se miran al espejo y se lo creen. No hay mejor blanco que ese. Bajarlos de ahí está en la esencia del ejercicio democrático y del buen periodismo. Por ejemplo, los que están contra los abusos después de haber sido voceros de los abusadores, los que están por quebrar la institucionalidad que los tuvo ganando 15 millones de pesos mensuales en el Senado, los que ya se subieron al pedestal clamando que nadie se repetiría el plato y ahora buscan las sobras frías de ese plato, los severos custodios de la racionalidad económica en un país donde la economía es racional sólo para el 5% más rico.

Son buenos estos tiempos, porque con tanto candidato dando vueltas, sobran las preguntas y las risas. Los delirios se multiplican. El Profesor Corales tendría dificultades para presentar tantos tonys, contorsionistas, hombres-goma, mujeres barbudas y tragasables.

Desde la penumbra de la galería, los ciudadanos miran la pista central de este colorido circo donde abundan los golpes falsos (la famosa cachetada de payaso), los chistes repetidos, las frases altisonantes y las lágrimas de cocodrilo. Léanlo en The Clinic.

Christoph Dorschfeldt, Consejero de Asuntos Culturales y de Prensa Embajada de le República Federal de Alemania

Estimados,

Desde la Embajada de Alemania les enviamos un cordial saludo con
motivo de la publicación de su 500° edición. Cada jueves – menos en
sus vacaciones de febrero – nos consta que The Clinic
es un gran aporte a la diversidad periodística y de opinión, al humor
y sobre todo una excelente ventana hacia la cultura chilena. Les deseamos
mucho éxito para el futuro y esperamos seguir viéndonos muchos
jueves más.

En vista del presupuesto de nuestra Embajada esperamos que el primer
títular de la segunda página en su edición de hoy (“queremos llegar a $1000”)
no signifique que tengamos que pagar 100 pesos más a partir del 4 de julio – ?

José Balmes, Premio Nacional de Artes

“Me pillaron viejo, pero junto a Gracia Barrios, junto a The Clinic, junto al Siglo, junto al martillo, junto a Pablo Neruda, junto al Winnipeg, junto a Salvador Allende. Como ven muy bien acompañado estoy. Así que muchas gracias y felicidades para ustedes”.

Nelly Richard, crítica y ensayista

“Para los 500 números de The Clinic que se celebran este 2013, a cuarenta años del golpe militar, me gustaría recordar como uno de sus más brillantes ejercicios gráfico-editoriales el haber sacado la edición especial “Compañero Superstar” en una edición de septiembre 2003 sobre la Unidad Popular. Por un lado, la desmistificación de Augusto Pinochet mediante una sátira que, desde el título del pasquín, reivindica su arresto internacional (“The Clinic”) como ruptura salvadora. Por otro, la remitificación de Salvador Allende en el lenguaje pop del comic que retrata la odisea de Superman, salvando la palabra “compañero” de la fosa de odio a la que la dictadura militar condenó toda estructura de sentimiento colectivo, todo afecto comunitario”.

Yanko González, poeta y antropólogo

“Mis parabienes. Son 500. Y aunque en los últimos 467 han atacado castillos con merengues, se comparte y agradece aquello de ver siempre el vaso medio sucio. Con más jactancia que constancia, más automatismo que cinismo y más negocio que ocio, aún cabe lisonjearlos parafraseando al finado Umbral: The Clinic mantiene a los ciudadanos avisados, a las putas advertidas y al gobierno inquieto. Ahora bien, a cuidarse: que al final de la luz de los 500, no haya un túnel de los 1000”.

Junior Playboy

“Soy un fiel seguidor de ustedes. Siempre los leí. Antes me reía bastante cuando lo leía en el colegio. Ahora lo dejé un poco de lado, porque no tengo tiempo para comprarlo. Pero es uno de los pocos diarios que me gustan mucho, porque son un poco incoherentes y van al hueso hasta que duela. Chocan hasta que duela. Tiran la que es, nomás. Me río mucho con sus chistes y portadas. Salen hueás raras. Por ejemplo, salía Piñera y lo agarraban pal hueveo. Pero no me gusta que se rían de Bachelet, no: ella es mi segunda madre, entonces, a ella no me la deberían tocar”.

