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Mundo

27 de Junio de 2013

¿Inmigrante o terrorista?, podría ser igual para agencia de inteligencia de EE.UU.

El escándalo del masivo espionaje mediático realizado por las agencias de inteligencia secreta de Estados Unidos -revelado por el “soplón” Edward Snowden- tiene visos de discriminación y de injusticia racial, según críticos del sistema de vigilancia que defienden los derechos de las minorías en el país. Los programas clandestinos de vigilancia electrónica utilizados por la […]

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El escándalo del masivo espionaje mediático realizado por las agencias de inteligencia secreta de Estados Unidos -revelado por el “soplón” Edward Snowden- tiene visos de discriminación y de injusticia racial, según críticos del sistema de vigilancia que defienden los derechos de las minorías en el país.

Los programas clandestinos de vigilancia electrónica utilizados por la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) -como PRISM que recopila metadatos de miles de millones de comunicaciones- se basan en parámetros para detectar actividad peligrosa que coinciden con los patrones de comportamiento de comunidades de color, pobres e inmigrantes, muchos de estos latinos.

Son comunidades que corren un riesgo desproporcionado de ser objetivo del espionaje de estado y toda la información recabada podría ser utilizada en el futuro con propósitos nefastos, dicen los defensores de la privacidad de estas minorías.

Un analista de tecnología informática señala que la red de búsqueda de los programas gubernamentales es tan amplia que no se puede evitar que se recoja información de ciudadanos rectos con la esperanza de que caiga un extremista pero asegura que los propósitos no son siniestros.

Amplia red

Las revelaciones de las últimas semanas hechas por el extécnico de inteligencia Edward Snowden indican que el gobierno de Estados Unidos aplica programas de vigilancia cibernética sobre sus ciudadanos, obteniendo datos de las compañías de tecnología internacionales sobre usuarios específicos y recopilación de metadatos de los servidores de comunicaciones en EE.UU.

El propósito de las agencias -como la NSA- es recoger una cantidad masiva de información para detectar patrones muy pequeños que puedan estar asociados con actividad terrorista: quién hace qué, quién habla con quién, cómo y cuándo visita alguien a otra persona.

El problema es que estos patrones de conducta son los mismos que manifiestan personas perfectamente normales. Por esta misma razón las comunidades de color e inmigrantes -en su mayoría latinos- son objeto de mayor vigilancia, argumentan los defensores de grupos minoritarios en el país.

“Sus conversaciones y comunicaciones terminan de manera desproporcionada en las redes del gobierno comparados con los ciudadanos blancos”, dijo a BBC Mundo Imara Jones, escritor para la publicación internet Colorlines.com y exasesor en temas de economía del gobierno de Bill Clinton.

Para Jones, los inmigrantes y otras minorías atraen la atención de los sistemas de espionaje por factores económicos y culturales.

Por ser comunidades de menores ingresos, estos grupos no tienen acceso a líneas fijas de teléfono ni acceso regular a la internet, así que dependen más que otros de las aplicaciones de medios sociales en telefonía celular para comunicarse más económicamente con sus familias y amigos.

“Los sitios sociales son de particular interés para los programas de espionaje porque proveen metadatos con los que las agencias pueden crear un mapa de las relaciones, contactos personales y patrones de comportamiento de nuestras comunidades”.

Algoritmos coincidentes

El uso de sitios sociales por telefonía celular podría ser un parámetro de actividad sospechosa.

Imara Jones resalta que hay 40 millones de inmigrantes en EE.UU., más que en cualquier período en el país, y son mayoritariamente de América Latina. Dado las distancias y los vínculos con sus países de origen, están activamente comunicándose por los medios sociales constantemente.

Sólo por estar haciéndolo así, son susceptibles a interceptaciones y monitoreo, ya sean sus correos electrónicos, conversaciones por Skype, videos descargados en YouTube o mensajes de texto. “Toda la gama de comunicaciones es válida para ser espiada”.

Es muy poco lo que se conoce de los parámetros que se usan para definir los algoritmos para sondear los datos de PRISM o las combinaciones de éstos y otros datos comerciales.

No obstante, Seeta Peña Gangadharan, analista del Instituto de Tecnología Abierta de la Fundación New America (OTI, por sus siglas en inglés), indica que estos parámetros definen el diario vivir de muchas minorías étnicas, incluyendo los inmigrantes latinos.

