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Nacional

10 de Julio de 2013

El drama de las madres de niñas embarazadas

La hija de Marcela Burgos fue madre a los 12 años tras ser violada por su padre biológico. Su hijo nació en octubre del año pasado y, desde entonces, está internado por desnutrición en Los Ángeles. Marcela dice que la ayuda para su hija ha sido escasa, que el Sename ha brillado por su ausencia y que los que tanto defienden la vida se han hecho los lesos. Por eso decidió, junto con la madre de otra niña violada, crear la agrupación "Personas Abusadas". Éste es el calvario que ha vivido.

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El día que se enteró que su hija María estaba embarazada de dos semanas, a Marcela se le vino el mundo encima. No podía creer que su retoña de 12 años, que jugaba con muñecas y veía tele todo el día, pudiera tener una vida de grande. Era imposible. No le cuadraba. Pero no había nada qué hacer. Su hija estaba embarazada y tenía que apechugar.

Cuando le preguntaron quién era el padre, María no quiso responder y se puso a llorar. Pero a las pocas horas, habló con la matrona. Le confesó que el responsable de su embarazo era su padre biológico, que la venía violando desde que tenía siete años y la tenía amenazada de muerte si hablaba. Marcela se enteró por la matrona. Casi se muere. “Me puse a llorar. Se me cayó el mundo. No lo creía. Pensaba que todo era mentira”.
-Me preguntaba ¿cómo era posible que un padre tan ejemplar, el mismo que alegaba cuando salía en la televisión algún caso de abusos a menores, y que decía que si un desgraciado se sobrepasaba con su hija era capaz de acriminarse o cortarle sus cosas, podía hacer algo tan horrible? Me costó aceptarlo- recuerda Marcela.
Lo primero que hizo fue comenzar a atar cabos. “Ahí empecé a pensar por qué siempre mi hija llegaba triste y mañosa de esos paseos con su padre sin querer hablar. Pero yo nunca le preguntaba, porque lo veía como parte de su personalidad calladita, tímida, había que sacarle a empujones las palabras, por eso nunca me levantó sospechas. Por eso ahora me siento tan culpable”, se lamenta Marcela.

El mismo día que la matrona le contó, Marcela corrió a la PDI a denunciar a su conviviente con el que estuvo 17 años. Después lo llamó por teléfono para pedirle explicaciones. Él confesó todo. “Pidió que lo perdonara, que no sabía por qué lo había hecho, que se le había metido el diablo en el cuerpo, pero no le creí nada”.

El padre de María estuvo sólo tres meses preso en la cárcel de Los Ángeles. Ahora, está libre esperando su condena. Un juez consideró que no representaba peligro para la sociedad. “¿Cómo es posible que lo hayan dejado libre? Es un peligro. No puede estar suelto. Es un pedófilo, un degenerado, que nos cagó la vida para siempre. El daño que le hizo a mi hija es irreparable. Nunca podrá superarlo. Lo más probable es que esté haciendo lo mismo con otras niñas. De hecho, incluso lo han visto con una niña de 15 años que dicen que está embarazada de él. Entonces, ¿cómo es posible? Acá falló la justicia. Están protegiendo al culpable y no a mi hija que es la víctima de este asunto. Para mí él debiera pudrirse en la cárcel para que no vuelva a abusar de nadie”, acusa Marcela.

EL EMBARAZO

Marcela hace menos de un año creó la agrupación “Personas Abusadas” en Los Ángeles. La preside junto a su vecina, Pamela Burgos, cuya hija fue abusada sexualmente por su ex pareja cuando tenía diez años (ver recuadro). Ambas han tocado puertas para buscar justicia. Pero no las han pescado.

Marcela decidió hablar por primera vez de su calvario. La motivó el caso de Belén, la niña de once años que está embarazada de su padrastro y que Piñera calificó como una niña madura por decidir enfrentar su embarazo. Hoy, en un tardío gesto por defender a la niña, el Sename prohíbe informar sobre la menor de 11 años. “Espero que se haga justicia y se tome conciencia de este problema”, dice.

La agrupación ha sido vital en la vida de Marcela y su hija. En ella encontró apoyo. Ya no se siente sola. Tampoco María, quien tuvo que dejar de lado las muñecas y jugar a ser profesora para prepararse para ser madre. “Fue bien difícil. María es una niñita todavía. Para ella, su guagua es como su muñeca. No le toma el peso de la situación. Al final, es como si yo fuera la madre de su guaguita, porque ella no sabe cambiar los pañitos, no sabe nada”,dice Marcela.

Los primeros meses de embarazo, a María le vino una depresión y no quería comer. Se la pasaba llorando. Y no hablaba nada. Las pocas veces que sacó la voz, fue para decir que su papá le había cagado la vida y que para ella estaba muerto. Varias veces la tuvieron que internar para inyectarle suero. María no tuvo ayuda sicológica de ningún organismo estatal durante su embarazo. Recién ahora la fiscalía la derivó a una sicóloga. Ahora que está yendo, María está mejor, con ganas de salir adelante y terminar sus estudios. Hoy, tiene 14 años y está en quinto básico. Todas las tardes después del colegio pasa a ver a su hijo que está internado por desnutrición. Luego parte a hacer sus tareas.

A María le costó asumir que sería madre. Se la pasaba triste. Sólo se olvidaba de su sufrimiento jugando con sus barbies. Recién cuando le empezó a crecer la guagua, dice su madre, le nació el instinto materno. En dos meses más, a su hijo lo darán de alta. Cuando eso pase, se lo llevarán a la mediagua que le consiguieron los vecinos para ella y su madre. Incluso, al niño ya le tienen su cuna y su ajuar. Y varios juguetes. Ella no quiso deshacerse de su hijo. Y por ningún motivo piensa darlo en adopción. A Marcela el tema le complica. Hay noches que no duerme pensando qué le dirán al bebé cuando crezca y pregunte por su papá. Las preguntas ya han empezado. Su hijo, de 13 años, hace poco le dijo “¿mami, el hijo de mi hermana qué es mío? Andan diciendo que es mi sobrino. Si es así, entonces, es hijo de mi papá, pero yo creo que eso no es posible, porque es mi papá y los papás no hacen eso”. Marcela se quedó muda. No supo qué responderle y se fue a otra pieza a llorar.

¿Y tú estás de acuerdo en darlo en adopción?
-No. Ni el bebé ni ella son culpables de nada. Además, ella lo quiere. Y mi mamá me dijo que si nosotros tomábamos la decisión de darlo en adopción, sería ella quien lo adoptaría.

Pero ella es niña. No está preparada para ser madre a tan corta edad. No tiene discernimiento.
-Pero ella, cuando apenas supo que estaba embarazada, quiso ser madre. Ella creció de un viaje. Eso igual me entristece, porque para mí ella es una niña aún, no merecía saltarse todas las etapas. Pero, bueno, esa fue su decisión y yo la comparto. Y saldremos adelante como sea.

Y si hubiese tenido la posibilidad, ¿hubieses preferido que abortara?
-Mmm, no sé. Quizás no.

¿Por qué no hubieses estado a favor del aborto?
-No lo tengo muy claro. No entiendo mucho de qué se trata.

Y en el caso de Belén ¿qué se debería hacer?
-Yo pienso que debería tenerla. La guagua no es culpable. La niña no tiene la culpa.

¿Y cuál debiera ser la opción?
-Que los violadores paguen en la cárcel para que reciban su castigo.

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