Jon Benjamin, embajador de Inglaterra en Chile

Quiero desearle muchas felicidades a todos los trabajadores de The Clinic por cumplir 500 ediciones. Debo reconocer que es una de mis publicaciones favoritas y me ha ayudado tanto a entender mejor la sociedad y política chilena, como agregar unas frases y chilenismos bien útiles a mi vocabulario! Disfruto mucho con sus entrevistas, reportajes y también me río mucho con sus portadas (aunque jamás revelaré cuál es mi favorita). Espero que sean muchas ediciones más las que pueda seguir disfrutando cuando ya esté fuera de Chile.

Alberto Salcedo Ramos, cronista colombiano

Un brindis por mis amigos de The Clinic. Ellos se inventaron una revista cuando tantos editores ya estaban pensando en cerrar las suyas, y la dotaron de una voz inquietante que le habla a la gente de las esquinas con su mismo lenguaje. Cuando a mí me nombran The Clinic pienso en un ojo agudo, incómodo, que ve lo que nadie más se atreve a ver. Al leerla siempre me divierto y me asombro: ellos -para decirlo en su mismo idioma- no se andan con “webeos”. ¡Salud!.

Víctor Hugo Robles, el Che de los Gays

“Un saludo libertario al semanario The Clinic que celebra su número 500. Es de esperar que el refrescante e irreverente humor político que caracteriza su aplaudido y loco mirar sea cómplice de las críticas luchas de género e identidades sexuales que batallan en el Chile de hoy”.

Leila Guerriero, cronista argentina

En un universo periodístico que de a ratos muerde la cola de su propia pacatería y juega a ver quién inventa el mejor eufemismo para no embarrarse las patas en la indecentísima vida real, la existencia de The Clinic me ha parecido, siempre, una saludable, bienvenida, admirable celebración de la indecencia, de la incorrección y de la mirada al sesgo.

Gumersindo Lafuente, periodista y admirador en la distancia

Aunque algo había oído de vosotros, os descubrí tarde, pero debéis disculparme por los miles de kilómetros de distancia que nos separan. Aún conservo el primer The Clinic que tuve en mis manos, un especial de verano fechado el jueves 27 de enero de 2005. Un número monográfico dedicado a las cosas raras de la vida. Un ejemplar sorprendente sin duda, que Pato Fernández intentaba justificar en su artículo editorial de la página 5. Aún lo miro y de tan extraño apenas lo entiendo. Pero algo tendría cuando me enganchó y en el siguiente viaje a Chile me acerqué a la tienda de la revista y salí cargado de camisetas, tazas, revistas y libros de vuestro universo irónico-erótico-crítico-festivo. Y aquí estáis, en el número 500, gracias a vuestro talento y a la indudable paciencia de los lectores. Desde una España indignada pero a pesar de todo contenta, muchas felicidades y un favor: ¿Me podrías pasar el teléfono de la chica que aparece en la página 74 ilustrando el artículo de Carolina Errázuriz Mackenna?

Martín Caparrós,periodista y escritor argentino

Dicen que ya llevan 500: el famoso quinto centenario, con que los españoles se creyeron algo que terminó en burbuja. The Clinic no. Yo lo sé; yo estaba ahí desde el principio. La guerra moderna -un libro que extrañamente firmo- lo demuestra:
“–¿Te lo imaginas llorando, huevón? El Pinocho llorando en esa clínica para drogones y borrachos y chiflados… Qué placer, huevón, qué gusto” Decía, en mi relato, un personaje de aquel Chile de 1998, cuando todavía les faltaban quinientas. Ahora solo les faltan quinientas una, y serán noches. En el medio del camino de la vida, entonces:

¡Felicidad, maestros!