El pagar con efectivo en lugar de crédito, el uso de celulares prepagados en lugar de planes anuales, cambio frecuente de residencia, mucha comunicación con el exterior, viajes de última hora al exterior son comportamientos que pueden probablemente identificar actividad terrorista.

“Como no hay transparencia en la naturaleza del análisis de estos datos ni la posibilidad de evaluar la exactitud del análisis de los registros de telecomunicaciones y otros datos, las minorías continuarán estando en riesgo de sufrir discriminación en la recopilación de datos según su perfil racial”, manifestó a la BBC.

Seeta Peña Gangadharan añade que el tamaño del programa, que también se nutre de datos comerciales, es susceptible a errores que, una vez almacenados indefinidamente se convierten en verdades. “Son falsos-positivos que se reiteran y amplían con cada análisis rutinario con consecuencias nefastas para los implicados”.

Justos y pecadores

El presidente Barack Obama defendió los programas de vigilancia argumentando que el sistema es un rayo muy concentrado que se enfoca solo en actividad terrorista y que se han podido frenar numerosos atentados contra el país.

Allan Friedman, director de investigaciones del Centro de Tecnología e Innovaciones del Instituto Brookings, en Washington, no cree que haya motivos siniestros detrás de los programas del gobierno. El problema básico es que se necesita lanzar una red demasiado amplia.

Se está buscando actividad sospechosa conocida, como la manifestada por los atacantes de 11-S, pero también se busca actividad desconocida. “En esta preocupación con el terrorismo se pueden frenar los planes que ya han sido utilizados pero ¿cómo frenamos los planes de los cuales no sabemos nada?”, cuestionó Friedman. “Por eso es que se concentran en los patrones de comportamiento”.

La razón por la cual caen tantos inocentes en ese amplio espectro de comportamiento se debe a que los sospechosos que se buscan son un muy pequeño grupo que es parte de un grupo más grande.

“Hay absoluta seguridad que casi ningún inmigrante es una amenaza para la seguridad de EE.UU., pero si observamos a los que sí perpetraron ataques, muchos de ellos fueron miembros de comunidades inmigrantes. Esa es la razón del empalme”, afirmó Friedman.

Pero el experto en tecnología resalta que el sistema de detección de patrones de comportamiento es paradójico porque esas propiedades aplicadas a tantos no pueden formar el fundamento de un verdadero intento de investigar terroristas y sería de muy poco beneficio para una organización de investigación o inteligencia.

“La meta del sistema es poder diferenciar entre buenos y malos pues cada día que invierten investigando a alguien que no es culpable, es un día malgastado”, declaró Friedman.

Consciencia

Si se le cree al gobierno, los miles de millones de datos de comunicación recopilados no están siendo directamente “observados” sino están siendo sometidos a búsquedas electrónicas con el objetivo de detectar la combinación perfecta de parámetros que delaten actividad sospechosa. Lo que tiene muy inquietos a los defensores de la privacidad y de los derechos de las minorías es que ningunos de estos datos se eliminan.

Aunque hay ciertas salvaguardas, los analistas coinciden en que hay un riesgo real cuando empiezan a combinar esos datos con propósitos que no son de inteligencia nacional. Por ejemplo en la búsqueda de evasores de impuestos o en casos de violaciones migratorias.

Pero las minorías, incluyendo la comunidad inmigrante, no están muy al tanto del potencial daño al que están expuestos, advirtió Imara Jones, de Colorlines.com. “No conocen el significado de estar en la mira”, dijo. “Estos programas han sido representados como una cacería de terroristas y la gente dice ‘eso no es conmigo'”.

Por su parte, Seeta Peña Gangadharan sostiene que la atención de los medios está tan ocupada con las andanzas de David Snowden o siguiendo cómo el gobierno defiende sus acciones que se ha podido escuchar lo que piensan las comunidades que realmente están afectadas.

“Todo esto puede cambiar a medida que los líderes comunitarios empiecen a hacer una conexión directa entre un programa como PRISM y cosas coma la reforma migratoria”, observó. “Podríamos ver el surgimiento de una opinión que exija a los legisladores a que presten atención al daño a mediano y largo plazo que representa para las comunidades minoritarias”.

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