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Opinión

27 de Junio de 2013

Columna: Profesionales de la política

* Con preocupación estamos viendo este último tiempo como el ambiente electoral y de campañas políticas está afectando gravemente la convivencia nacional, la relación entre los partidos políticos, sus dirigentes, los parlamentarios y la relación de estos con el gobierno es lamentable, ver cómo sin ningún tipo de reparo y más allá de cualquier principio […]

Alfredo Ugarte S.
Alfredo Ugarte S.
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Con preocupación estamos viendo este último tiempo como el ambiente electoral y de campañas políticas está afectando gravemente la convivencia nacional, la relación entre los partidos políticos, sus dirigentes, los parlamentarios y la relación de estos con el gobierno es lamentable, ver cómo sin ningún tipo de reparo y más allá de cualquier principio ético eligen como vicepresidente en la Cámara a una persona condenada por fraude al Fisco y luego la destituyen, nos hace pensar y tratar de encontrar donde estaría la causa del deterioro de la imagen y prestigio de nuestra clase política.

Da la impresión que los políticos más que cumplir su función de mirar el bien común general de la sociedad, gobernar y legislar a través de leyes justas convenientes para toda la ciudadanía, parece que lo único que les interesaría es el poder por el poder y el ser electos y reelectos eternamente, viven para las elecciones y en función de ello están dispuestos a pagar cualquier precio con tal de lograr dicho fin. A este respecto me viene a la memoria un texto escrito en julio del año 1914 por don Miguel de Unamuno en que sobre la base de un diálogo con un amigo diputado le señalaba, según su criterio, que entendía por político profesional, visión que lamentablemente pese al paso del tiempo, no ha cambiado mucho.

En efecto, Unamuno expresaba “¿pero qué es un profesional de la política? Sepa que un político profesional –le dije entonces- es uno que estima que la suprema función política son las elecciones; es un electorero; es uno que lo supedita todo a ganar y acrecentar votos, es uno para quien las ideas que tenía a préstamo gratuito son un medio de alcanzar el poder, y el poder, un medio para retenerlo y recobrarlo mañana y para hacerse, con mercedes, amigos: eso que se llaman amigos en la política profesional. Un político de oficio es uno que cuando obtiene un cargo representativo no está pensando sino en la reelección, y a ella supedita todo lo demás. Caciquillo conozco que en las diferencias y conflictos entre los intereses de los electores de su distrito se pone siempre de parte de aquel que cree le ha de dar más votos. ¡Votos son triunfos!, he aquí la divisa de esos desgraciados.” (Nuevo Mundo, Madrid, 9 de julio de 1914) (O. C., IX, 797.)

Teniendo presente lo señalado podríamos decir que varias son las causas que están provocando esta visión que la ciudadanía tiene de nuestra clase política, pero si tuviéramos que explicar o señalar cuáles serían las más importantes o evidentes podríamos decir que son fundamentalmente cuatro: primero una carencia absoluta de proyecto político, segundo, una falta de competencia y preparación intelectual e ignorancia del político profesional que realmente es inaceptable, tercero, una disociación absoluta entre la realidad de lo que ocurre en la sociedad y lo que viven y sufren sus integrantes con las preocupaciones e intereses de los políticos, y en último término, un deterioro tremendo causado por los actos o casos de corrupción en la que se han visto involucrados dirigentes, parlamentarios y operadores políticos de todo el espectro de izquierda a derecha sin excepción.

Estamos claros entonces que debemos cambiar y rectificar el sentido y alcance de la política y los políticos, lo que necesariamente pasa en primer término por cambiar la forma y concepto de hacer política, pues esta ya no es como antiguamente se solazaban algunos que decían que la política era el tacto y astucia para conseguir de otros lo que deseamos, pues hoy, los medios de difusión, la tecnología, internet, y las redes sociales nos dan tal nivel de información que tarde o temprano todo tipo de actuaciones o hechos se sabe y llega a conocimiento de la ciudadanía no siendo posible su omisión u ocultamiento lo que ya no permite esas formas de abuso, sino que ahora se debe estar verdaderamente al bien común general y a la solución de los problemas reales de población, y en segundo término, un cambio o mejor dicho un recambio de las personas que ejercen la política, pues no es posible que los principales actores de ella sigan siendo aquellos que ya llevan 30 o 40 años de vida partidaria en el país, que son los mismos responsables del desprestigio de la política y no obstante ello, no quieren ceder espacios o lugares de acción a las nuevas generaciones, pues sabido es que ninguna persona hará algo nuevo y en beneficio de la ciudadanía si ya en 10 años de ejercicio de su cargo no tuvo la capacidad o voluntad de hacerlo, y la verdad dada la dinámica y complejidad de la Vidal actual, no creemos que parlamentarios de más de 75 años de edad estén en la plenitud de sus facultades para aportar lo mejor de sí en beneficio de la sociedad toda, querer justificar lo contrario no tiene presentación.

Ortega y Gasset nos decía en uno de sus artículos titulado La Política por Excelencia, que política es tener una idea clara de lo que se debe hacer desde el Estado, “La cuestión empieza cuando nos preguntamos: esa máquina del Estado, con sus economías y su autoridad, ¿cómo va a funcionar, a actuar sobre la nación? Esto es lo decisivo; porque la realidad histórica efectiva es la nación y no el Estado. El gran político ve siempre los problemas de Estado a través y en función de los nacionales. Sabe que aquél es tan sólo un instrumento para la vida nacional.”

*Abogado

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