Daniel Samper Ospina, escritor y periodista colombiano

No creo que haya nada mejor, ni nada más irreverente, ni nada que se haya construido sobre esa independencia casi rabiosa, sobre esa irreverencia deliciosa, casi temeraria, como The Clinic, sin lugar a dudas una de mis revistas de cabecera, y norte general para los editores que nos volvimos adictos a ella. Los autores intelectuales y materiales de esta travesura que se volvió empresa, con el gran Pato Fernández a la cabeza, han hecho de The Clinic una referencia continental, no cabe duda. Son un ejemplo. Y un ejemplo que va más allá, porque, dueños de su estilo, no sólo convirtieron su sentido del humor en un refugio, un encuentro generacional y un código para decir la verdad, sino algo mucho más importante: The Clinic y el Pato Fernández hicieron del humor una forma de no ser cobardes. Que no se mueran nunca.

Jon Lee Anderson, periodista norteamericano

A mí me encanta The Clinic por su irreverencia, su mordacidad, su independencia, y su buen sentido del periodismo. Quizás esa exquisita combinación de seriedad y humor sea singularmente chilena, no lo sé, pero ojalá otros pueblos y naciones tuvieran mucho más de lo mismo. De ser así, creo que estaríamos todos no solamente mejor informados, sino también más contentos.

Pablo Simonetti, escritor

La primera vez que llegó The Clinic a mis manos sentí que estaba leyendo una prensa nueva, tanto en forma como en contenido. Al humor irreverente, se sumaba la lucidez para mirar a Chile libres del encierro al que nos tenían sometidos los viejos poderes. Esa sensación de novedad y hasta de asombro que provoca en sus lectores ha perdurado hasta hoy, llegando a ser la mayor virtud de este medio de comunicación que inventó su propio formato. Ni diario ni revista, con algo de pasquín y a veces de panfleto, mezcla de política y de arte, de tira cómica y de ensayo, The Clinic sigue espantando los falsos miedos que se cruzan en el camino hacia un país igualitario.

Patricio Pron, escritor argentino

Leo The Clinic desde hace algunos años (más precisamente, desde mi primera visita a Chile) y, a falta de una definición mejor, la considero una publicación sumamente educativa: en sus páginas supe por primera vez quién era Fernando Karadima, conocí el extraordinario talento de Sebastián Piñera para la invención verbal y el ridículo, vi a Camila Vallejo, leí a Rafael Gumucio y a Marcelo Mellado, me enteré de lo que te puede pasar si te portas mal con los mapuches, aprendí qué significan palabras como “weón”, “culiao”, “conchesumadre” y “chuchá” (entre muchas otras) y descubrí a Javiera Mena y a Ana Tijoux (y creo que también a Chinoy). Claro que esto no es todo lo que uno necesita saber sobre Chile, y mis conocimientos sobre ese país aún están llenos de puntos suspensivos: todavía me pregunto por qué razón algo más del 43 por ciento de los chilenos votó “sí” en 1988, cómo es posible que haya tan buenos escritores en Chile si apenas hay librerías y nadie parece tener mucho interés en la lectura, por qué razón un país de su riqueza no quiere financiar la educación de sus ciudadanos, cómo es posible que a la gente le guste el mote con huesillo, si el “café con piernas” no es una institución anticuada y denigrante para la mujer (y si su popularidad no dice algo sobre la sociedad chilena); me pregunto si es una ironía o una maldad involuntaria el llamar a un trago chileno “terremoto”, si La Ley es lo que yo creo que es o es una buena banda, cómo puede evaluarse la gestión de dos presidentes que sólo son recordados por sus ciudadanos porque le dieron nombre a unos sándwiches, si Chile tendrá el futuro que sus ciudadanos se merecen o el que quieren sus políticos profesionales. No sé si son preguntas relevantes para alguien (excepto para mí), pero estoy seguro que, tarde o temprano, encontraré sus respuestas en la revista. Mientras tanto, buena suerte a quienes la hacen y felicitaciones a sus afortunados lectores: gracias a todos por los servicios prestados a este enfermo que no piensa (ni por un instante) en abandonar la clínica.

Hermógenes Pérez de Arce Ibieta. Abogado, economista y periodista

Amigos del Clinic: al llegar a este hito les deseo un examen de conciencia, incluyendo el sincero propósito de suprimir en lo sucesivo toda coprolalia y un cambio de orientación hacia la derecha que los convierta en soportes de una política nacional de libertad y prosperidad. Son los deseos para ustedes de Hermógenes Pérez de Arce Ibieta. Abogado, economista, periodista.

Alejandro Zambra, escritor

Todos sabemos que faltan espacios y que la prensa está al debe en casi todos los sentidos, pero no quiero imaginar lo que sería Chile si no existiera el Clinic, por las posibilidades que abrió y que sigue abriendo para escrituras diversas, para puntos de vista antes silenciados, y para el humor verdadero, ese que provoca risas pero también incomoda y a veces duele. Es cierto que pagan mal, pero nada es perfecto. Estoy feliz de haber escrito alguna vez ahí, y celebro con ustedes estos 500 números. Muchos saludos,

Yuri Herrera, escritor mexicano

Ésta es la clase de centenario que uno celebra con gusto y, casi diría, con saña. The Clinic se encarga de quitarle el sueño a trapaceros y malacopas de altos vuelos. Queremos por lo menos 500 números más, por favor, que The Clinic es la piedra con la que afilamos el colmillo mordaz.

Gonzalo Rojas, historiador y columnista de El Mercurio

“Gracias estimado, pero no estoy disponible”.

Evelyn Matthei, Ministra del Trabajo y Previsión Social

Reciban un cariñoso saludo en esta fecha tan especial para todos los trabajadores del The Clinic.
Ustedes han sabido ponerle humor a la política chilena, riéndose, y haciendo reír a muchos chilenos. Pero al mismo tiempo con buenos artículos y entrevistas.
Confieso que todos los días jueves espero el ingenio y la sorpresa de la portada, que infaliblemente me saca desde una sonrisa a una carcajada.
Saludos.

Faride Zerán, Premio Nacional de Periodismo 2007

The Clinic irrumpe en la escena mediática nacional a fines de los noventa con el desparpajo de una nueva generación que mira con sospecha la modorra de la eterna transición y que, con la excusa del dictador atrapado en Londres y la histeria chovinista del gobierno que lo quiere traer de vuelta, asume que, en definitiva, este es un país para la chacota. ¡Cierto! Y temas les sobra para reírse número tras número de los tartufos de turno, haciendo gala de un humor a veces dudoso, otras hilarante; al principio homofóbico e irritantemente machista, luego más políticamente correcto pero siempre sensible a las pulsiones de una sociedad que de silenciosa y pacata devino en activa y libertaria. The Clinic es parte nuestra; comenzó a correr con las Revistas Rocinante, Siete más Siete, Crítica Cultural, La Nación Domingo, Plan B y otros medios que quedamos en el camino. Pero hoy The Clinic no corre solo. Lo acompaña una ciudadanía que agradece estos espacios de periodismo independiente que en 500 números nos sigue diciendo que el rey está en pelotas y la corte más ciega que nunca. ¡Larga vida para The Clinic ¡Para sus buenos periodistas, sus lúcidas columnas y sus portadas frescas y delirantes!

María Teresa Ruiz, Premio Nacional de Ciencias Exactas 1997

Felicitaciones a The Clinic por sus 500 números publicados en los cuales, con humor, logra mostrar lo absurdo o inaceptable de una situación, de forma particularmente convincente. Vaya mi reconocimiento personal por darme en diversas ocasiones la oportunidad de escribir columnas de opinión para describir los avances en Astronomía y la condición de Chile como una ventana al Universo. En particular quiero destacar el interés que mostró este diario por publicar mis artículos que refutaban las majaderas amenazas de fin de mundo, anunciadas por brujos y pseudo-científicos para el año 2012, contribuyendo así a la primacía de la razón y el conocimiento por sobre la tontera y la ignorancia.

Avatte, el Rey de las pelucas

Los felicito por el éxito que han tenido y muy agradecido por las veces que me han entrevistado. Por ahí mi familia me criticó, otros me felicitaron, algunos dijeron que era un viejo tal por cual por todas las mujeres que tenía. Ustedes hablan con la verdad y pegan palos fuertes. Las verdades hay que decirlas, le duela a quien le duela. Me acuerdo de las fotos que salí en contraportada con una morena. Muchas gracias por acordarse de mí. Los espero por acá. Juan Carlos

Lina Meruane, escritora

Soplo velas con ustedes por los quinientos. Celebro que pusieran la inteligencia sobre el infame dictador escondido en la clínica inglesa y que luego continuaran forzando nuestro ojo sobre todos los grandes temas políticos silenciados por la prensa: las reivindicaciones mapuches y estudiantiles y sobre nuestra enferma clase política siempre necesitada de tratamientos intensivos.

Gabriel Salazar, Premio Nacional de Historia 2006

The Clinic, con sus 500 números, ha jugado un rol significativo en la opinión pública chilena, ya que asumió la posición crítica frente al régimen que heredó la Constitución de 1980 – dictatorial y terrorista- , usando la crítica con el humor. Yo creo que en la primera fase The Clinic se basó mucho en esta fórmula, logrando ser muy exitoso y tener un gran tiraje. Yo mismo me convertí en su fanático lector y colaboré cada vez que me lo pidieron, tanto el Director como el Presidente de la Corporación. Pero de esa época a esta época ha pasado mucha agua. Ya Pinochet quedó atrás, el juicio mundial fue muy claro al respecto. La Concertación quedó atras, el juicio de la ciudadanía respecto a ese pacto también está muy claro. Y el tiempo que estamos viviendo es del Movimiento Ciudadano que apunta a construir un nuevo régimen, un nuevo orden social para nuestro país, una nueva Constitución. Un semanario como este debería orientarse en esta dirección. Creo que es tiempo de potenciar el movimiento social más que seguir disparando con artillería gruesa a lo que fue la dictadura y la Concertación. Y yo desearía que The Clinic tome más en serio su papel de un semanario importante que puede competir con la prensa de la derecha en términos de tiraje, es su deber tomar más seriamente ese rol. El reflejo de una opinión pública que está avanzando en una dirección muy específica, que tiene que ver con reflexionar sobre temas muy profundos y sería una pena que siguiera por mucho tiempo el Clinic marcando el paso en el humor que ya a estas altura no es del mismo interés pública que en otra época.
Mis saludos en estos 500 números.

Felipe Berríos, S.J., desde Masisi, Congo

Cuando estaba en Burundi, trabajando en la Granja Escuela de Kibimba, noté que la gente taponeaba los baños -que no conocían su uso-, pues se limpiaban con pasto. Como yo tenía muchos The Clinic acumulados que me mandaban de Chile, los corté en cuadraditos y los puse con un clavo para reemplazar el pasto. Pero como allá no hay diarios ni revistas, me di cuenta que la gente después de usarlo se lo llevaba como algo novedoso. Así descubrí, plásticamente, las muchas facetas que cumple The Clinic. Felicitaciones por las 500 ediciones y sigan por muchos años “limpiando”, con un periodismo libre, lo que aún “huele mal” en Chile. Un abrazo a todos los trabajadores de The Clinic.

Juan Ignacio González, obispo

“Con toda sinceridad y respeto prefiero no dar mi opinión. Saludos atentos”.

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